La otra censura de Disney
Cuando se crearon películas como ‘Dumbo’ y ‘Peter Pan’, las minorías, o las mujeres, no tenían voz sobre cómo se las representaba. «Ha cambiado la conciencia de que esto es totalmente inaceptable», asegura Gregory Smithers, historiador especializado en raza y racismo, sobre la reciente decisión de Disney +.
Cuando la semana pasada el mundo se percató de que Disney + ha acabado con el acceso directo de los usuarios de la plataforma de menos de siete años a películas como Dumbo, Peter Pan y Los Aristogatos, a las que desde octubre adjunta la advertencia de que incluyen «descripciones y/o trato inadecuado a pueblos o culturas», «estereotipos que estaban mal entonces y están mal ahora», un debate recurrente estalló de nuevo en España. En este diario, por ejemplo, se podían leer, en la voz de creadores y expertos y en su editorial, conceptos como «corrección política», «sensibilidad», «hipocresía», «revisionismo» o «censura».
En Estados Unidos prácticamente no ha habido cobertura de esta decisión (quizá porque no hubo anuncio oficial de Disney+, desde donde una fuente asegura que las películas salieron de los perfiles de los más pequeños ya en 2020). El debate y las discusiones de fondo, no obstante, llevan tiempo abiertos en el país. Se intensificaron en los últimos años en Hollywood, desde con campañas como #Oscarssowhite hasta por la eclosión del movimiento #MeToo. Y entraron en ebullición en el 2020, con las protestas contra la injusticia racial y bajo la presidencia de Donald Trump.
¿QUIÉN REESCRIBE QUÉ?
Gregory Smithers, profesor de Historia en la Universidad de la Commonwealth de Virginia y coautor del libro Racism in American Popular Media, entiende algunos de los argumentos contra Disney, pero rechaza otros como que se hable de reescritura de la historia o censura. «Básicamente cuando estas películas y dibujos se hicieron y se estrenaron para el público lo que estaban haciendo era reescribir la historia ellos», asegura en una entrevista telefónica, en la que también señala otros ejemplos como el uso de mascotas racistas en equipos deportivos o los monumentos que glorificaban a generales y políticos confederados. «Desde un punto de vista histórico tenías perspectivas blancas que creaban la narrativa aprobada de qué apariencia debían tener el pasado y el presente de EEUU. Estaba todo altamente tamizado a través de una lente de supremacía blanca. Y produjo estereotipos estáticos unidimensionales de gente de raíces asiáticas, indígenas y negros».
«Lo que pasaba a finales del siglo XIX y principios del XX era ya a su manera una forma de censura», continúa. «Fuera el márketing o la entonces emergente industria de Hollywood, negros e indígenas fueron ostensiblemente mantenidos fuera. No había consulta a esos grupos ni tenían voz en cómo se les representaba y cómo se contaban sus historias en la pantalla. Es reescritura histórica y una forma de censura, pero no la vemos porque se ha naturalizado a lo largo de generaciones».
Smithers cree que las películas de animación citadas «producen dinámicas raciales de poder y también de género e incrustan prejuicios y asunciones raciales desde muy temprana edad. Hay un tono inocente», señala, «pero de hecho sirven un propósito didáctico y enseñan a los niños cómo ser racistas y cómo organizar el mundo de forma racialmente muy jerárquica».
SENSIBILIZAR O INSENSIBILIZAR
En su conversación cita al antropólogo Clifford Geertz, que al hablar hace años de «sentido común» señaló que este «no está exento de asunciones culturales, políticas y socioeconómicas». «En el proceso de recrear esas imágenes racializadas y altamente sexualizadas y de género en dibujos nos estamos volviendo insensibles como niños a que eso sea la norma y eso es parte del problema», razona. «Arraigan los sistemas de discriminación y poder en la cultura popular y eso tiene impacto en cómo vemos el mundo, cómo sentimos, cómo los cargos electos avanzan legislación...»
También recuerda que la lucha contra los estereotipos no es nueva. De hecho, grupos como la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP) «ya llamaban la atención a Disney y otras corporaciones en su momento cuando salían estas películas». Y Smithers cree que «lo que ha cambiado es una conciencia de que esto es totalmente inaceptable, ofensivo. La vasta mayoría del público consumidor, que es mayoritariamente gente blanca, lo veía como una forma de consumo perfectamente aceptable, pero hoy eso ha variado de forma bastante radical y aparentemente de repente, pero de hecho ha estado sucediendo bajo la superficie durante tiempo», explica.
GESTO REPUTACIONAL
Smithers es consciente de que en decisiones como la de «Disney y otras corporaciones hay un grado de proteger sus marcas, sus márgenes de beneficios». También cree, no obstante, que están forzados por la urgencia del momento. «Cada generación interpreta su sociedad y la historia de su sociedad», dice, «y lo que está pasando ahora es parte de este proceso. No hay una línea recta al progreso, a la inclusividad y la justicia social. y cada generación tiene esa tensión y debe luchar para prevenir formas de discriminación y opresión».
«Es importante intentar llegar a un nivel de empatía con cómo los grupos que están marginalizados en esas viejas películas pueden experimentar esa marginalización no solo entonces sino, y es importante, hoy», añade Smithers, que ve interrelacionadas cuestiones como la desigualdad o el impacto de cambio climático que también tienen fuerte impacto en sus vidas. «Están agitados por cómo les percibe la gente en el poder. Si se les sigue percibiendo como a los negros en Dumbo o a los indígenas en Peter Pan, sus voces van a ser marginadas como lo eran en el siglo XX».