Los purgados de Puigdemont
Jaume Alonso-Cuevillas, exabogado del ‘expresident’, es el último de una lista de dirigentes que han sido apartados por el líder de Junts per Catalunya. Sus víctimas políticas le reprochan que no dé la cara y que pretenda forjar un espacio político basado
Su propio exabogado Jaume Alonso-Cuevillas es el último de una lista de dirigentes que han sido apartados por Carles Puigdemont en los últimos años, desde que impuso a su sucesor en el Ayuntamiento de Girona, con poco éxito. Su entorno sostiene que nadie es más respetuoso, que escucha, que ha cedido en decisiones que no compartía, como la moción de censura a Mariano Rajoy, y que sabe perdonar... «una vez, pero no dos». «Entonces es expeditivo», aseguran. «Implacable», añade otra persona que lo conoce bien: «Si se lo pones fácil, te abre la puerta. Pero tiene una estrategia y, si se le pone en medio una piedra, chutará la piedra. Lo tiene clarísimo».
JORDI BAIGET, julio de 2017. El entonces ‘conseller’ de Empresa i Coneixement, Jordi Baiget, cometió el error en julio de 2017 de dar su opinión. En El Punt
Avui afirmó que se estaba menospreciando a un Estado muy poderoso, que probablemente no se haría el referéndum del 1-O, que Puigdemont es más explosivo que Artur Mas y no entraba en el día a día del Govern. Ese mismo día, Puigdemont lo destituyó fulminantemente. En su libro Me explico, el ‘president’ subraya que Baiget se ratificó, ese mismo día, ante los periodistas. Fue entonces cuando le dijo: «Me siento desautorizado. Estoy muy dolido por lo que has dicho y por el tono». Baiget guarda silencio desde hace años. Un exmiembro del Govern que intentó convencer a Puigdemont de que no lo echara recuerda que el ‘president’ le dijo en una ocasión: «A veces hay que priorizar la lealtad por encima de la valía».
MARTA PASCAL, julio de 2018.
Tras una larga carrera de discrepancias con Puigdemont, Marta Pascal tiró la toalla como líder del PDECat. Consultada sobre los métodos del ‘expresident’, Pascal quiere dejar claro que ella no está entre los purgados porque decidió dejar el partido y el Senado. «Él deja que ejecuten otros, da juego a los que son de su confianza y no siente que deba dar explicaciones a nadie. La última semana antes de mi renuncia en el partido no conseguí nunca hablar con él. Es un hombre que ejecuta, pero no da la cara», describe Pascal, quien reconoce que el proyecto de Puigdemont tiene un notable apoyo: «Ofrece una épica que a una parte de la sociedad catalana le gusta, después hay un back office no tan público ni transparente».
CARLES CAMPUZANO, marzo de
2019. Carles Campuzano, junto a Jordi Xuclà, entre otros, fue apartado de las listas a las elecciones generales en beneficio de personas fieles a Puigdemont, entre otros Jaume Alonso-Cuevillas, hoy también defenestrado. «Los que pretendían aparecer como una fuerza política nueva y diferente han asumido lo peor del sectarismo de los partidos más convencionales y retrógrados. El estilo de gestión interna de JxCat es muy autoritario y menos plural de lo que había sido CDC. Es un partido, en el fondo, con prácticas muy religiosas», describe Campuzano. Como en el caso de Pascal, Campuzano no recibió explicación alguna de Puigdemont: «Esta conversación no existió en ningún momento».
Xuclà añade: «La cultura política democrática del partido que era CDC y el PDECat murió el último día para entregar las listas electorales de 2017 al Parlament. Se decidió que él aportaría algunos independientes. Jugó con el tiempo y de los 34 solo quería que repitieran dos. Mas tiró el teléfono contra el sofá, desesperado pero tragando. Al final, repitieron cuatro, uno de ellos tras subir una bolsa de dinero a Bruselas. El resto los puso a dedo Puigdemont. Ese día nació un nuevo estamento político de gente que se lo debía todo a él». Y Puigdemont venció a Oriol Junqueras en las elecciones.
DAVID BONVEHÍ, julio de 2020.
El actual secretario general del PDECat, muy cercano a Puigdemont, vio cómo este último daba un portazo al partido en el que militaba, el que le ayudó a formar Junts, que le permitió que hiciera las listas a su medida y purgara a los díscolos excesivamente «convergentes». No fue suficiente. El ‘expresident’ se fue y se llevó consigo el nombre de JxCat. El caso está en los tribunales. «Mi decepción tiene que ver con que no pensé nunca que ese acuerdo para las listas de 2017 llevase a destruir el partido», confiesa hoy Bonvehí. «Ese acuerdo me costó venderlo ante el partido. Los políticos nos apartábamos en favor de la agrupación de electores [los independientes] y nosotros manteníamos derechos electorales y estructura», recuerda. «No creo que las decisiones hayan sido siempre suyas, es un estilo de hacer política, de un entorno que no ha aguantado los matices», añade.
JAUME ALONSO-CUEVILLAS,
abril de 2021. Estuvo tan cerca de Puigdemont que fue su abogado. Abanderó las tesis más radicales. Pero cuando tuvo que tomar una decisión que le podía acarrear riesgos legales, se abstuvo. Y defendió que la desobediencia simbólica es una «tontería». Después matizó sus palabras. La dirección de Junts sostiene que Puigdemont no tomó la decisión, que ese no es su negociado. Desde que fue fulminado, Cuevillas se limita a contestar: «Estaré unos días en silencio». Consultado para la elaboración de este reportaje, Puigdemont ha decidido también mantenerse en silencio.
Su entorno sostiene que escucha y cede, pero también avisa: «Sabe perdonar una vez, dos no» «Si se lo pones fácil, te abre la puerta. Pero si le ponen en medio una piedra, chutará la piedra», dicen de él