El ayuntamiento da el primer paso para salvar la Nau Bostik
La comisión de Urbanismo aprueba una propuesta de ERC para desafectar los terrenos, calificados como zona verde, y garantizar el futuro del equipamiento.
El lunes, 15 de febrero, hizo seis años que entraron en la vieja fábrica sin que nadie diera un duro por ellos. Un grupo de vecinos de La Sagrera y de activistas culturales de la ciudad llegaron a un particular acuerdo con La Llave de Oro –propietaria de los terrenos– para resucitar una nave que llevaba una década abandonada en medio de la nada. En este tiempo, y pese a una pandemia sin precedentes, la Nau Bostik se han convertido en un equipamiento imprescindible para el tejido social del territorio, además de un escenario de referencia para el arte urbano en la ciudad (y más allá).
Se trata de un proyecto que ya nadie pone en duda, pero que se mantiene en precario, pues se desarrolla en unos terrenos calificados como zona verde dentro del futuro plan de La Sagrera. Desde La Nau Bostik tienen tres demandas claras: conservar el patrimonio industrial, abrir un proceso participativo con los vecinos para definir los futuros usos del espacio y asegurar que el espacio conserve la gestión comunitaria que le ha caracterizado siempre.
Hasta la entrada de los vecinos y los activistas, este punto era una zona hostil, así que la propiedad les cedió el espacio –entonces tampoco podían construir nada– a cambio de que pagaran el IBI y los gastos corrientes, como llevan haciendo desde entonces no sin dificultades, pues se trata de una nave de 6.000 metros cuadrados cuyo mantenimiento es costoso.
Un largo camino
Ayer, en la comisión de Urbanismo del ayuntamiento, ERC presentó una propuesta en la que plantea que el gobierno municipal impulse los instrumentos urbanísticos necesarios para desafectar los terrenos de la Nau Bostik, retire el amianto de los tejados y verifique la necesidad de una posible descontaminación del suelo para garantizar su continuidad como equipamiento cultural, petición aprobada por unanimidad. Compromiso en comisión que, por el momento, ya es un primer documento al que aferrarse, aunque el camino hasta la desafectación –y consecuente protección– será largo.