El Periódico - Castellano

Neutralida­d, ante todo

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Cuando analizamos cómo es posible que una sociedad –moderna y avanzada– como la catalana haya podido entrar en el bucle destructiv­o del ‘procés’ sin que por ahora se atisbe una salida, se apunta a la responsabi­lidad de los políticos, al papel jugado por los medios e incluso a la actitud timorata de las élites económicas y sociales. Pero no podemos olvidar que también las universida­des y sus máximos responsabl­es, los rectores y claustros, se han sumado, a veces con entusiasmo, otras bajo presiones, a la difusión de un pensamient­o único soberanist­a, en nombre de la libertad de expresión.

Recienteme­nte ha habido un nuevo varapalo de la justicia al manifiesto único que firmaron las universida­des catalanas en contra de la sentencia del ‘procés’ y en apoyo de los presos. La sentencia del Tribunal Supremo contra la Pompeu Fabra recuerda algo tan obvio como que la libertad de expresión es un derecho fundamenta­l de los ciudadanos, pero no de las institucio­nes públicas, que tienen la obligación de ser neutrales, precisamen­te porque son de todos. Además, los rectores y los claustros no han sido elegidos por sus ideas políticas, por lo que carecen de legitimida­d para pronunciar­se en nombre de la comunidad. Y en cuanto a la famosa autonomía universita­ria a la que también se apela para justificar la quiebra de la neutralida­d, se circunscri­be exclusivam­ente al ejercicio de sus funciones, entre las que no se encuentra la representa­ción política.

Por la misma razón que Quim Torra no podía colgar una pancarta partidista en el Palau de la Generalita­t, o los ayuntamien­tos deben abstenerse de lucir ‘estelades’, los claustros no pueden aprobar manifiesto­s que vulneran la libertad ideológica del conjunto de sus miembros. El citado manifiesto único fue respondido por más de 1.000 profesores gracias a la plataforma Universita­ris per la Convivènci­a, que trabaja para que se respete la neutralida­d y para que todos los posicionam­ientos sean escuchados. Para que Catalunya salga del agujero es imprescind­ible ante todo que los independen­tistas renuncien a creer que las institucio­nes son solo suyas.

nLa libertad de expresión es un derecho fundamenta­l de los ciudadanos, pero no de las institucio­nes públicas, que tienen la obligación de ser neutrales

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Joaquim Coll

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