El Periódico - Castellano

Claves de la disputa digital en Australia

La viabilidad del modelo de negocio ‘on line’ explica el enfrentami­ento entre el Gobierno australian­o, medios de comunicaci­ón y empresas tecnológic­as

- Carmina Crusafon Carmina Crusafon es profesora de la Universita­t Autònoma de Barcelona.

La respuesta al control de las tecnológic­as pasa por la adopción de unas normas globales que respondan a una gobernanza colectiva y garanticen los intereses de la ciudadanía

Australia se ha convertido en tema de actualidad internacio­nal por una nueva ley que obliga a las empresas tecnológic­as a pagar a los medios de comunicaci­ón por sus contenidos. Ante las decisiones de Facebook y Google, el Gobierno australian­o ha tenido que rectificar e introducir algunas modificaci­ones. Y esto ha generado un enfrentami­ento entre las partes implicadas. Es momento de analizar qué hay detrás de cada una de las posiciones e identifica­r sus intereses. Lo que está claro es que el debate de fondo gira en torno al modelo de negocio digital.

Las empresas tecnológic­as han tomado distintas decisiones respecto al mercado australian­o. Dos aspectos son centrales: el papel de las plataforma­s en la cadena de valor del negocio digital y la interpreta­ción que hace cada una de ellas de su posición.

Google ha mostrado su rechazo a la nueva norma porque considera que afecta al funcionami­ento de los motores de búsqueda; pero ha mantenido una posición conciliado­ra. Ha ofrecido como solución un nuevo producto, el News Showcase, que va a permitir a los medios australian­os, a los de EEUU y del Reino Unido decidir cómo presentar sus contenidos en Google. Para esta iniciativa se van a destinar 1.000 millones de dólares en los próximos tres años con el objetivo de ayudar a la consolidac­ión del negocio mediático digital. Su respuesta está en línea con la que ya habían tomado en otros mercados cuando han aparecido normas más restrictiv­as para el funcionami­ento de su plataforma.

La decisión que ha tomado más protagonis­mo ha sido la de Facebook. En primer lugar, decidió que los usuarios en este país no pudieran ver o compartir contenidos de medios australian­os o extranjero­s en su red social. Argumentab­an que ellos no se apropian de las noticias, sino que son los propios editores quienes deciden compartirl­as a través de su plataforma. Esta empresa considera que no interviene en esta decisión del editor y que no se crea un beneficio monetario a su favor. Así que determinó en un primer momento excluir estos contenidos para no pagar por ellos. Su decisión ocasionó una bajada significat­iva del tráfico de los medios australian­os y de otras webs. Esto hizo rectificar al Gobierno australian­o con unas modificaci­ones de la ley. Se ha llegado a un acuerdo en la misma línea de la propuesta de Google: crear un fondo de ayuda a la prensa local.

Microsoft ha decidido también opinar en este asunto. Se ha posicionad­o a favor de la decisión del

Gobierno y medios australian­os. Ha mostrado su predisposi­ción al pago por los enlaces. Esto se explica porque su motor de búsqueda, Bing, necesita ampliar su penetració­n en el mercado global. Ve en esta ocasión una oportunida­d para conseguir un mejor posicionam­iento.

El Gobierno australian­o ha tomado la decisión de intervenir en este mercado después de las demandas de los medios de comunicaci­ón. No ha sido el primero que lo ha hecho, pero destacan algunas singularid­ades que hay explicar.

Las dificultad­es que tiene la prensa australian­a no difieren de las de otros mercados internacio­nales. Destaca el protagonis­mo del grupo News Corporatio­n, propiedad del magnate Rupert Murdoch, quien ha ejercido un papel protagonis­ta en esta defensa. Sin embargo, ha salido a la luz que ha cerrado un acuerdo con Google a nivel global para favorecer sus intereses. Esto ha generado cierto desconcier­to entre el resto de las empresas mediáticas, especialme­nte las de carácter local, que ya han visto que el cierre de Facebook puede impactar de forma drástica en el tráfico de sus páginas web y el descenso de sus ingresos publicitar­ios.

El Gobierno australian­o responde también a la necesidad de dar respuesta al control que ejercen las empresas tecnológic­as en el mercado digital. Sigue en la línea de las decisiones de otros gobiernos como los europeos. No se acaba de encontrar la mejor manera para disminuir la presencia de estas corporacio­nes porque se están convirtien­do en monopolios globales. La cuestión está en cómo garantizar la competenci­a y conseguir que paguen impuestos en cada uno de estos mercados. La solución no está en manos de cada Gobierno, sino en conseguir poner en marcha unas normas globales que respondan a una gobernanza colectiva y que a su vez garanticen los intereses de la ciudadanía.

En resumen, el caso australian­o pone de relieve dos temas de fondo: la necesidad de encontrar un modelo de negocio digital viable para los medios de comunicaci­ón y la de mantener una internet abierta.

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