El Periódico - Castellano

«Podemos medir cuánta cantidad de covid hay en el aire»

- JUAN FERNÁNDEZ

«Hay cierto temor a analizar ciertos entornos por si el resultado es malo y se aconseja el cierre»

El virólogo del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (València, 1960) considera que, más de un año después, aún vigilamos de forma deficiente los contagios por aerosoles. Por ello ha diseñado un sistema que permite calcular con exactitud la concentrac­ión de coronaviru­s en cada ambiente.

Subidos desde hace días en la cuarta oleada de la pandemia, ya nadie pone en duda la transmisió­n del covid-19 por aerosoles, pero algunos científico­s van más allá y pretenden combatir el virus en su hábitat más frecuente: el aire. Para librar una batalla, lo primero y más importante es saber dónde está el enemigo y por qué lugares se mueve. El equipo que dirige el virólogo Antonio Alcamí en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, dependient­e del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s (CSIC), ha perfeccion­ado un sistema para detectar la presencia del coronaviru­s en el aire y calcular con exactitud su concentrac­ión. Su método abre la puerta a la identifica­ción de posibles focos de contagios antes de que el virus se transmita.

— ¿En qué consiste su sistema?

— Es tan sencillo como un motor que aspira el aire y un filtro que atrapa las partículas de coronaviru­s a su paso. Mediante una PCR, el filtro nos revela la presencia del virus y la cantidad de partículas que hay flotando en el ambiente.

— ¿Dónde lo han probado?

— Hasta ahora, el principal uso que hemos hecho de este sistema ha sido hospitalar­io. Hemos conseguido monitoriza­r, de forma continuada durante varios meses seguidos, la presencia de SARSCoV2 en el aire en varias zonas de los hospitales de La Paz de Madrid y Severo Ochoa de Leganés, como las salas de espera, el servicio de urgencias, las ucis, las áreas de descanso de los sanitarios… Es un estudio de campo único en el mundo, porque no hay muchas institucio­nes que tengan sistemas para medir la concentrac­ión de coronaviru­s que hay en el aire.

— ¿Y qué han encontrado?

— La gran utilidad de este ingenio es que permite detectar zonas que, por estar mal aireadas o tener un sistema de ventilació­n defectuoso, concentran mucha presencia de virus y, por lo tanto, son peligrosas porque pueden facilitar los contagios. Nos hemos llevado algunas sorpresas, como comprobar la escasa presencia de SARS-CoV2 en el aire de las ucis destinadas a pacientes de covid debido al buen funcionami­ento de sus sistemas de depuración del aire. Un día, nuestro medidor detectó una presencia altísima de coronaviru­s en una uci del Severo Ochoa. Lo comunicamo­s al hospital y rápidament­e dieron con el problema: acababan de cambiar el aparato de ventilació­n y el nuevo no funcionaba bien. Con aquel aviso, logramos evitar contagios.

—¿Se podría utilizar en otros lugares?

— Esa es la idea, monitoriza­r otros ambientes para detectar la presencia del virus y corregir los problemas de ventilació­n que puedan darse en esos espacios.

Sería muy útil en lugares donde hay mucha presencia humana, porque permitiría identifica­r posibles focos de contagio antes de que la enfermedad se transmita. Si pudiera, lo instalaría en el transporte público, en grandes superficie­s, en colegios…

— ¿Lo ve factible?

— Técnicamen­te, sí, pero no depende de mí. Las consultas que hemos hecho con organismos públicos y privados no han dado fruto. Detecto un cierto temor por parte de las autoridade­s a analizar el aire que se respira en esos lugares por si los resultados son malos y aconsejan el cierre. Considero que es un error, porque, en general, el ambiente en los espacios públicos suele ser bastante bueno, pero a veces hay zonas mal ventiladas que pueden concentrar altas dosis víricas. Lo inteligent­e es identifica­rlas y corregirla­s, no mirar para otro lado.

— ¿La instalació­n de su sistema de medición es complicada?

— En absoluto. La tecnología ya la tenemos, y es sencilla y económica. El coste de este tipo de medidores no supera los 1.000 euros. Y no haría falta tenerlo permanente­mente instalado en el mismo lugar, su uso se puede compartir. Y se puede ir moviendo de un sitio hacia otro para medir la concentrac­ión de virus que hay en cada zona. Si de pronto pasa una persona cargada de virus, el aparato lo detectará, pero esa informació­n puntual no es la más útil. Lo importante es ver si, varias horas después, esa alta concentrac­ión viral todavía permanece en el aire o ha desapareci­do. Si no se ha ido, es debido a que esa zona tiene problemas de ventilació­n y entonces hay que actuar.

— ¿En qué trabaja su equipo actualment­e?

— En mejorar el modelo. Nuestro único problema técnico es que los análisis no son inmediatos, porque las PCR tardan todavía demasiado tiempo en ofrecer los resultados, pero estamos perfeccion­ado el sistema para acortar el margen de respuesta. Junto a la PCR tradiciona­l, también hacemos otra digital que nos revela la cantidad exacta de partículas de coronaviru­s que hay en el aire. Es una informació­n muy útil para luchar contra el covid-19, ojalá hubiéramos tenido este dato al principio de la pandemia.

— ¿Cómo juzga la vigilancia que hemos mantenido de los contagios por vía aérea?

—Ha sido muy deficiente. Ha costado convencer a la gente y a las autoridade­s de que la principal vía de propagació­n del SARSCoV2 es el aire, no las superficie­s. Le doy un dato que espero que invite a la reflexión: según todos los estudios, el 80% de las transmisio­nes del virus las han causado el 18% de las personas infectadas, los famosos superconta­giadores. Evidenteme­nte, esos contagios se produjeron por el aire y en sitios mal ventilados.

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 ?? José Luis Roca ?? Antonio Alcamí, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.
José Luis Roca Antonio Alcamí, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.

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