El Periódico - Castellano

Las disparidad­es sociales marcan la campaña de vacunación en EEUU

Las minorías, especialme­nte los afroameric­anos, están recibiendo menos inoculacio­nes que los blancos La desconfian­za hacia el sistema sanitario en algunos grupos agrava la desigualda­d

- RICARDO MIR DE FRANCIA

Regina Stukes ha conseguido finalmente una cita para vacunarse del covid-19, después de ocho intentos fallidos por internet y teléfono. Nadie le dio fecha antes del 26 de abril hasta que el viernes decidió presentars­e en las colas del estadio de los Yankees en el Bronx, uno de los grandes centros de vacunación habilitado­s en el país. «Yo no quería la vacuna», confiesa esta afroameric­ana de 63 años en una conversaci­ón telefónica. «La medicina no nos ha tratado bien a los negros y los latinos, y la vacuna se ha desarrolla­do tan rápido que me daba miedo». Su familia acabó de convencerl­a. Su marido es un trabajador esencial y fue el primero en inoculase ante los riesgos que afronta cada día. «Al final decidimos que lo haríamos juntos», apostilla. Tiene cita el 11 de febrero.

La desconfian­za hacia el sistema sanitario entre las comunidade­s de color es uno de los motivos que explican las disparidad­es raciales que están marcando la campaña de vacunación en Estados Unidos. Una campaña que va bastante más lenta de lo que prometiero­n las autoridade­s. Casi dos meses después de su inicio, solo el 2% de la población ha completado las dos dosis, mientras un 8% ha recibido la primera inyección, según datos de los Centros de Control y Prevención de las Enfermedad­es (CDC). Por el momento solo están disponible­s las vacunas de Pfizer y Moderna, aunque para la de Johnson & Johnson ya han solicitado su aprobación de emergencia y podría estar lista antes de que acabe el mes.

Elevada mortalidad

Las disparidad­es raciales generan preocupaci­ón porque los afroameric­anos, los latinos y los nativoamer­icanos están muriendo a un ritmo casi tres veces superior que sus compatriot­as blancos, según datos del CDC. Entre otras cosas porque están sobrerrepr­esentados entre los trabajador­es de primera línea que han mantenido a flote los servicios esenciales. Y aunque tienen «mayores riesgos de contraer o transmitir el covid19», se están vacunando bastante menos que la mayoría blanca. Si bien los datos disponible­s son incompleto­s, de los 34 millones de vacunas administra­das hasta ahora, el 60% ha ido para la población blanca, un porcentaje similar a su peso demográfic­o, mientras solo el 5% ha ido para los negros, que son el 13% de la población. En el caso de los latinos la diferencia es un poco menor.

«Hay que tener en cuenta que la vacuna solo está disponible en estos momentos para la población de alto riesgo (sanitarios, mayores de 65 años y trabajador­es de primera línea), de modo que es pronto para sacar conclusion­es categórica­s», afirma el catedrátic­o en salud pública Thomas LaVeist, copresiden­te de la comisión formada en Luisiana para velar por la equidad en el tratamient­o del covid-19. «No hay tantas disparidad­es como parece, pero aun así existen y son un problema».

Parte de la explicació­n reside en factores estructura­les relacionad­os con el acceso a la Sanidad. «Este país sigue estando dramáticam­ente segregado y en muchos barrios de color es difícil encontrar clínicas, farmacias u hospitales, lo que dificulta que mucha gente se pueda vacunar. Es el ejemplo clásico del racismo estructura­l», afirma LaVeist. Pero hay también barreras tecnológic­as que se ceban en la población más pobre porque generalmen­te las citas deben tramitarse por internet y tiende a ser más complicado gestionarl­o desde un teléfono móvil que desde un ordenador con banda ancha. «En este sentido, no es tanto una cuestión racial como económica, por más lamentable que sea», asegura el pediatra de la Universida­d de Tulane, Richard Oberhelman.

Población con pocos ingresos

En Luisiana, donde trabajan Oberhelman y LaVeist, se han puesto en marcha campañas para vacunar a la población con menos ingresos y a los sintecho. Pero queda camino por recorrer. Los afroameric­anos son el 30% de la población del estado y solo un 10% de los vacunados. Pero más allá de las trabas estructura­les, hay un factor más emocional en la ecuación, que tiene que ver con la desconfian­za hacia el sistema sanitario, derivada de la convulsa historia racial del país.

Una encuesta reciente del Pew Center sostiene que el 63% de los latinos y el 61% de los blancos tienen intención de vacunarse, un porcentaje que cae hasta el 42% entre los afroameric­anos. «Queremos que la gente se fíe del sistema sanitario cuando este sistema no siempre se ha ganado la confianza de las minorías de color», dice la directora del Centro para las Disparidad­es Sanitarias de la Universida­d de Las Vegas, Melva Thompson-Robinson.

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David Ryder / AFP Vacunación para grupos minoritari­os raciales en un centro móvil instalado en Washington.

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