Regreso al futuro de Leo y Pau
Cuando el pívot se fue a la NBA en 2001 dejó un Barça muy parecido al actual: sequía de títulos en el Camp Nou, gradas vacías y una estrella muy sola exprimiéndose para entrar en Europa.
Cuando en 2001 Pau Gasol puso rumbo a la la NBA dejó a un Barça en una situación muy parecida a la que encuentra en su regreso: el equipo de básquet, al que había guiado a la conquistar de Liga y Copa, era de las pocas buenas noticias en un club en descomposición. El equipo de fútbol era un desastre, llevaba dos temporadas sin ganar ningún título y las gradas estaban casi tan vacías como ahora (apenas un 59% de asistencia en la temporada 2001-2002).
Los que peinan canas recordarán muchos partidos soporíferos como la primera parte de ayer ante el penúltimo, cambiando apenas los nombres de Christanval por Umtiti, Rochemback por Pjanic o Geovanni por
Trincao. Joan Gaspart había invertido tan mal el dinero de Luis Figo como Josep Maria Bartomeu el de Neymar, y el banquillo del Camp Nou había tenido tres entrenadores en un año (Serra Ferrer, Carles Rexach y Louis Van Gaal), igual que ahora (Ernesto Valverde, Quique Setién y Ronald Koeman), sin que nadie lograra poner fin al hundimiento. Lo más celebrado en ese 2001 en un cada vez más vacío coliseo barcelonista fue una chilena agónica de Rivaldo que daba el último billete a la Champions tras acabar cuarto en Liga (posición que el Barça ocupaba ayer antes de empezar a jugar ante el Elche).
La estrella brasileña, que dejaría Barcelona un año después, emanaba un hartazgo y soledad similar al de Messi. Leo tuvo que salir ante el Elche al rescate, como casi siempre, arrancando desde el centro del campo para acabar resolviendo tras una pared con Braithwaite; culminando un jugadón de De Jong, talentoso centrocampista neerlandés que, como Cocu hace dos décadas, ha tenido la mala suerte de llegar a un Barça de entreguerras; y sirviendo un pase de quarterback para Braithwaite que Alba culminó en el 3-0. Tres fogonazos para desatascar el encuentro y exorcizar el fantasma del Cádiz.
Esperando juego y córneres
Messi aterrizó en el Barça el 14 de diciembre de 2000 y apenas coincidió medio año con Gasol en ese club en crisis que empezaría a renacer en 2004, en la temporada del debut del argentino en el primer equipo. Gasol quizás podría solventar una de las muchas carencias del Barça de Koeman: los goles de córner. Cuando el 8 de agosto Lenglet convirtió uno ante el Nápoles estaba Setién en el banquillo, Luis Suárez vestía de azulgrana y Bartomeu era presidente. Muchas cosas han ocurrido desde entonces, entre ellas tres revolcones europeos. En cambio, el Barça solo ha logrado convertir en diana un córner más, de Martin Braithwaite en Kiev.
A falta de córneres y juego, el Barça se sigue aferrando a Messi para seguir a flote a la espera de tiempos mejores. «La primera parte nos ha costado bastante y costaba muchísimo, en la segunda hemos metido enseguida el 1-0 y se han creado muchos más espacios. Claras, claras no hemos tenido muchísimas, las que hemos tenido, las hemos metido», comentó Alba, que sigue creyendo que hay Liga.