La remontada de la música en directo se aleja del verano
Los festivales estudian crear burbujas sanitarias y trabajar con artistas internacionales que viajen ligeros de equipaje, mientras que las grandes giras se atrasan al menos hasta 2022.
Recintos con burbuja sanitaria en cuyo acceso se validen tanto la vacunación como el negativo en un test rápido, festivales boutique al aire libre con distancias, mascarillas y aforos completos (o casi), circulación de artistas internacionales ligeros de equipaje, sin movimiento de tráileres y cediendo al promotor el montaje de producción... Con todo ello sueñan, y trabajan, los que tiran de la música en directo en nuestro país, tratando de vislumbrar un verano de 2021 que, aún lejos de la normalidad, comporte un paso adelante respecto a 2020.
Va quedando claro que el próximo verano no será el de la gran remontada, sobre todo por lo que respecta a grandes recintos, si bien los promotores invierten energías en elaborar soluciones imaginativas y en construir programas practicables en un contexto de (lenta) transición a la normalidad. Evitan resignarse a esperar una inmunidad de grupo, derivada de la vacunación, que puede hacerse esperar largos meses, pero la suspensión, por segundo año, de Glastonbury es un toque de alerta, y se teme por el efecto dominó. Entre los grandes festivales españoles campa el silencio, con excepciones como el Cruïlla. «No podemos esperar a que la Administración nos diga lo que hemos de hacer. Tenemos que buscar soluciones», resume Jordi Herreruela, director de la muestra barcelonesa, apuntando al ensayo clínico de Apolo como el ejemplo a seguir.
Nuevos ensayos con público
El ámbito de la música, hace notar Herreruela, «debe de ser uno de los pocos que ha optado por rascarse el bolsillo para pagar un camino que demuestre seguridad», y en esa línea anuncia que la prueba de Apolo vendrá seguida de otras, «ya no a cargo del Primavera, o del Cruïlla, sino del conjunto del sector». Nuevos ensayos con público que deberían trazar un camino para los festivales de verano. «Hay que hacer una prueba para 3.000 personas, otra para 5.000… Porque no podemos pasar directamente del ensayo de Apolo a montar el festival», medita el director del Cruïlla. «Todo eso todavía se está cociendo».
El Primavera y el Sónar se abstienen de pronunciarse sobre sus próximas ediciones («todavía es pronto»), mientras que el Cruïlla vislumbra un festival para unas
«Tenemos que buscar soluciones sin esperar a la Administración», dicen en el Cruïlla