El rebelde que no entiende de ningún tipo de jerarquías
Acabó sentado Ilaix Moriba (18 años) sobre el césped de Valdebebas mirando al horizonte como si buscara respuesta alguna. No la encontró. Ni 20 minutos necesitó el joven para romper con todas las jerarquías, también en el equipo, donde ya ha pasado por delante de Riqui Puig. Para Koeman, Ilaix, un centrocampista singular, con gran llegada, está siempre antes. Entró por Araujo y, casi de forma inmediata, pisó el área blanca con un remate de cabeza atrapado por Courtouis apovechando un centro de Messi desde la derecha.
Ni tres minutos llevaba Ilaix en el césped de Valdebebas ganando gracias a su poderoso físico el salto a Militao. El primer mensaje para demostrar que entró en el clásico con fuerza. No solo en acciones futbolísticas sino también en el otro fútbol, cuando se encaró con Casemiro para demostrar que su estreno en un MadridBarça no le iba a intimidar. Todo llegó por una entrada del centrocampista brasileño a Messi, que desató la reacción de Ilaix, reprendido también casi al instante por Modric. Las vacas sagradas del Madrid querían asustar al imberbe adolescente culé que vivía su primer clásico. Pero no lo consiguieron.
Ilaix ya había sido el primero en acercarse a Gil Manzano para reclamarle el penalti que no pitó de Mendy a Braithwaite. Aunque su figura adquirió mayor protagonismo cuando, en el tiempo añadido, emergió para firmar el penúltimo remate del Barça. Quedaban seis segundos para el minuto 94 cuando acunó el balón con el pecho, bajo una lluvia torrencial, y soltó Ilaix un derechazo soberbio que escupió el larguero. Un tiro que no olvidará.