Recuperar el terreno perdido
Los parques de Ciutat Vella sufrieron el turismo y la gentrificación. La Barcelona poscovid tiene que guardarlos para la infancia
¿Q ué familia de Barcelona no ha salido precipitadamente de su
piso un sábado por la mañana, escapando de la locura de un piso tomado por niños y niñas, en búsqueda de escape al aire libre, de un parque de barrio, de un café con leche (o dos), para afrontar el resto del día?
Pero, ¿qué significa verdaderamente para las familias tener acceso al verde urbano? Es una pregunta que explora, por ejemplo, el último documental de Alberto Bougleux, To green or not to green. En Barcelona, la ciudad más densa de Europa –y sobre todo en su centro histórico, que tiene hasta 400 habitantes por hectárea– ¿qué experiencia tienen las familias cuando buscan un poco de libertad para sus hijos e hijas?
Del colapso al vacío
En los dos últimos años, Ciutat Vella ha pasado de tener espacios públicos afectados por el turismo y la gentrificación a convertirse en un barrio vaciado de visitantes por el covid-19. Lo que no queda claro, es su futuro –y el futuro de sus espacios públicos– después de la pandemia. Además, Ciutat Vella es uno de los distritos con menos espacio verde por niño o niña (87 metros cuadrados) de la ciudad, muy por debajo de distritos como Sarrià-Sant Gervasi (718 metros cuadrados).
Un reciente estudio apunta también a desigualdades importantes en relación al acceso al verde en los entornos escolares. La infancia de Ciutat Vella tiene niveles de cobertura vegetal dentro y alrededor de las escuelas de los más bajos de la ciudad (3% y 7%, respectivamente, frente a los promedios de 7% y 17%) aunque disfruta de un mayor número de espacios públicos de juego y verdes (generalmente pequeños).
Además, el tema de acceso no lo es todo. Podemos tener espacios verdes cerca de casa y no usarlos. En el barrio de la Ribera, una investigación en la cual participó mi grupo, con 85 familias de la zona, reveló que el 68% se sienten menos satisfechas con sus parques infantiles, y el 61% menos bienvenidas que hace 3-5 años. Además, en el barrio hay una proporción de 1 niño por cada 5 adultos, lo que resulta en un espacio dominado por actividades adultas mucho más que infantiles.
Por el contrario, en Poblenou, por ejemplo, la ratio es de 1 por 1 y el 77% de las familias del barrio se sienten más satisfechas con sus parques que hace 3-5 años. En este periodo, Ciutat Vella ha sufrido una fuerte gentrificación turística y de expatriados. Eso ha resultado en un 13% menos de familias entre 2007 y 2016. Una vecina de la Ribera nos dijo: «Muchos de los vecinos se han ido por el precio del alquiler… El crecimiento del turismo y el vecindario han hecho que los propietarios aumenten los precios, y las familias no pueden pagar por esto».
‘Desahuciados’ del barrio
Gentrificación, turistificación y pérdida de sentimiento de comunidad han ido juntas. Estos procesos de cambio en el barrio han deteriorado el sentido de pertenencia.
En 2019, muchas vecinas compartían también percepciones de inseguridad callejera por los robos –a veces violentos– que incrementaron en el barrio durante el periodo 2018-2019. Una madre vecina del barrio declaró: «Me siento muy mal…. los niños solían ir [al Pou de la Figuera] todos los jueves [con otros de la escuela Cervantes] a jugar en la arena, y ahora no pueden hacerlo. Los papás no querían que fueran allí porque no era un espacio seguro para los niños... Es fundamental que los niños tengan un espacio donde puedan jugar en la arena, pero ahora lo han perdido. Me siento triste por perder eso». En 2019, las familias se sentían a la vez desahuciadas social y físicamente del barrio.
Señales esperanzadoras
En 2020, dentro de la tragedia humana y social que ha sido el covid19, las fotos que han surgido por las redes sociales y los periódicos, de niños y niñas atendiendo un festival de circo en la plaza del Rei, bajando por las calles del Gòtic con su patinete o jugando a la pelota frente al Mercat de Santa Caterina, han sido el símbolo más fuerte de la recuperación del barrio por sus residentes invisibles y excluidos durante años.
Otra señal de esperanza es el proceso participativo del Plan de Acción Octubre 2020-Febrero 2021 para redinamizar el Pou de la Figuera y disfrutarlo como un espacio de y con las familias de barrio, como fue en los años 2000, cuando el vecindario se movilizó para defender ese espacio.
Llegará la Barcelona poscovid19. Volverán los turistas (y muchos serán bienvenidos). Pero debemos garantizar el derecho de niños y niñas a acceder y disfrutar de los espacios públicos y verdes de su ciudad, tan importantes para su bienestar relacional y el de sus familias.
Isabelle Angelovski es investigadora ICREA en el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals. Integrante de la Red de Científicas Comunicadoras de EL PERIÓDICO
Ciutat Vella tiene bajos niveles de verde dentro y alrededor de las escuelas
Las fotos de niños y niñas jugando en las calles del Gòtic son una señal de cambio