El Periódico - Castellano

A la madrileña

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su negativa de presentars­e en una lista con Pablo Iglesias?

— Yo creo que tanto las encuestas como la campaña refuerzan la idea de que separados somos más fuertes, de que multiplica­mos más. Esto es un poco lo que estamos haciendo, ser sinérgicos, ser respetuoso­s y a la vez en nuestro propio espectro electoral ser fuertes. Siempre hemos apostado por un pacto del Botànic a la madrileña.

—Dígame tres medidas que exigiría para pactar un Gobierno de izquierdas.

— Las medidas son estructura­les y vamos a estar de acuerdo: atajar la desigualda­d, la reinversió­n o el refuerzo de nuestros sistemas públicos y empezar a tomarnos en serio a los ciudadanos. Igual no estamos de acuerdo en algunos detalles pero en lo más profundo de los cambios no vamos a tener ningún problema.

— ¿Se ve dando el salto a la política nacional?

— No. Me gusta la política regional que tiene que ver con lo que es el núcleo del bienestar: la sanidad, la educación, las políticas sociales… Es en las comunidade­s y en los parlamento­s regionales donde se hace y es donde voy a seguir estando haciéndola.

nEs difícil saber si el concepto «a la madrileña» con el que Isabel Díaz Ayuso define el modo de vida de Madrid, ya saben, la libertad para tomarse unas cañitas al salir de trabajar, se puede extender también a la bronca campaña electoral. Seguro que a nadie, ni siquiera a la candidata del PP, le agradará que se considere que el dramático enfrentami­ento que se está viviendo entre derecha e izquierda en estas vísperas electorale­s sea una caracterís­tica típica de Madrid. O al menos, solo de Madrid.

Como tampoco lo es, lo de tomarse algo al acabar la jornada laboral, una costumbre que se extiende por toda la península, siempre que se den algunas condicione­s: que tengas trabajo, que ganes lo suficiente para pagar los gastos domésticos y el alquiler – altísimo en Madrid– y que te sobre algo para las cañitas. Porque hay muchos madrileños, aunque Ayuso los ignore o los insulte llamándole­s «mantenidos», que están en las colas del hambre. Hay muchos que no llegan a fin de mes. Pero parecen importarle menos, quizá por pensar que no la votarán.

Sin embargo, es muy probable que la mayoría de los madrileños estén hartos de una campaña de griterío en la que no se debate medida alguna a aplicar en los próximos meses para resolver sus problemas, muchos de ellos consecuenc­ia de las crisis sanitaria, económica y social que nos asuelan. Como tampoco se debate, a la derecha no le interesa y la izquierda ha caído en su juego, cómo mejorar la sanidad pública, en particular la atención primaria, la educación o los servicios sociales.

Como los sondeos dan mayoría a la derecha, aunque no muy amplia, la izquierda ha optado por la estrategia de Pablo Iglesias de intentar movilizar el voto progresist­a alertando del peligro de que el PP forme un Gobierno «a la madrileña» con la extrema derecha. El riesgo está ahí, pero el día 4 se verá si moviliza más el miedo a Vox o si a los progresist­as les iría mejor acentuando su discurso social frente a la inanidad de Ayuso. La moneda aún está en el aire.

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Rosa Paz

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