Países dentro y fuera del tratado
aterrorizados por el coronavirus que por que alguien haga estallar una bomba atómica. Hubo un tiempo, sin embargo, que en las escuelas de medio mundo se entrenaba a los alumnos a hacer frente a un posible ataque. Durante la Guerra Fría el pánico nuclear era palpable. Es interesante recuperar el testimonio de personalidades como el periodista científico David Ropeik. Con motivo del 50º aniversario de la crisis de los misiles de Cuba de 1962 confesó en un artículo en Scientific American que, durante aquel conflicto –él solo tenía 11 años–, se iba a dormir angustiado, con el miedo de que el mundo estuviera al borde del abismo por culpa de un holocausto nuclear provocado por EEUU y la URSS. La socióloga Jackie Orr en Panic Diaries describe las secuelas psicológicas de toda una generación provocada por un miedo que ahora solo reaparece durante episodios concretos como Fukushima.
Los historiadores han estudiado a qué se ha tenido miedo según cada época. La lista es larga: peste, brujería, guerras, catástrofes naturales... No solo eso. Sino también quién utiliza estos miedos y con qué finalidad. Es algo que también ocurre en nuestro presente. Según el politólogo Corey Robin, el miedo es un argumento que se utiliza cuando hay pocas alternativas políticas. Y esto sirve tanto para el ecologismo apocalíptico radical como para el discurso xenófobo de la extrema derecha.
Más que preguntarnos a qué tenemos miedo, deberíamos cuestionarnos quién quiere que lo tengamos y por qué. El problema es que esto implica pensar por uno mismo.
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