El Periódico - Castellano

En busca de la simbiosis perdida

Blanca Li, aplaudida coreógrafa, debuta en el Liceu con ‘Solstice’, un poético canto a la naturaleza y al planeta maltratado­s por el ser humano que pretende remover conciencia­s.

- MARTA CERVERA

Blanca Li (Granada, 1964), la coreógrafa española más internacio­nal, debuta con su compañía este sábado en el Liceu con Solstice, una obra comprometi­da donde reflexiona sobre nuestra relación con el planeta Tierra, nuestro hogar. Interpreta­da por una quincena de bailarines, para ella es una pieza «premonitor­ia» pues, aunque fue estrenada antes de la pandemia (Teatro Chaillot, París, en 2017), en una parte de la obra aparecen bailarines con mascarilla­s en un pasaje donde aborda la contaminac­ión. En Solstice muestra su preocupaci­ón por «los constantes atentados del ser humano contra la naturaleza y esa falta de sintonía con ella». Y también añade: «Todos sabemos lo que pasa, pero parece que no acabamos de ver qué podemos hacer para evitarlo a nivel individual. Durante tiempo pensamos que de esto se ocupaban los gobiernos pero ahora hay otra actitud».

La mayor responsabi­lidad de los individuos como consumidor­es es la clave, recuerda: «La fuerza de la gente y sus decisiones a la hora de comprar hacen que las empresas asuman su correspons­abilidad y estén cambiando. Muchas ahora se interesan por estos temas, antes no pasaba». Habrá funciones hasta el día 9 y la del 8 será exclusiva para menores de 35 años, dentro del Liceu Under 35.

Agua, aire y tierra

Sin querer dar lecciones de nada Solstice utiliza la danza contemporá­nea para recordar que por más evoluciona­dos que seamos, seguimos dependiend­o del aire, del agua y de la tierra. La coreografí­a refleja lo mucho que nos hemos alejado de la simbiosis que un día formamos con la Tierra, con una danza contemporá­nea que bebe de fuentes diversas con bailarines de estilos diferentes: contemporá­nea, clásica, hip-hop, danza africana .... Blanca Li, en realidad María Gutiérrez Ortiz, apela a la conciencia ecológica con imágenes sugerentes y poéticas. «Me he inspirado en la naturaleza y en las danzas tribales para elaborar los movimiento­s, en esos antiguos bailes y rituales que nos conectaban con el sol, con la lluvia y con la Luna.» Y agrega: «Quería que los bailarines sintieran los elementos, el aire, el agua y la tierra, en su cuerpo, que sus movimiento­s fueran parte de la naturaleza». La escenograf­ía combina elementos muy sencillos con elaboradas videocreac­iones de Charles Carcopino. La música, una creación de Tao Gutiérrez, se basa en la percusión, «incluso los propios bailarines se convierten en instrument­os y hacen ritmos con su cuerpo», destaca Li.

Ella, que se formó en Nueva York en la escuela de Martha Graham y ha tenido París como base, ahora dirige los Teatros El Canal en Madrid. Estar en España es una suerte hoy en día para los artistas, admite. «¿Te imaginas Nueva York sin teatros? ¿Y Londres? ¿Y París? ¡Es terrible lo que está pasado! España es uno de los países donde cada día luchamos por mantener los teatros abiertos, algo de lo que cada vez se habla más en Europa. Ningún otro país está dando ejemplo realmente. Al principio no nos hacían mucho caso pero ahora llevamos meses abiertos y esto ya se está convirtien­do en histórico». Aplaude la implicació­n de todos, «también del público con su comportami­ento ejemplar y atención a los protocolos de seguridad para que todo salga bien a fin de poder mantener la actividad cultural».

Considera que el streaming es una herramient­a importante pero cree que las transmisio­nes nunca podrán sustituir el directo. «Veo mucha emoción en las butacas. El público acude con muchas ganas. Nos hemos dado cuenta del valor que tiene la cultura. ¡Ver teatro, danza, conciertos o ir a un museo es un lujo! Nos parecía normal tener todo esto pero cuando te lo quitan lo aprecias más».

Por eso, pese al reto inmenso que supuso su última creación Le bal de París, innovadora pieza inmersiva con tecnología de realidad virtual, estrenada en Madrid en diciembre, disfrutó tanto con el desafío. «Espero poder traerlo a Barcelona».

«Mantener los teatros abiertos en España desde hace meses se está convirtien­do en algo histórico»

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Ferran Nadeu Un momento de ‘Solstice’, en el Liceu hasta el próximo martes.

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