Guillermina Motta Sílvia Comes, Anna Roig, Laura Simó y Mone Teruel estrenan hoy en Barnasants el concierto Una bruixa com nosaltres, reivindicando y homenajeando a la cantautora e intérprete barcelonesa.
El concierto ‘Una bruixa com nosaltres’, a cargo de Sílvia Comes, Anna Roig, Laura Simó y Mone Teruel, ensalza el repertorio de la cantante, retirada de los escenarios desde 2002.
Hace algo más de 18 años que ofreció sus últimos recitales, en la extinta sala L’Espai, pero el silencio a veces revaloriza las cosas, siempre que dispongamos del tiempo para reparar en ellas. Sílvia Comes lo ha hecho en Una bruixa com nosaltres, el espectáculo que reivindica, así, sin rodeos, a Guillermina Motta, la en su día octava integrante de Els Setze Jutges. Propuesta en tándem con otras tres voces, Anna Roig, Laura Simó y Mone Teruel, que se estrena este domingo en el Teatro Joventut, de L’Hospitalet (Barnasants).
Un proyecto que viene de lejos, ya que Pere Camps, director del festival, se lo propuso a Comes en 2019. Las agendas no cuadraron y la pandemia hizo el resto. Pero nunca es tarde para disfrutar de la obra de una artista que sigue sorprendiendo por «la cantidad de teclas que tocó, siendo siempre ella». La Motta cupletista y la enamorada de la chanson, la que cantó a Vázquez Montalbán y a Josep Carner, siempre «con elegancia», destaca Comes, y manejando una voz precisa y clara.
Lo reflejan los registros discográficos, «de tiempos en que no se grababa como ahora, que se pueden editar las incorrecciones». Intérprete «con intención», aspecto este reflejado en el espectáculo, donde «se ha tenido presente su vertiente de actriz». Prevalece en el imaginario la Guillermina Motta que se valía de la picardía o de un costumbrismo satírico: de la temprana No puc dormir soleta (adaptación de un texto anónimo del siglo XV), a las adaptaciones de Boris Vian (No us caséssiu pas, noietes, Fes-me mal, Johnny) y a la revisión de cuplets como Jo vull ser mis o Remena, nena. Piezas que, si se valían de una apariencia frívola, era con la finalidad de «provocar la reflexión», apunta Sílvia Comes, que destaca a la Motta «poderosísima y atrevida, cantando al amor y al sexo, y a sensaciones que parecían exclusivas de los hombres».
Joyas ocultas
En la actualidad, apunta, «lo decimos todo, y mal dicho, y entonces costaba más decir ciertas cosas». En la línea feminista se sitúa la pieza que inspira el título del concierto, Una bruixa com les altres, de Anne Sylvestre. El espectáculo se ha ido construyendo a través de la conversación discreta con la artista, que ayudó a Comes a descubrir alguna que otra «joya oculta» de su repertorio. Piezas que se distancian de aquellas alegrías, como El mestre d’escola (Gilbert Laffaille), No, tu no tens pas nom (otra de Anne Sylvestre) o el tango Amablement
(Iván Díez y Edmundo Rivero), que tocan materias poco gratas: el educador ejecutado en tiempo de guerra, el aborto, el crimen pasional.
Ella, la Motta, se lo mira con «ilusión y emoción», asegura Sílvia Comes. «Está orgullosa de su obra y mantiene el criterio clarísimo y fresco sobre lo que hizo, como si mañana mismo fuera a sacar un disco».