Los abusos a menores se enmascaran detrás del confinamiento
Entidades que trabajan con niños denuncian que parte del maltrato infantil no sale a la luz porque la pandemia ha reducido las visitas al pediatra y ha alejado a los alumnos de los profesores, dos figuras que hasta ahora detectaban numerosos casos.
Igual que ocurrió con la violencia machista, expertos y asociaciones de defensa de los derechos de los menores sospechan que el maltrato que sufren los niños y los adolescentes también ha crecido durante a la pandemia y el confinamiento. El problema es que no está aflorando. Durante el primer semestre del año pasado, cayeron entre el 50% y el 44% los casos graves de maltrato infantil en Catalunya. El número de familias que están en seguimiento por sospechas de negligencias o desatenciones a menores también ha decrecido el 10%. Las entidades piden un plan específico para que los niños dispongan de un espacio de confianza y puedan verbalizar los abusos, mientras que los profesionales que abordan los casos insisten en que necesitan refuerzos. «Es un cóctel explosivo», resumen desde Save The Children.
En marzo de 2020, cuando estalló la pandemia de covid, los equipos de atención a la infancia y adolescencia (EAIA) en Catalunya estaban siguiendo a 17.828 menores en posible situación de riesgo o maltrato infantil. La mayoría de los casos eran sospechas de desatención o negligencias sobre las que advierten los servicios sociales, los médicos o las escuelas para que este servicio especializado que depende de la Direcció General d’Atenció a la Infància i a la Adolescència (DGAIA) esclarezca qué ocurre en casa y revierta la situación. En diciembre de 2020, tras meses de encierro, el número de menores en seguimiento por los EAIA no solo no subió: cayó el 7%.
Menos ojos vigilando
«De marzo a julio nos encontramos con un cierre total. Los pediatras, las escuelas y los servicios de drogadicción dejaron de estar presentes en la vida de estos menores y de sus padres. Fuimos los únicos que estábamos conectados con ellos. Perdimos muchos ojos para
detectar qué ocurría», explica Gemma Martínez, presidenta de la asociación ASP EAIA, que representa a los profesionales de este servicio. Lo que más detectaron fue que muchas de las familias se vieron sin ingresos, sin acceso a suministros, sin poder pagar la alimentación y viviendo en pisos sobreocupados. Fueron los EAIAS los que se encargaron de tramitar, de forma telemática, todo tipo de ayudas para estos hogares.
«Estrechamos el contacto con los familiares, trabajando para canalizar el estrés y la frustración para que ello no repercutiera en los niños», agrega Martínez. «En otros casos, las situaciones de violencia se agravaron. Nos llegaban imágenes y vídeos, y también oíamos directamente las peleas que ocurrían en los domicilios», cuenta Martínez. En estos escenarios los profesionales activaron los equipos de urgencia de la Generalitat contra el maltrato infantil (UDEPMI) para que los niños salieran de casa de forma urgente.
Durante el primer semestre de 2020, la UDEPMI atendió a 989 menores en situaciones graves de maltrato infantil. Son el 50% menos que en el mismo periodo del año anterior. Y si tenemos en cuenta los datos globales de todo el año, las atenciones cayeron el 44%. «El problema es que no nos podían llegar los casos nuevos. Las escuelas, los centros hospitalarios y de control rutinario de consumo de drogas a los padres cerraron. Además, los niños no podían salir de casa ni hablar con un entorno de confianza para relatar los abusos que estaban sufriendo. Y nosotros estábamos haciendo horas extras para seguir de cerca las familias que ya teníamos asignadas», señala Martínez. Hace décadas que ASP EAIA reclama un aumento de recursos ante los casos de maltrato infantil. «Hoy más que nunca. Los casos son cada vez más complejos y necesitamos más tiempo para poder evaluar la situación de las familias que atendemos», comenta Martínez.
También se redujeron de forma abrumadora las detecciones de maltrato hechas por parte de los hospitales y los pediatras. En el primer semestre de 2020, los casos de maltrato infantil reportados por los sanitarios cayeron el 43%. En el total del año, la reducción fue del 25% respecto 2019.
Equipos desbordados
«Hemos perdido casi un año en poder detectar casos de maltrato infantil debido a la emergencia sanitaria, aunque los factores de riesgo han aumentado considerablemente. El 80% de los niños maltratados tiene al agresor en casa. Y el servicio que debía de protegerles (los CAP, la escuela y los Servicios Sociales) cerró o estaba colapsado», señala Anna Fábregas, pediatra del Hospital Vall Hebrón.
Esta especialista lleva cinco meses coordinando la unidad EMMA, especializada en la detección y recuperación de abuso sexual infantil en Barcelona ciudad.
En 2020, el hospital detectó 134 casos de maltrato infantil. «Estamos desbordados. En la unidad EMMA preveíamos una media de 10 casos a la semana y lo hemos duplicado», indica la pediatra. «Necesitamos recursos y que la infancia esté a primera plana de la agenda política», señala. La especialista insiste en que es muy importante que todos los profesionales que atienden a menores puedan detectar conductas que a veces esconden maltrato infantil. Entre ellas, autolesiones, consumo de tóxicos, crisis de ansiedad y dolencias gastrointestinales.
«Es necesario que se activen planes y programas específicos porque no estamos encontrando con un aumento de casos de maltrato infantil», señala Beatriz Barrera, portavoz de la oenegé Vicky Bernadet. «Es cierto que la escuela ha vuelto, pero no es la misma escuela de antes, no hay espacios de confianza y de escucha para que los niños puedan verbalizar estas situaciones de violencia. Tampoco hay extraescolares y la campaña que se hizo en el caso de la violencia machista no se ha replicado para los menores», se queja.
Falta de políticas y estudios
Save The Children deplora asimismo la falta de políticas y estudios públicos para llegar a los abusos en la infancia. «Estamos viviendo un cóctel explosivo. Han aumentado las situaciones de riesgo de los menores pero no ha habido ninguna campaña publicitaria, ningún refuerzo para denunciarlo. Los dispositivos no se han adaptado a la situación», lamenta la responsable de Políticas de Infancia de la oenegé, Emilie Rivas.
Un estudio de la entidad reveló que el 12% de los padres había pegado a sus hijos durante el confinamiento. Pero Rivas intuye que la cifra es mayor: «El castigo físico y corporal es una chacra demasiado arraigada en la sociedad. Hay mucha gente que cree que pegar o humillar a un niño es educarlo. Y no, es maltrato que genera dolor, físico y sobre todo emocional».