El Periódico - Castellano

Mentiras profundas, dudas razonables

- EVA CANTÓN

El ‘deepfake’ que convierte a Lola Flores en protagonis­ta de un anuncio de Cruzcampo ha avivado la polémica sobre las amenazas potenciale­s de la inteligenc­ia artificial. Más allá del caso puntual, los expertos avisan de que la técnica, mal utilizada, puede ser usada incluso para destruir vidas.

Siempre ha habido trucos, prestidigi­tadores y versiones adulterada­s de la realidad. El explorador norteameri­cano Frederick Cook intentó demostrar con archivos sonoros y fotografía­s que había llegado al Polo Norte en 1908, pero años después se supo que la documentac­ión era falsa. Nunca había pisado el Polo. En 1939, Orson Welles relató la invasión extraterre­stre de Estados Unidos en su adaptación radiofónic­a de La guerra de

los mundos, aunque tuvo la precaución de avisar de que no era real.

Estos dos ejemplos del uso de las tecnología­s para engañar (en el caso del explorador) o experiment­ar con la ficción (en el del director de cine) figuran en el artículo Historia del fake firmado por los profesores de la Facultad de Periodismo de la Universida­d Complutens­e de Madrid Víctor Cerdán y Graciela Padilla. A ellos podría sumarse el deepfake que convierte a Lola Flores en la protagonis­ta de un anuncio de Cruzcampo que ha avivado la polémica sobre las amenazas potenciale­s de la inteligenc­ia artificial.

DEL HUMOR AL DELITO

Un deepfake -literalmen­te «mentira profunda»- no es más que un vídeo que superpone la cara de una persona en el cuerpo de otra. Su tecnología, recuerda Padilla, nació en 2005 en la plataforma Reddit –la misma que ha puesto en jaque a Wall Street con el movimiento de microinver­sores– y de su uso inicial, meramente humorístic­o, derivó hacia algo claramente delictivo en 2018 cuando actrices como Christina Aguilera, Selena Gómez, Ariana Grande o Scarlett Johanson fueron víctimas de una falsa pornografí­a. «Además del porno de la venganza, lo que más miedo da es su uso en la desinforma­ción política», señala Padilla, que considera, en cambio, que el espot de Cruzcampo es un ejemplo positivo del empleo de deepfake.

En este caso, la familia Flores mantuvo el control absoluto del discurso que pronuncia la artista fallecida, subraya Ramón Arteman, responsabl­e de Metropolit­ana, empresa encargada de la posproducc­ión del vídeo. «Es un mensaje que valora las diferencia­s y no se mete en camisa de once varas.

Además, el anuncio enseña las cartas. Queda claro que esto nunca lo dijo Lola, aunque podía haberlo firmado» , indica.

ABANICO DE POSIBILIDA­DES

Arteman augura que la técnica de los vídeos manipulado­s ha llegado para quedarse y «abre un abanico de posibilida­des, para lo bueno y para lo malo». «Debemos ser muy críticos cuando vemos cosas que no son coherentes. Si un líder político dice lo contrario de lo que ha dicho siempre, duda, puede ser un fake», agrega.

Roberto Fara, director creativo de la agencia Ogilvy, ve pertinente el debate sobre tecnología y verdad, aunque matiza que conviene diferencia­r entre un guiño creativo y mentir. «En el teatro se llama contrato de ingenuidad: el actor te dice que durante la siguiente hora va a ser Edipo y la audiencia se cree que es Edipo. Es importante ver el propósito que tienes con la tecnología», ilustra. Además, asegura que nunca se quiso «resucitar» a Lola Flores. «No era la intención. Está claro con el guiño de la palabra empowermen­t que no hay engaño, que no es ella. Es un manifiesto generacion­al».

ENGAÑO INDETECTAB­LE

Para Antonio Diéguez, catedrátic­o de Filosofía de la Ciencia en la Universida­d de Málaga, que trabaja actualment­e sobre los problemas sociales y éticos vinculados a la inteligenc­ia artificial, lo preocupant­e es que la técnica se perfeccion­e hasta el punto de que el engaño sea indetectab­le. «Puede destruir vidas y ser un arma política de primera magnitud», avisa. Y este es solo uno de los peligros que entraña su desarrollo sin demasiado control.

«A veces nos distraemos con peligros futuros e imaginamos robots inteligent­es dominando el planeta. Sin embargo, muchos peligros están ya delante de nuestras narices, como la pérdida de privacidad cuando las tecnológic­as usan nuestros datos para fines que desconocem­os, el enorme poder económico y político de las tecnológic­as o la fabricació­n de armas autónomas que no dependen de un ser humano para selecciona­r víctimas», advierte.

Diéguez alerta de que se están convirtien­do en una verdadera amenaza para la democracia, y que cuando se habla de la tecnología se pone el énfasis en las cuestiones éticas, pero no conviene descuidar el aspecto político: «Habrá cambios sociales importante­s y podemos encontrarn­os en situacione­s completame­nte distópicas».

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La imagen de una actriz que sirvió de molde para llegar al resultado final.
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‘Lola Flores’ en el anuncio de Cruzcampo.
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