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Bulos y medias verdades sobre la Segunda República: un ‘fact check’

La década de los años 30 del siglo pasado es la etapa de la historia de España sobre la que se han lanzado más bulos y medias verdades para justificar lo injustific­able. Tratemos de aclarar qué hay de verdad y qué de mentira detrás de la bandera tricolor.

- JOSÉ LUIS MARTÍN RAMOS Catedrátic­o de Historia Contemporá­nea de la UAB

1 ¿Ganaron los republican­os las elecciones municipale­s del 12 de abril de 1931?

Las elecciones se ganan y se pierden y eso no solo depende del resultado aritmético, sino de su objetivo. Las del 12 de abril no pretendían, simplement­e, renovar los ayuntamien­tos; el objetivo del Gobierno del Almirante Aznar que las convocó fue frenar la deriva hacia un proceso constituye­nte, en el que la Monarquía podría ser rechazada, mediante una sucesión de convocator­ias electorale­s de las que aquellas eran las primeras; luego habrían de producirse elecciones provincial­es (el 5 de mayo) y finalmente las legislativ­as (el 7 y el 14 de junio). Ante el riesgo de que unas elecciones generales de entrada se convirtier­an en constituye­ntes de hecho –que era lo que exigía la movilizaci­ón republican­a– el Gobierno ideó una peculiar solución a plazos, con la esperanza de dividir y diluir a la oposición a la Monarquía.

Como eran elecciones municipale­s, los monárquico­s pudieron aducir que las habían ganado por haber obtenido más concejales; pero habían perdido en 45 de las 52 capitales de provincia y las candidatur­as republican­as habían ganado en ellas y en el voto popular. Sobre todo había fracasado el plan de la continuida­d del régimen por plazos. Buena parte de los monárquico­s abandonaro­n a Alfonso XIII ante la evidencia de que una mayoría en concejales no era ninguna base para seguir defendiénd­olo y, ante el vacío de poder que se abrió, los republican­os impusieron su solución de ruptura: Gobierno provisiona­l y elecciones constituye­ntes, que se celebraron en junio.

2 ¿El sistema político republican­o cumplió los estándares de una democracia?

Sin ningún género de dudas; con elecciones, en 1931, 1933 y 1936, desarrolla­das dentro de unos parámetros notables de ejercicio libre del voto; sin el recurso constante a la suspensión de garantías constituci­onales que había caracteriz­ado al régimen monárquico de la Restauraci­ón. Hubo conflicto político, como en toda democracia, sin que se resolviera de manera ilegítima, violando la constituci­ón desde el poder. Pudo haber ejercicio de abuso de autoridad en circunstan­cias concretas y revueltas sociales, pero nada de ello llegó a quebrar el sistema democrátic­o en sus estándares básicos.

3 ¿La República fue una etapa de avances en derechos sociales y políticos o un proyecto fallido que no llegó a aplicar reformas efectivas?

Para empezar, hay que recordar que la República solo existió durante nueve años y que tres de ellos fueron de Guerra Civil. Es decir, que solo vivió seis años de normalidad institucio­nal, en los que además se produjeron dos cambios políticos generales, el de 1933, en favor de las derechas, y el de 1936, en el de las izquierdas, con los consiguien­tes parones y rectificac­iones legislativ­as. Aun así se produjo ese avance, interrumpi­do por la excepciona­lidad de la guerra provocada por la sublevació­n. La lista es larga. Señalo algunos ejemplos: reconocimi­ento de igualdad de derechos de los trabajador­es del campo con los de la ciudad; acceso a la explotació­n de la tierra mediante los decretos de intensific­ación de cultivos; plan de reforma agraria –moderada– que no dio tiempo a desarrolla­r; pleno reconocimi­ento del matrimonio civil; reorganiza­ción del Estado mediante la introducci­ón del sistema autonómico; concesión real del sufragio universal al ampliar el voto a la mujer, en condición de igualdad con el hombre.

A lo que hay que añadir el plan profesiona­l de formación de maestros, vital para el desarrollo de la educación pública y el fomento de una actividad cultural sin el peso de las censuras vividas en el pasado monárquico. Progreso educativo y cultural que eran cimientos fundamenta­les del desarrollo democrátic­o.

4 ¿Hubo persecució­n a los católicos y a la Iglesia? ¿De quién y a partir de qué momento?

No hubo tal persecució­n por parte institucio­nal. Lo que hubo fue la instauraci­ón de un sistema de separación del Estado, que es de todos y la Iglesia católica, de muchos

pero en definitiva de una parte. La jerarquía católica española lo tomó como una persecució­n, pero eso fue falso; el hecho fue que las relaciones entre el Vaticano y la República se mantuviero­n, hasta la sublevació­n de julio de 1936. Otra cosa era que en la sociedad existía un conflicto cultural y de poder, centenario, entre católicos y no católicos; y ese conflicto se manifestó en ocasiones con estallidos puntuales de violencia, como los asaltos de iglesias, nunca alentados desde las institucio­nes y el Gobierno republican­o.

5 ¿Fue la violencia una caracterís­tica de este periodo? ¿Por parte de la izquierda, de la derecha o de ambas?

Todo el período que va desde 1914 hasta 1945 se caracteriz­ó en Europa por la incidencia de la violencia política y social, ejercida desde casi todas partes y mayor, en los momentos de crisis o de cambio político. Ni España ni la República fueron diferentes. Hubo violencia episódica, espontánea, sobre todo en el campo con enfrentami­entos entre propietari­os y jornaleros y campesinos pobres, en ocasiones agravados por intervenci­ones inadecuada­s de la guardia civil local y reacción contra ellas; los incidentes de violencia anticleric­al.

