Los científicos piden más control del contagio del virus por el aire
Reputados expertos abogan por combinar la vacuna con campañas sobre el riesgo de los aerosoles ANTONIO ALCAMÍ, VIRÓLOGO «Hay temor a analizar sitios por si el resultado es malo» Un equipo del CSIC desarrolla un modelo para medir la cantidad de covid en
Luchar contra un virus como el SARS-CoV2, que hace apenas 15 meses era un perfecto desconocido, ha obligado a ir corrigiendo las estrategias de prevención a lo largo de la pandemia. Lejos –o quizá no tanto, pues solo ha pasado un año– quedan los días en los que nadie salía a la calle sin llevar guantes de goma ni dejaba entrar en casa un bote de leche sin pasarle antes un trapo empapado en lejía. La inquietud por averiguar por dónde podía llegar el contagio ha marcado nuestra relación con el coronavirus.
Con el paso de los meses, las evidencias científicas han ido concediendo cada vez más importancia a una vía de propagación del virus que hace un año era considerada un auténtico tabú por la Organización Mundial de la Salud (OMS): la transmisión aérea. Hubo que esperar al mes de julio para que la propia OMS diera por buena la voz de alarma que lanzaron 239 investigadores de prestigio mundial en un artículo científico, donde alertaban de la importancia del contagio por aerosoles, pero hasta el otoño no empezaron a implantarse las primeras medidas prácticas para ponerle freno.
Desde entonces, la conveniencia de vigilar el aire que respiramos ha ido calando entre la opinión pública como herramienta eficaz para luchar contra el covid. Sin embargo, a estas alturas de la pandemia, la comunidad científica vive con preocupación –y sin disimular una cierta frustración– el hecho de que prevenir la propagación del virus por aerosoles sigue sin tener la relevancia que merece entre las precauciones que imponen las autoridades y entre los usos cotidianos que ha adoptada la ciudadanía.
Carta a los gobernantes
«Cuando vamos a cualquier sitio, nos advierten de que respetan las medidas anticovid porque tienen dispensadores de gel, control de aforo y mascarillas. Pero nadie te dice si el lugar está bien aireado, ni si tiene medidores de CO2, ni si su sistema de ventilación cuenta con los filtros correctos», se queja Margarita del Val, inmunóloga del Centro de Biología Molecular (CBM) Severo Ochoa, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La investigadora no descarga la responsabilidad en los establecimientos, que al fin y al cabo cumplen el reglamento que les han impuesto, sino en quien dicta esas normas: «Hoy seguimos sin tener un protocolo claro que indique los requisitos que debe cumplir un espacio cerrado para permitir reuniones», se lamenta. Del Val forma parte del grupo
«Adoptar ciertas rutinas sirve para evitar cierres de negocios, enfermedades y muertes»
de científicos de primer nivel –formado por más de un centenar de virólogos, epidemiólogos, inmunólogos y expertos en covid de otras disciplinas– que a finales de marzo enviaron una carta al Gobierno central y a los autonómicos para alertarles de la necesidad de «replantear» las recomendaciones de prevención que actualmente se aplican.
En concreto, los investigadores creen que habría que «reducir el énfasis y ahorrar recursos en algunas medidas, como la limpieza de superficies». A cambio, proponen «conceder prioridad máxima a la reducción del riesgo de contagio por inhalación del virus».
Instrucciones prácticas
En su escrito, los científicos hacen ocho recomendaciones, la mayoría de las cuales tiene que ver con el aire. Entre ellas figura la promoción de actividades en exteriores –con petición expresa de que se mantengan abiertos los parques y los jardines, ahora que ha llegado el buen tiempo, y se vigilen las terrazas con cerramientos que impidan la ventilación– y la implantación «urgente y generalizada» de medidores de CO2 para verificar la calidad del ambiente en sitios cerrados.
En la actual fase de la pandemia, con la cuarta ola avanzando más rápido que los programas de vacunación y las temperaturas primaverales ya instaladas en nuestras latitudes, los científicos proponen trasladar al aire la batalla contra el covid. En su afán didáctico, los expertos se animan a dar instruccio