El Periódico - Castellano

Madrid: ¡viva el 30%!

- Joan Tapia es presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

Una economista de Madrid me llama: «La crispación que hay aquí es increíble. Gentes de derechas normales están desatadas. Recibo mensajes diciendo que, poco antes de ser elegido, Mitterrand fingió ser víctima de un atentado y que ahora Pablo Iglesias repite la operación». Me quedo estupefact­o. Cierto, en los años 50 Mitterrand fue acusado de haber simulado un atentado en su contra. Las cosas nunca se aclararon del todo, pero el caso se remonta a más de 30 años antes de que ser elegido presidente. Un lúcido alcalde del Baix Llobregat me confiesa malestar: si en unas autonómica­s la polarizaci­ón ha llegado tan lejos, ¿qué pasará en las generales?

La crispación y la polarizaci­ón han alcanzado en Madrid cotas nunca vistas. ¿Culpa de quién? Ayuso eligió la confrontac­ión dura, no solo con la izquierda sino con Ciudadanos, que la votó para presidenta. Y Vox, para aguantar ante una presidenta que gusta a los suyos, optó por subir más su demagogia. E Iglesias entró en campaña tachando a los electores de derechas, ciudadanos con todos los derechos, de ser casi «el eje del mal». Gabilondo se asustó y dijo aquello de «con este Iglesias, no», pero luego saltó a «Pablo, nos quedan 12 días para ganar las elecciones». El PSOE ha dado la sensación de

En la campaña manda el frentismo, pero bastantes votantes del PP y del PSOE están menos polarizado­s

estar mareado como una perdiz. Y al final –retirándos­e tras Iglesias del debate de la SER– aumentó la tensión e hizo un regalo a Ayuso, que no quería ningún debate que discutiera su gestión. Y la exhibición del «cuchillo con manchas de sangre» que Reyes Maroto, ministra de Industria e hipotética vicepresid­enta de Gabilondo, habría recibido no ayudó a calmar los ánimos. ¿Ha movilizado a la izquierda?

No se sabe quién ganará el martes. Las encuestas dicen que la suma de PP y Vox tendrá una muy ajustada mayoría. Tan justa que Gabilondo, los últimos días más «centrado», aún confía en ser presidente.

Pero lo terrible sería que el frentismo total de la campaña de Madrid, superior al ya muy fuerte existente tras las elecciones del 2020, siguiera imperando y nos arrastrara a un clima guerracivi­lista en una larga precampaña para las legislativ­as. Las campañas siempre generan tensión y las cúpulas han caído esta vez en la tentación de multiplica­rla. Pero el pecado de las cúpulas es probable que no sea lo deseado por la mayoría.

Según la última encuesta de El País, el 93% de los electores del PP desean que su partido gobierne en solitario. Normal. Y el 84% de los socialista­s prefieren un pacto

PSOE-Más Madrid-Podemos. Lógico. Lo que impacta –y para bien– es que en un ambiente tan polarizado el 34% de los electores populares no desapruebe un hipotético Gobierno PP-PSOE. Y que el 32% de los electores socialista­s tampoco hagan ascos a la gran coalición. Una tercera parte de los votantes de derechas y de los socialista­s están pues menos obcecados que sus cabecillas.

No apuesto por los gobiernos de gran coalición. España no es Alemania, aquí no se dan las condicione­s y no conviene dejar la oposición al Gobierno a fuerzas menos centrales. Pero es aberrante lo que pasa ahora, que Casado y Sánchez parezcan una caricatura de Gil Robles e Indalecio Prieto en la primavera del 36. Por ahí, no. Y que en este fragor frentista –en el que dominan emociones peligrosas– un tercio de los electores populares y socialista­s no rechacen un Gobierno conjunto es una buena noticia. No se trata tanto de gobernar juntos –quizá imposible e indeseable–, sino de saber tejer y mantener puentes mínimos de acuerdo. ¡Viva pues este 30%!

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Joan Tapia

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