Von der Leyen vive sus horas más bajas al frente de la Comisión
Ursula von der Leyen (Bruselas, 1958) no fue la primera opción de los jefes de estado y de gobierno de la UE para dirigir la Comisión Europea. Pero con el aval de París y Berlín, la exministra de Angela Merkel, médico de profesión y presente en todos los gobiernos dirigidos por la cancillera alemana desde el año 2005, logró superar las resistencias de unos y otros y convertirse en la primera mujer en presidir el Ejecutivo comunitario. «Es nuestra ministra más débil. Aparentemente es suficiente para convertirse en presidenta de la Comisión», arremetía entonces el expresidente del Parlamento Europeo, el socialista Martin Schulz.
Desde entonces han transcurrido 14 meses que han estado plagados de altibajos y críticas constantes por su forma de liderar y comunicar, llena de eslóganes y poco contenido. Unas críticas que han terminado de explotar esta semana, probablemente, una de las más complicadas que ha vivido al frente del Ejecutivo comunitario desde que la pandemia de coronavirus se cruzó en su camino. El problema: no se ha prodigado en dar demasiadas explicaciones en público, ni cuando los errores pusieron en riesgo las relaciones con Londres y Dublín, y solo empezó a hacerlo cuando el fiasco era ya imparable.
«Ha sido a veces como el fantasma de Bruselas», decía de ella hace unos días el diario alemán Der Spiegel sobre su querencia a esconderse de la prensa en un artículo muy crítico con su trabajo en Bruselas.
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