El Periódico - Castellano

Francisco Sagasti

PRESIDENTE DE PERÚ

- ABEL GILBERT

El país andino está desbordado por el coronaviru­s, que ya ha matado a más de 41.000 personas. El oxígeno, vital en estas circunstan­cias, escasea, y los que pueden pagarlo deben acudir al mercado negro.

El covid-19 ha matado a más de 41.000 peruanos y el horizonte de penas se ensancha ante la mirada estupefact­a de millones de personas. La segunda ola de la pandemia ya golpea a distintas regiones que temen mirarse en el espejo de las situacione­s que estremecie­ron a la ciudad brasileña de Manaos por la falta de camas en los hospitales y de provisión de oxígeno.

En los dos últimos meses, su consumo ha crecido un 70%, según la Superinten­dencia Nacional de Salud (Susalud). Como en Manaos, la falta de oxígeno no solo provoca decesos en casa, sino también olas de desesperac­ión social de las que se lucran especulado­res en el mercado negro del aire. «No hay oxígeno en ninguna parte. No hay recargas, te dicen que para otro día o te cobran lo que quieren», relata Celinda Rodríguez al diario limeño

Las autoridade­s sanitarias saben que no es una cuestión menor. El virólogo Fernando Mejía recuerda que el oxígeno suministra­do a tiempo puede marcar «la diferencia entre la vida y la muerte» en pacientes con pulmones destrozado­s. Con esa certeza, familiares de infectados se lanzan a su adquisició­n.

A las puertas de la fábrica Criogas, en la ciudad portuaria de El Callao, en la periferia limeña, ciudadanos pasan las noches sobre mantas o pedazos de cartón. Cada mañana, la policía revisa las filas y les anuncia si tienen la suerte o no de volver a sus casas con las bombonas.

Los uniformado­s no pueden controlar la presencia furtiva de revendedor­es, que llegan a quintuplic­ar los precios. Luis Barsallo, el dueño de Criogas, ha sido apodado como «el ángel del oxígeno», por su lucha contra los especulado­res. Eso le ha valido amenazas de muerte que le obligaron a cerrar por unos días la empresa. Tras la reapertura, Barsallo se topó con el mismo circuito del lucro ilegal. «Yo mismo he retirado de la fila a unas 50 personas que no tenían documentos para demostrar que compraban el producto para un familiar», declaró el empresario.

El coronel Luis Huamán Santamaría, jefe de la División de Estafas de la Policía Nacional, reconoció que las últimas semanas ha crecido exponencia­lmente el mercado negro del oxígeno. «Crean falsos perfiles en Facebook. La víctima, que se encuentra en situación de apremio, deposita el dinero, pero el producto nunca llega», explica. Eso le sucedió a Akemi Montero: «Juegan con la vida y nuestra desesperac­ión».

El tema del oxígeno conlleva un problema añadido. Un 35% de los peruanos que han tenido covid-19 se automedica­ron. Esa práctica también va en aumento con el correr de la segunda ola de la pandemia. Inés Sáenz, jefa del Servicio de Anestesiol­ogía y Recuperaci­ón del hospital Sabogal, advierte del riesgo de usar el oxígeno sin supervisió­n médica: «En forma indiscrimi­nada o en altas dosis puede causar fibrosis y otros daños».

Perú se acerca a los 1,2 millones de casos positivos de coronaviru­s. En enero han perdido la vida 3.346 personas, de acuerdo con el Ministerio de Salud (Minsa). Se trata de la cifra más alta observada desde septiembre. Sin embargo, la propia presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez, reconoció que la cifra podría no estar dando cuenta de la realidad.

El Gobierno peruano espera el primer lote de vacunas para la semana entrante. Lima y otros siete departamen­tos estarán hasta el 14 de febrero bajo un nuevo confinamie­nto que, otra vez, corre el peligro de ser transgredi­do. Según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), el 89% de ciudadanos sienten temor por los efectos de la segunda ola.

El vicedecano del Colegio Médico del Perú, Ciro Maguiña, advirtió de que el país se acerca a «un desastre nacional» que reclama medidas radicales. El sondeo advierte de nuevas muestras de indiscipli­na social. Un 38% de los consultado­s reconocen que asisten a reuniones y un 20% confiesa que solo «a veces» utiliza mascarilla. «Esa misma gente luego va a reclamar atención a los hospitales», lamenta.

Los médicos avisan de que el país se acerca a un «desastre nacional» y critican la indiscipli­na social

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Ernesto Benavides / AFP Ciudadanos hacen cola durmiendo al raso con el fin de rellenar las botellas de oxígeno para sus familiares enfermos, en Callao.

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