Continuidad y discreción en el ‘laboratorio’ de Perpinyà
Desde su llegada a la alcaldía hace nueve meses, Louis Aliot está manteniendo una actitud contenida y carente de provocaciones. La líder de Reagrupación Nacional, Marine Le Pen, «se está moviendo ahora rápidamente en esta dirección», asegura un experto en
Desde el 28 de junio, Perpinyà es la primera ciudad francesa de más de 100.000 habitantes en manos de Reagrupación Nacional (RN). Su alcalde, Louis Aliot, fue vicepresidente del partido entre 2011 y 2018 –hoy sigue en la ejecutiva– y está considerado el artífice del giro moderado de la formación que fundó en 1972 Jean-Marie Le Pen.
En estos nueve meses, el balance de la gestión de Aliot puede resumirse en dos palabras: continuidad y discreción. Una actitud contenida equiparable a la que mantiene a nivel nacional la actual líder de RN e hija del fundador, Marine Le Pen, lo que ha hecho que algunos analistas consideren a Perpinyà como el nuevo laboratorio de la extrema derecha francesa.
Según explica a EL PERIÓDICO Nicolas Lebourg, historiador y experto en extrema derecha, Aliot logró lo que RN no consigue nunca: seducir al electorado burgués y al de más edad. «Su fusión de conservadurismo social, liberalismo económico y rechazo a la inmigración sin provocar le permitió hacerse con los votos de los barrios ricos que habían apoyado a Macron contra Le Pen». Y la dirigente, añade, «se está moviendo ahora rápidamente en esta dirección».
«Hasta ahora mantiene un discurso muy tranquilito sobre el islam y la inmigración. Está siendo muy discreto», destaca el analista y bloguero local Nicolas Caudeville, quien reprocha a Aliot su ausencia de proyecto municipal: «Como decía Mussolini, el único programa era ganar el poder».
Jacques Ollion, responsable en Perpinyà de la oenegé de apoyo a los inmigrantes La Cimade, coincide: «La vida diaria no ha cambiado mucho, es más o menos como antes [...] y en la gestión no hay sorpresas, se mantienen las mismas prioridades; es decir, la seguridad y la propiedad». Y subraya la ausencia de «gestos extremadamente provocativos» por parte del alcalde, en contraste con los inicios de Robert Ménard como edil de Béziers, el anterior campo de pruebas de la ultraderecha en Francia.
Dos disputas
Por el momento, son dos las decisiones que están provocando más controversia en la histórica capital del Rosellón. En primer lugar, la decisión de Aliot de renovar el logo de la ciudad. Del eslógan Perpinyà, la catalana se ha pasado a Perpinyà, la radiante, y la imagen del Castillet se ha cambiado por una recreación de San Juan Bautista, atentando contra dos pilares: el sentimiento de catalanidad de los perpiñaneses y el laicismo del Estado francés. «El escudo de armas de Perpinyà con San Juan Bautista data de 1340. Este regreso a la esencia era necesario», ha defendido el edil ante el alud de críticas. Infantil, ridículo, grotesco o feo son algunos de los calificativos que está cosechando.
El alcalde también ha acaparado titulares con su rechazo a la creación de una casa de acogida para menores no acompañados en un antiguo hotel. En su lugar, quiere ubicar una comisaría de la policía, un proyecto que ya promovió su predecesor, Jean-Marc Pujol, para aumentar la presencia policial en el depauperado y conflictivo barrio de Saint-Jacques. El caso está en los tribunales.
El tiempo dirá si Le Pen sigue el camino abierto por Aliot.