Al ritmo del patriarcado
Britney Spears, una mujer que ha sabido lidiar con el machismo, es ahora, por orden del juez, prisionera de su padre
Es un secreto a voces que el mundo de la música es un invernadero de purpurina y miseria. Bajo la intensidad de los focos se esconden las sombras más densas, que invaden y oscurecen el espacio que existe más allá del escenario, allá donde los artistas son personas y sudan, lloran, sangran como todos los demás, a escondidas de todos los demás. Cuando la fiesta termina, el público vuelve a su realidad, pero deja al artista encerrado en esa ilusión, vistiendo de farándula su humanidad, maquillando su existencia para poder consumirla siempre bajo el paradigma del espectáculo. Deshumanizamos al artista y nos lo comemos a bocados grandes, con ansiedad. Y cuando las migas responden y deciden que ya es suficiente dolor y desgarro, y deciden luchar para poder recomponerse, y gritar hasta desgañitarse que son personas y no iconos, que son como nosotros, de carne y hueso, de miedo y dolor, de corazón y soledad... nos llevamos las manos a la cabeza en absoluto desconcierto. ¿Por qué gritan? ¿Qué les pasa? Deben de estar enfermos, mal de la cabeza.
De entre todos los artistas que podrían leer esto y asentir con fuerza hasta hacerse una contractura en el cuello, brilla con luz propia la dramática historia de
Britney Spears, que, además de artista tremendamente exitosa, es mujer; un pecado por el que tendría que sufrir a nivel exponencial, infinitamente más que cualquier hombre en su lugar.
El documental Framing Britney Spears, de The New York Times, está causando furor y estragos entre el público fan y aquel que tan solo andaba de paso. El espectador parpadea, sorprendido, escandalizado. ¿Cómo es posible? ¿Cómo permitimos que tal abuso sucediera y siga pasando? Pero todos sabemos de las desventuras de Amy Winehouse, Kesha o Madonna, por poner un par de ejemplos de los miles que podríamos encontrar si nos atreviésemos a escuchar atentamente y sin juzgar, sin imponer un sistema de opresión constante que anula la identidad y agencia de la mujer. Sin responder a la imperiosa necesidad del patriarcado de frenar el proceso de aquellas que se niegan a doblegarse ante un sistema social que las ha educado en que no llegarán nunca, en que no son capaces ni merecedoras de atención o reconocimiento, que dejen de soñar, que se les va a pasar el arroz si se descuidan.
El patriarcado infantiliza y anula a la mujer. Le niega su identidad, su libertad de acción, sus sueños y metas. Le dice que no puede, que ni lo intente. Cuando resulta que puede, la frena. Y cuando recupera el ritmo, la juzga y la calumnia hasta el punto de convencer al mundo entero de que está loca, necesita ayuda, hay que pararla, no puede ella sola. Es frágil e inocente, y tonta.
En el documental vemos cómo Britney Spears queda atrapada en una curatela (concepto y término legal que desconocía antes de ver el documental que consiste en poner la autonomía completa de una persona en manos de otra), y es negada de todo derecho sobre su persona y patrimonio, hasta el punto de no poder elegir siquiera a un abogado que la defienda en el juicio en el que se ha de decidir si va a estar en una curatela o no. Queda anulada, atrapada desde el principio. La tacharon de loca por atreverse a ponerle límites al abuso al que estaba sometida. Rapándose el pelo, porque estaba agotada de tanta extensión y peluquería. Atacando a un paparazi tras años de pedirles espacio y ayuda, porque estaba asustada, abrumada, y ya no podía más.
Britney Spears, una mujer joven que ha trabajado hasta el agotamiento, que siempre ha sabido lo que quería y cómo, que ha hecho gala de una dignidad férrea y la más exquisita de las marcas personales. Una mujer que ha sabido lidiar con una elegancia incomparable el machismo lacerante que la ha sexualizado y vilipendiado constantemente, desde la más tierna infancia. Que ha levantado un imperio con esfuerzo, constancia, dedicación y amor a su trabajo. Una mujer hecha a sí misma, contra viento y marea, lleva más de una década atrapada bajo el control ruin y miserable de un hombre que nunca la quiso, y una sociedad que no pudo valorarla.
Britney es prisionera ahora de su padre, un padre ausente durante la mayor parte de su vida y toda su carrera profesional. Un hombre que no tiene ninguna preparación o formación que le haga digno de ser el director de una curatela. Un hombre que ha llevado a la ruina a su familia varias veces, incapaz de mantener un trabajo, dándose al juego y la bebida. Este padre ausente, incompetente, es ahora dueño de su hija. Que alguien por favor me explique cómo es esto distinto a la Edad Media.
La tacharon de loca por atreverse a ponerle límites al abuso al que estaba sometida