Deportistas discriminados
Desde que tengo memoria he estado rodeado de deporte y ocio. Estudié CAFE (ciències de l’actividad física i l’esport, no INEFC) y soy director de lleure. Hace más de 20 años que me dedico al ámbito del deporte y el ocio, y desarrollo mi labor en la Associació Esportiva Thos i Codina de Mataró. Desde pequeño, siempre he oído cómo se destacaba la labor integradora, cohesionadora y educativa del deporte y el ocio, algo que me mostraba que mi sociedad apostaba por ello y lo valoraba como una forma de educar, de aportar bienestar físico y mental y de contribuir al desarrollo personal de niños y niñas.
A medida que he ido creciendo y he ido viendo la realidad de lo que se dice respecto de lo que se hace, he combrobado que existe una doble moral que me produce indignación y rechazo hacia, sobre todo, la situación que estamos viviendo. En un principio, el mundo se detuvo, también en el caso del ocio y el deporte. Una vez se levantaron las primeras restricciones, lo primero que volvió fue el deporte profesional, lo cual se puede entender porque es una profesión y hay intereses económicos. Pero ¿qué pasó? Que los futbolistas tenían acceso a PCRs cada tres días, mientras que, en ese momento, los sanitarios de primera línea no lo tenían. Da que pensar, ¿verdad?
Una vez se inició el curso, con la segunda oleada se decidió que todas las actividades deportivas y educativas extraescolares quedaban suspendidas, exceptuando las profesionales y de nivel nacional. Este hecho fue muy grave, ya que discriminaba a los deportistas entre profesionales y no profesionales y provocando que, según el nivel que tengas en esta sociedad, puedas hacer deporte o no.
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