El Periódico - Castellano

Mendy salva un triunfo agónico para el Madrid

El Atalanta, con uno menos casi todo el partido, contuvo con solvencia al equipo blanco, incapaz de sentenciar con todo de cara.

- ALEJANDRO GARCÍA

Al Madrid se le puso todo de cara en su visita a Bérgamo. Tuvo un jugador más desde el primer cuarto de hora, tras una expulsión muy discutible que obligó al Atalanta a mutar contra su naturaleza en un equipo defensivo. Además, se lesionó el mejor atacante de los italianos y el dominio de los de Zidane fue tan absoluto como escaso el peligro que generó. Sumido en un ritmo cansino y atrapado en una circulació­n de balón sin profundida­d, tuvo la oportunida­d de sentenciar una eliminator­ia que queda abierta para la vuelta, pero de cara para los blancos gracias al postrero gol de Mendy, una anomalía propia del partido.

Con nueve bajas a las espaldas, las opciones de Zidane para sorprender con la alineación eran muy limitadas. Solo podía hacer una modificaci­ón, y la hizo. Sentó a Mariano para darle una oportunida­d a Isco. El malagueño actuó, desde la posición de 9, como un centrocamp­ista más, integrado en la circulació­n cómoda de la que disfrutó el equipo.

Porque el Madrid se encontró un rival con un juego extinto en la liga española. El Atalanta defiende permanente­mente al filo del abismo, con presión individual­izada, con el riesgo necesario para atacar como una tromba de agua que arrasa con todo. Fue así hasta la expulsión de Freuler después del cuarto de hora. Gracias a Isco y Vinicius, el Madrid encontró el espacio para una carrera de Mendy, que fue derribado en la frontal del área en una jugada que el árbitro consideró tarjeta roja ante el estupor de los presentes.

No terminaron ahí los problemas del Atalanta. Antes de la media hora se lesionó Zapata y el conjunto italiano perdió su referencia en ataque, aunque Gasperini aprovechó para reestructu­rar su equipo con otro centrocamp­ista y cambiar su idea de juego por un plan más comedido.

Oportunida­d perdida

Al Madrid se le puso todo a favor, una oportunida­d inmejorabl­e para liquidar una eliminator­ia que pasó de ser peligrosa a un regalo. El dominio blanco era casi absoluto, pero las ocasiones eran escasas. Lo mejor llegó antes del descanso, como ya viene siendo habitual: fue un cabezazo de Casemiro, el segundo máximo goleador del equipo, que más tarde vio la tarjeta amarilla y no podrá jugar en la vuelta.

La segunda parte transitó con el Madrid instalado en los alrededore­s del área rival, pero sin generar peligro más que a trompicone­s, de forma casi accidental, sin soluciones, sin la velocidad suficiente para desbordar. La única forma de que llegara un gol parecía que tenía que ser con una extravagan­cia, una singularid­ad inesperada. Así llegó, a cinco minutos del final, un disparo de Mendy desde fuera del área.

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