La fiscalía califica de «salvaje» el asesinato de la niña de Vilanova
Un jurado popular juzga a un vecino de los abuelos de Laia, una menor muerta en 2018 en la capital del Garraf. Está acusado de abusar de ella y matarla.
Un jurado popular juzga desde ayer en la Audiencia Provincial de Barcelona a Juan Francisco López Ortiz, acusado de agredir sexualmente y asesinar a Laia, una niña de 13 años en Vilanova i la Geltrú el 4 de junio de 2018. La fiscalía pide para el procesado 10 años de cárcel y prisión permanente revisable, así como una indemnización de 450.000 euros para los familiares. El crimen conmocionó la población del Garraf. La policía evitó que el sospechoso sufriera un linchamiento público cuando fue detenido.
«Era una niña feliz que fue asesinada de forma salvaje, brutal, como ni imaginan, en un escenario dantesco», resumió la fiscala María José del Río. La acusación pública remarcó que el acusado «impidió» que la pequeña se defendiera, «le procuró un sufrimiento añadido, brutal, innecesario para matar a una persona». «Estos hechos son estremecedores, incluso para las personas que nos dedicamos a esto», subrayó. A su entender, la menor fue «vejada hasta la saciedad».
La acusación particular, ejercida por el abogado Juan Carlos Zayas, aseguró que el acusado es una persona «calculadora» y no un enfermo como argumentará la defensa. «No solo el acusado mató a una niña, sino que por la propia circunstancia del autor y la víctima se produce una imposibilidad de que la pobre se pueda defender [ .... ] Posibilidad de huir, ninguna», precisó.
La defensa, que admite que el procesado mató a la menor, pidió al jurado que se centre en «quién es» este, un habitual consumidor de droga. «Es un pequeño puzle que se ha de juntar y les dará una idea de quién es Juan Francisco» que, según su tesis, estaba sumido en «un caos», en situación de «desesperación» porque su madre se moría. «Perdió el mundo de vista», dijo la letrada. «Ese día consumió droga y alcohol», añadió. «Creía que se estaba defendiendo de un atacante», sin darse cuenta que era una niña.
Relato de los hechos
El cadáver de Laia, nacida en China y adoptada siendo bebé, fue hallado semidesnudo debajo de un colchón en el domicilio del acusado, que vivía en el mismo edificio que los abuelos paternos de la menor, tres horas después de su desaparición, cuando los tíos de la víctima entraron por la fuerza en la casa. El imputado, de 45 años y con un antecedente por violencia doméstica en su proceso de divorcio, hacía poco que se había trasladado a vivir a casa de sus progenitores, que no estaban en el domicilio esta tarde.
La niña estaba con sus abuelos y salió de casa de estos, situada en el mismo bloque donde residía el detenido, a las 18.50 horas porque su padre la esperaba frente al portal. Cuando bajaba por las escaleras, el acusado la introdujo en su piso «con la finalidad de satisfacer un perverso deseo sexual», según la fiscalía. Dentro le tapó la boca para acallar sus gritos, le puso una correa canina en el cuello y le clavó un cuchillo de cocina en varias partes. También abusó sexualmente de ella mientras incrementaba la presión de la correa, hasta que le causó la muerte por asfixia.
La niña, detalla la acusación pública, «no tuvo posibilidad alguna de defensa eficaz», pues no esperaba el ataque ni tenía «capacidad para oponerse al mismo» por su «diferencia de envergadura y fuerza». La fiscalía sostiene que López Ortiz «actuó con la búsqueda y añadida satisfacción de causar» a Laia «el mayor sufrimiento posible», ya que, además, le dio golpes. Su objetivo, sostiene, era «provocar un sentimiento de una absoluta vejación y total sometimiento», «simbolizado» en la colocación de una correa canina en el cuello. La familia del sospechoso relató al jurado su adicción a las drogas, aunque no lo vieron consumir, sus fobias a ser atracado en la casa y su aislamiento. «Fui un martirio para mis padres y un maltratador psicológico», confesó una hermana.