El ansiado final feliz en Catalunya
Para cerrar las comparaciones de los hechos sucedidos en EEUU con Catalunya nos faltaría un ansiado final feliz. Imaginemos que en estas necesarias elecciones gana por aplastante mayoría un Salvador para Catalunya y, al igual que el señor Biden, de forma conciliadora arranca en serio a gobernar para todos. Si en EEUU se ha producido este final gracias al milagro de la democracia, del sentido común, volviendo a la política con mayúsculas y abandonando el circo de estos últimos años, ¿será esto posible en Catalunya?
Veremos los programas políticos de cada partido. De momento, las únicas certezas son que a ninguno, excepto el PSC, les va bien la fecha del 14-F. Se ve que en sus bolas de cristal han visto que en mayo estaremos en una situación ideal para votar; tampoco les va bien que el candidato del PSC sea el señor Illa, seguramente les incomoda tener que debatir entre ellos con buen talante, con moderación y sin ataques viscerales.
En resumen, hablar de lo que interesa a los ciudadanos sin distraernos con peleas de taberna, certeza de que los partidos independentistas siguen con la propuesta prioritaria y utópica de una Catalunya independiente y, por supuesto, la firme convicción que tienen sobre que la separación de poderes establecida –poder ejecutivo, legislativo y judicial– no les acaba de gustar. Y yo, como ignorante ciudadana de a pie, me pregunto: si cada vez que la clase política comete alguna ilegalidad que claramente vulnere derechos de la ciudadanía o atente contra las instituciones no tuviéramos el amparo del poder judicial, ¿qué nombre le daríamos a eso?
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