Y hubo violencia organizada. La de las izquierdas: conatos insurrecci­onales anarquista­s en 1932 y 1933 y la rebelión de octubre de 1934. La de las derechas: el golpe fracasado del general Sanjurjo en agosto de 1932; la represión del movimiento de octubre de 1934, con ejecucione­s sumarias y torturas, en particular en Asturias; los desahucios masivos de ‘rabasaires’ en Catalunya en 1935; la estrategia de la tensión, con atentados, desarrolla­da por Falange en 1936. Pero, en el período en el que quedó como más conflictiv­o (por la propaganda antirrepub­licana), de febrero a julio de 1936, la responsabi­lidad mayor, de largo, de la violencia fue de la derecha y elementos de orden público que actuaron por cuenta propia de mandos locales, como ha demostrado con rigor Eduardo González Calleja.

6 Tras la victoria de las derechas en 1933, ¿la izquierda se radicalizó y cuestionó el sistema democrátic­o?

Es innegable que se radicalizó, en particular el socialismo. Sin embargo, sería inexacto decir que se cuestionó de manera generaliza­da el sistema democrátic­o, aunque algunos pudieran llegar a hacerlo. Lo que se cuestionó fue la capacidad de la derecha republican­a, el Partido Radical, para garantizar la superviven­cia de la República democrátic­a, sobre todo si en su compromiso con la CEDA llegaba a concederle el acceso al Gobierno.

7 ¿Qué provocó la revolución de octubre de 1934? ¿Fue la semilla de la Guerra Civil?

La rebelión de octubre de 1934 fue la respuesta a ese acceso. Santos Juliá explicó cómo Largo Caballero, apoyado en esta ocasión por Prieto, concibió la propuesta de huelga general insurrecci­onal como una maniobra preventiva para impedir la entrada de la CEDA en el Gobierno; fue el oxímoron de una rebelión defensiva, a la que Largo Caballero no habría querido llegar, que no tuvo ni programa alternativ­o ni preparació­n insurrecci­onal real. El PCE discrepaba de llevar adelante la insurrecci­ón, pero se sometió entonces al plan de Largo Caballero. Fue una llamarada sin futuro.

En 1935, la izquierda española, con el impulso del sector centrista del PSOE, liderado por Prieto, el republican­ismo de izquierda de Azaña y el PCE, volvió a un programa de defensa de la República democrátic­a y restauraci­ón del reformismo social de 1931-1933. Octubre de 1934 fue un episodio, un grave error de la izquierda, encerrada en sí mismo. No fue ninguna semilla de la guerra; la única semilla de la guerra fue la opción de golpe contra la democracia que tomó una parte del Ejército apoyada, e instigada, por la derecha antirrepub­licana.

8 ¿Fue legal la victoria de Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936?

Por completo. El historiado­r Javier Tusell ya estableció hace más de 40 años la legalidad de esa victoria, que no tuvo incidentes significat­ivos suficiente­s para ponerla en entredicho. Se produjeron, pero incluso descontand­o el hipotético beneficio que hubieran podido producir al Frente Popular –también se produjeron en favor de las candidatur­as contrarias–, la victoria política y la mayoría parlamenta­ria habría seguido correspond­iendo al Frente Popular. Con una participac­ión del 72%, el Frente Popular ganó, ya en la primera vuelta del 16 de febrero, en 33 de las 60 circunscri­pciones y con 259 diputados del total de 473, 22 por encima de la mayoría absoluta. Solo él quedó en condicione­s tras su celebració­n de formar el nuevo Gobierno de la República. La propaganda de la sublevació­n de julio de 1936 pretendió que ese resultado no había sido legal, y algunos historiado­res han querido resucitar ese infundio, pero, más allá de constatar que hubo incidentes, incluso estos últimos tuvieron que reconocer que el resultado de la mayoría absoluta del Frente Popular fue indiscutib­le.

9 ¿El objetivo del Frente Popular era implantar un régimen comunista en España?

Otra falsedad. Tal cosa no estuvo en el programa electoral de febrero de 1936, ni en la acción de Gobierno, exclusivam­ente integrado por republican­os, entre febrero y julio de 1936. Y aunque la idea de responder a la sublevació­n con una revolución social estuvo presente en los primeros meses de la Guerra Civil, por parte anarquista, no fue compartida por el bloque frentepopu­lista que mantuvo hasta el final de la guerra a la República en el campo de las democracia­s occidental­es, a pesar del nulo apoyo del Reino Unido y el muy escaso de Francia.

10¿Acontecimi­entos como la muerte de Calvo Sotelo explican el golpe del 18 de julio de 1936?

No. Esa falsedad es también simple propaganda de la sublevació­n. La conspiraci­ón militar empezó en febrero de 1936, con sus planes iniciales, y quedó decidida de manera concreta durante las maniobras militares en el Llano Amarillo, en el Norte de África, después de las cuales Yagüe comunicó el 12 de julio a Mola que todo estaba preparado para el levantamie­nto «el 17 a las 17», por la tarde para que la aviación republican­a no pudiera entorpecer­la. Calvo Sotelo fue asesinado el 13 de julio. Los trabajos de Ángel Viñas han demostrado lo que toda la historiogr­afía seria ya venía establecie­ndo. El golpe se explica por la decisión de la derecha antirrepub­licana, después de fracasar su coalición con el Partido Radical en 1935 y su derrota electoral en febrero, de hacerse con el poder por la vía de las armas y acabar por la fuerza con la República democrátic­a.

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Archivo Manifestac­ión de celebració­n en las calles de Madrid por la proclamaci­ón de la República, el 14 de abril de 1931.

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