Una iconoclasta fiesta teatral
Tras el éxito de ‘Mammón’, Nao Albet y Marcel Borràs revisan en el Centro Dramático Nacional de Madrid la transgresora obra ‘Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach’, que habían estrenado en el TNC en 2013.
El tándem creativo formado por Nao Albet y Marcel Borràs vuelve a la carga después del éxito de su anterior montaje, Mammón. Lo hacen con la ampliación de una primera versión de la obra Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach que estrenaron en Barcelona en el TNC en 2013 y que tendrá su puesta de largo, por todo lo alto, mañana en el María Guerrero de Madrid dentro de la programación del Centro Dramático Nacional que dirige Alfredo Sanzol.
«Cuando la pusimos en escena por primera vez aún nos quedaba un poco de inocencia», bromea Nao Albert en la rueda de prensa de presentación. «Ahora queríamos revisarla desde una perspectiva más madura». Según sus autores, Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach es un espectáculo que pone en cuestión la relación entre poder y cultura, sobre qué significa esa cultura en el momento que vivimos, así como en qué situación se encuentran las fórmulas teatrales.
Un análisis profundo de todas estas cuestiones a través de la particular mezcla de géneros que siempre han practicado y con un despliegue de efectos y potencia física en el escenario que invita a la catarsis colectiva. «Era un montaje que requería de muchas complejidades técnicas y artísticas», continúa Marcel Borràs. «Queríamos proponer una obra con un despliegue de medios potente, algo que solo parece destinado a producciones de carácter muy popular o a autores consagrados. Que un teatro público haya apostado por algo así es toda una declaración de intenciones, porque nosotros somos jóvenes que queremos experimentar con las herramientas del lenguaje y llevarlas a lugares diferentes», explica.
Y es que detrás del escenario habrá más de 30 profesionales para engrasar toda una maquinaria que tiene que ser milimétrica para que todo funcione a la perfección, ya que la mayor parte de los actores, entre los que se encuentran Carlos Blanco, Alina Furman, Eva Llorach, Francesca Piñón y Vito Sanz, interpretan cinco o seis personajes, en total, más de 50.
Explosión creativa
Nao y Marcel, como ocurría en Mammón, vuelven a desdoblarse a través de sus alter egos. Son dos jóvenes que llegan a la capital para montar una gran obra y contarán con la ayuda de una experta rusa (interpretada por Irene Escolar, que habla en ruso mientras el espectador y los actores leen los subtítulos de sus parlamentos) que les ayudará en su empresa siguiendo los preceptos del movimiento artístico (re)productivismo del que ella misma es una autoridad. «Lo que me gusta de Nao y Marcel es su explosión creativa, su poder de imaginación, su capacidad de moverse entre la realidad y la ficción. A los actores, además, nos dan la posibilidad de interpretar personajes que no podrían existir en otro universo que no fuera el suyo», dice Irene Escolar, que aprendió a hablar ruso durante el rodaje de la serie Dime quién soy (Movistar+).
Pero atención, que además de ser una obra autorreferencial y autoficcional, Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach es también un thriller. «A nosotros nos gusta mucho el cine coreano, y en especial Bong Joon-ho, el director de Parásitos, porque está acostumbrado a mezclar muchas cosas, sátira, crítica social, drama, esperpento… y ese es el espíritu que queríamos que tuviera este texto», dice Borràs.
De nuevo encontramos algunas de las dicotomías favoritas del tándem, la reflexión sobre lo nuevo y lo viejo, lo que nace y lo que muere, lo clásico y lo contemporáneo, aunque en realidad, como puntualizan, en esta ocasión se trata de homenajear el proceso creativo y el mundo del teatro, el mundo de las máscaras y contraponerlo al cinema verité, experimentando a lo grande, pero sin perder su personalísima voz. Y que el escenario y el patio de butacas se convierta en una fiesta.
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