El Periódico - Castellano

Catorce muertos

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El palmarés del Seis Naciones mantiene una casilla en blanco desde 1972, la única ocasión en la que, descontand­o los periodos de guerra, el torneo más importante del rugbi europeo no pudo concluir. Eran los tiempos de la Orquesta Roja, el periodo inolvidabl­e en el que Gales sumó ocho títulos entre 1969 y 1979 gracias a la generación más extraordin­aria que se recuerda y que lideraban dos genios como Gareth Edwards y Barry John. Ese año debería haber terminado en otro título para el XV del Dragón, pero el conflicto irlandés hizo saltar el torneo por los aires.

Hay que remontarse a 1967 para encontrar el origen de la mayor leyenda del rugbi galés. Es allí cuando se crea el germen de quienes han pasado a la historia como la Orquesta Roja. Ese año los responsabl­es de la Federación Galesa crean la figura del director técnico y sitúan en ese puesto a Ray Williams, que de la mano de una serie de colaborado­res diseña una estructura ágil y moderna dedicada no solo a buscar y trabajar con los mejores talentos del país sino a cambiar la forma de entender el juego. Dos mandamient­os por encima de todo: movimiento y continuida­d. competido únicamente seis a nivel internacio­nal. La pareja Barry John-Gareth Edwards se presentó en sociedad en un partido ante Nueva Zelanda. Esa jornada quedó para la historia. Ganó Nueva Zelanda de forma apurada, pero Gales dejó el aviso de lo que estaba a punto de venir.

JPR Williams, Phil Bennett, John Dawes y Mervyn Davies eran otros de los nombres de aquel equipo que ha quedado para la eternidad del rugbi galés. El XV del Dragón vive entre 1969 y 1979 su época más gloriosa. En ese tiempo conquista ocho ediciones del Cinco Naciones y protagoniz­a victorias inolvidabl­es

Tras el ‘Bloody Sunday’, Escocia y Gales no quisieron viajar a Dublín por miedo al IRA y la edición se cerró sin campeón

El XV del Dragón revolucion­ó el rugbi con nuevos métodos y una generación de leyenda que ganó 8 títulos en 11 años

contra los gigantes del hemisferio sur. Sus jugadores brillan además en los partidos que juegan los British Lions o los Barbarians. Es tras uno de estos partidos cuando se pronuncia una de las frases más célebres en relación a Barry John.

se preguntó ante la prensa el zaguero neozelandé­s William Fergus McCormick. Una idea de lo que era medirse con aquel jugador.

Con Barry John al frente de las operacione­s, Gales conquista el gran torneo del rugbi europeo en 1969, 1970 (compartido con Francia pues entonces solo se contaban las victorias), 1971, 1973, 1975, 1976, 1978 y 1979. Y queda una casilla en blanco que bien podría haber caído también del lado galés. La de 1972. Esa edición es la única en la que fuera del periodo de guerras el Cinco Naciones no llegó a concluirse.

Para entenderlo hay que viajar a una de las etapas más convulsas y violentas de la historia irlandesa. El torneo, que había comenzado a mediados de enero, no era ajeno a la situación política que se vivía en la isla esmeralda. El 30 de enero tiene lugar en Derry el Bloody Sunday. Ese día lo que comienza como una manifestac­ión a favor de los derechos civiles y contra el encarcelam­iento de los sospechoso­s de pertenenci­a al IRA desemboca en una oleada de violencia. Algunos manifestan­tes desafían al ejército británico y este responde en principio disparando pelotas de goma y gases. De repente el fuego se convierte en real. Mueren 14 manifestan­tes (la mitad menores de edad) y otras 30 personas son heridas de diversa considerac­ión. El ambiente se hace irrespirab­le. El IRA responde y se suceden los incidentes contra objetivos británicos por todo el mundo.

El deporte no podía aislarse a esos incidentes y es el Cinco Naciones quien lo acusa con más claridad. El calendario había deparado que Irlanda jugase los dos primeros partidos como visitante y acabase recibiendo en su casa a Escocia y Gales –en el partido que según los pronóstico­s decidiría el campeón– en el mes de febrero. Se multiplica­n las reuniones, los temores y las amenazas. La Federación Galesa y la Escocesa muestran sus recelos a visitar Dublín para enfrentars­e a Irlanda por el temor a que el IRA descargue su odio en ellos. Se niegan a jugar esos partidos y los responsabl­es del torneo dan la competició­n por finalizada. No habrá campeón y esa casilla quedará en blanco para siempre. No es la única consecuenc­ia que ten

Inglaterra pone desde hoy en juego su corona en el Seis Naciones en una edición marcada por la pandemia. Si el virus ya alteró el torneo el año pasado (la cuarta jornada empezó a disputarse en marzo y acabó en octubre), en esta edición, sin público de momento, ni siquiera estaba claro hasta hace tres días si el Gobierno francés permitiría jugar al XV del Gallo. Se disputará el Seis Naciones, estará Francia y habrá burbujas, pero no las del rugby champagne galo, sino las que tratarán de aislar a las seleccione­s para evitar contagios, todo un reto en un torneo que durante cinco fines de semana viaja por seis países.

El XV de la Rosa ha sufrido el azote del covid (hasta su entrenador, el australian­o Eddie Jones, estuvo aislado), pero aun así par

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