La UPF busca inquilino para la Rambla
La sede que ocupa Elisava quedará vacía en 2023, cuando la escuela de diseño e ingeniería se mude al Bon Pastor. La Pompeu subraya su apuesta por mantener la titularidad del edificio.
La Universitat Pompeu Fabra (UPF) busca inquilino para una de sus sedes más relevantes, la que está situada en los números 30 y 32 de la Rambla. Hace 30 años, la UPF recuperó un espacio en plena Rambla, ante la estatua de Pitarra, junto al ya desaparecido bar Cosmos, frente al Teatre Principal, que estaba considerablemente degradado. El barrio ganó una universidad y los estudiantes ganaron un mundo, el de la Rambla. Allí, la UPF instaló los estudios de Gestión y Administración Pública y de Ciencias Empresariales y luego los de Periodismo. Años después, los trasladó al 22@ y el diseño llegó al inmueble.
Elisava, adscrita a la UPF, se instaló en la sede en 2010. En los bajos, el edificio alberga la Biblioteca Gòtic-Andreu Nin, en homenaje al dirigente del POUM que tenía un despacho en uno de los pisos cuando era el Hotel Falcón, antes de que el político y periodista fuera secuestrado, torturado (al parecer, lo despellejaron vivo) y asesinado por agentes de Stalin. En su paso por Barcelona, el escritor George Orwell pasó por ese mismo hotel, que estaba en el número 32, durante la Guerra Civil.
El lunes pasado, los planes de Elisava, que corrían como un rumor por la Rambla, se dieron a conocer. La Facultad de Diseño e Ingeniería se irá a Bon Pastor, donde ocupará parte del inmenso espacio, que suma 90.641 metros cuadrados, en el que estaba años atrás una fábrica de Mercedes-Benz. Si se cumple la previsión, los estudiantes de Elisava que hoy pisan la Rambla empezarán el curso 2023-2024 en esa zona, en la frontera entre el Bon Pastor y Sant Andreu de Palomar, en el distrito de Sant Andreu.
Dicho de otro modo: la Pompeu Fabra tendrá que contar con otro inquilino al final del verano de 2023. Sostiene el gerente de la UPF, Jaume Badia que si fuera por ellos, el edificio no estará vacío «ni una semana». También subraya que la universidad no se desprenderá de la sede, y que si la búsqueda de un nuevo arrendatario se prolonga, la propia UFP la ocupará de nuevo, aunque en esa hipótesis se trataría de algún uso vinculado con másteres, no con un grado. Otra opción, por ejemplo, es que una universidad extranjera quiera alojarse en el edificio. El caso es que el edificio solo puede destinarse a usos educativos.
1,2 millones de alquiler anual
Elisava paga 1,2 millones de euros de alquiler al año, por un espacio total de casi 11.000 metros cuadrados. Hace aproximadamente tres años, recuerda Badia, la escuela de diseño planteó a la UPF la posibilidad de adscribirse a otra universidad, pero también manifestó su voluntad de permanecer en la Rambla pese a ese posible cambio. Con todo, Elisava necesitaba más espacio. Se abrió la posibilidad de ganarlo en el que ocupa la biblioteca, cuando se debatió su posible traslado al Borsí, pero no cuajó.
Elisava tiene un contrato de alquiler que se inició en 2009 con una duración prevista de 30 años y la posibilidad de prorrogarlo durante 20 más. Hace un año, la UPF recibió la confirmación de que Elisava pasaría a estar adscrita a la Universitat de Vic y hace «cuatro o cinco meses», prosigue Badia, llegó la noticia de que también cambiaría de sede, abandonando la de la Rambla.
La búsqueda de inquilino será una de las primeras tareas que podrá colocar en la agenda el rector que salga elegido en las elecciones de la Pompeu Fabra. El titular del cargo será escogido dentro de cuatro semanas si no hay segunda vuelta. De haberla, la designación se producirá dentro de siete u ocho semanas.
Badia subraya que la vinculación de la UPF con la Rambla no se romperá, lo que es relevante en un momento en el que lo que le sobran a la avenida son malas noticias. La pérdida de un centro docente sería ahora la guinda. La apuesta por la Rambla y por Ciutat
Vella es firme, recalca el gerente, que detalla que esa decisión ha sido o será trasladada en breve tanto al ayuntamiento como a una entidad tan representativa de la zona como Amics de la Rambla.
Agradecimiento asociativo
Fermín Villar, presidente de la asociación, agradece los «servicios prestados» a Elisava y subraya su aportación de «vida joven» durante la última década a la parte baja del popular paseo barcelonés. «Nos gusta que esté Elisava y nos gustaría también que hubiera más centros educativos en la Rambla», afirma Villar. El presidente de Amics de la Rambla aplaude también que la Pompeu Fabra muestre la voluntad inequívoca de mantener su interés por la sede.
En su opinión son actitudes que deberían tener en cuenta las administraciones, tanto el ayuntamiento como la Generalitat y el Gobierno central. Porque las tres, subraya, cuentan en la Rambla con edificios «vacíos o infrautilizados» a los que podría darle vida. Y si algo necesita la calle más conocida de Barcelona en estos momentos es eso: vida.