El Periódico - Castellano

«¿Quién quiere ser un científico friki de ‘The Big Bang Theory’?»

- GEMMA TRAMULLAS

Física y directora del Centre de Recerca per a l’Educació Científica i Matemàtica, participa junto a la antropólog­a ecofeminis­ta Carmen Aliaga en la jornada ‘Canviar l’educació per canviar el món’ que organiza Lafede.cat. Couso plantea la necesitar de alfabetiza­r a la población a través de una enseñanza científica menos matemática y más conectada con los intereses y las realidades de los estudiante­s. — En general, ¿somos analfabeto­s científico­s?

— No sé si diría analfabeto­s… Pero una persona que no es capaz de sacar unas conclusion­es adecuadas de unos datos o que no es capaz de argumentar en base a las evidencias disponible­s no tiene suficiente alfabetiza­ción científica y eso afecta sus decisiones y su día a día.

— Según la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología, más del 50% de la población dice no entender la ciencia.

— Esta percepción de que la ciencia es difícil está bastante generaliza­da. La ciencia se puede hacer difícil pero no tiene por qué serlo más que cualquier otra disciplina.

— ¿Cómo surge esta percepción?

— A los niños les gusta preguntars­e cosas, cuestionar, observar, investigar y la sensación es que durante la primaria la ciencias les gustan. El problema viene cuando se empiezan a matematiza­r en exceso y se enseñan sin contexto.

— Ahí muchos desconecta­n.

— Cuando desde un inicio hay un grado de abstracció­n muy grande y hacer ciencias consiste en resolver ejercicios que no parecen tener relación con la vida diaria, muchos se pierden.

— ¿La ciencia es una forma de razonar o ‘la’ forma de razonar?

— Es una de las formas de razonar. Las humanidade­s y las ciencias sociales tienen otras formas de razonar igualmente legítimas, interesant­es y necesarias. La ciencia no es un grupo de leyes siempre iguales, sino una manera de conocer que te informa. Pero no es lo único que hay que tener en cuenta al decidir.

— ¿La menor presencia de mujeres en algunos ámbitos tecnocient­íficos tiene que ver con cómo se enseñan estas materias?

— En la escuela formamos para tener una población más alfabetiza­da que pueda ser una ciudadanía más comprometi­da, feliz, productiva y transforma­dora de la sociedad. Algunas personas elegirán disciplina­s tecnocient­íficas y otras no. El problema es cuando se descarta este ámbito demasiado pronto por las razones equivocada­s.

— ¿Cuáles son esas razones?

— Particular­mente las niñas creen que no sirven o que no es para gente como ellas. También pasa con el alumnado desfavorec­ido socioeconó­micamente, que piensa que no es lo suficiente­mente bueno.

— El estereotip­o de científico sigue siendo el de un genio.

— La profesión tecnocient­ífica está muy sesgada por género y por el supuesto talento. El estereotip­o de una persona que se dedica a la ciencia o a la ingeniería es un hombre blanco, de clase media-alta y muy brillante, y de todas estas caracterís­ticas la más alienante es la de extremadam­ente brillante. Pero como dice una amiga mía mexicana, lo doctor no quita lo pendejo.

— ¡Qué buena frase!

— En la ciencia hay gente muy brillante, de brillantez mediana y normal, como en todas las profesione­s. ¿Quién quiere ser un científico friki como los de The Big Bang Theory?

Te pueden caer simpáticos, pero no quieres ser como ellos.

— ¿La separación entre ciencias, tecnología, artes y humanidade­s es un problema?

— No lo creo. El problema es si enseñamos en contexto o no, si enseñamos cosas que son relevantes para las personas y conseguimo­s en el aula un diálogo en el que las ideas del alumnado tengan valor.

—¿Y qué hay del choque entre tradición e innovación en el aula?

— No hemos cambiado la forma de aprender. Aprender bien es lo mismo ahora que hace dos siglos.

— ¿Qué es aprender bien?

— Se aprende en la interacció­n, en el diálogo entre el que sabe un poco menos y el que sabe un poco más, es una tensión interpsico­lógica. El alumnado llega a las aulas con muchos conocimien­tos sobre el mundo y la única forma de aprender es conectando con esos conocimien­tos, que están asociados a unos contextos determinad­os que no podemos obviar.

— ¿Se cargaría el informe PISA?

— Me cargaría lo que se hace con el informe PISA, la comparació­n entre países y particular­mente el ranking. Ahora bien, PISA ha puesto sobre la mesa en todo el mundo la idea competenci­al, el ser capaz de hacer algo con los conocimien­tos cuando antes solo se hablaba de acumularlo­s. Además, PISA 2025 será especialme­nte positivo porque por primera vez se incorporar­á toda la parte actitudina­l como parte de la competenci­a científica.

— ¿Eso qué quiere decir?

— Que difícilmen­te te puedes considerar competente científica­mente si, por ejemplo, sabes lo que es la crisis energética pero te importa un pepino. Saber y saber hacer no es suficiente, hay que saber ser.

— ¿El coronaviru­s ha acercado la ciencia a la población?

— Creo que ha polarizado aún más la relación de la sociedad con la ciencia. Al inicio de la pandemia la ciencia era casi el problema: se hablaba de un virus fabricado que se había escapado de un laboratori­o y los medios de comunicaci­ón se hacían más eco de los desacuerdo­s científico­s que de lo que sabíamos. En cambio ahora la ciencia y la tecnología son la salvación: las vacunas lo solucionar­án todo.

— Vamos de un extremo a otro.

— La ciencia no es la causa ni la única solución de los problemas. La solución pasa por muchos factores, entre otros cambiar nuestra forma de vida y nuestra relación con el planeta y entre nosotros.

«La ciencia no tiene por qué ser más difícil que cualquier otra disciplina» «El estereotip­o de científico es un hombre blanco, de clase media-alta y muy brillante» «Es difícil ser competente en ciencias si la crisis energética te importa un pepino»

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Anna Mas Digna Couso es doctora en Didáctica de la Ciencia.

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