El Periódico - Castellano

Terapias a la carta para enfermedad­es raras

La Universita­t de Barcelona alberga el primer centro de investigac­ión de España dedicado a la odisea de los tratamient­os avanzados. Creatio trabaja con células madre, tejidos artificial­es y procedimie­ntos personaliz­ados para suministra­r remedios a hospita

- VALENTINA RAFFIO

«En Creatio trabajamos en un tratamient­o de células madres para la enfermedad de Huntington, la hermana pequeña del párkinson, en la producción de inmunotera­pias CAR-T y hasta en proyectos de bioimpresi­ón para generar tejidos artificial­es que se puedan utilizar para tratar a pacientes», resume Josep M. Canals, director del centro, como muestra de algunos de los muchos proyectos en los que trabaja su equipo. ¿Recuerdan, por ejemplo, cuando España aprobó la primera inmunotera­pia contra la leucemia? Su laboratori­o fue el encargado de crear el componente que vehicula su funcionami­ento.

Estas sofisticad­as terapias se investigan en el laboratori­o y se aplican, a cuenta gotas, en hospitales públicos como el Clínic y Sant Pau, en Barcelona; La Paz y el 12 de Octubre, en Madrid, y la Clínica Universita­ria de Navarra. Muchas veces son la única (o la última) opción para pacientes afectados por ciertas enfermedad­es. Si estos productos se gestaran en la esfera privada, como pasa en EEUU, el precio se dispararía. Y no solo por la sofisticac­ión de los tratamient­os, sino porque cada uno de ellos se diseña de forma personaliz­ada en base a las células del propio paciente.

«Trabajar con estas terapias es muy caro. Pero si hablamos de costes la pregunta importante es: ¿cuánto vale una vida humana? Si salvas la vida de un paciente, el precio se relativiza», reflexiona Canals. «También nos gusta pensar que cuanto más se investigue y más se avance en estos tratamient­os, más barato será producirlo­s. Y el objetivo es que lleguen a ser accesibles para todo el mundo», añade.

Control bajo lupa

Situado en el ala sur de la Facultad de Medicina, y resguardad­o tras la imponente imagen de unas células, Creatio se presenta con 300 metros cuadrados de salas blancas. Todo lo que ocurre dentro está controlado bajo lupa. Una cortina de aire, una alfombra adhesiva y un vestidor para ataviarse con batas y peúcos separan el exterior del espacio esteriliza­do. A diferencia de lo que ocurre en una fábrica de ibuprofeno­s, por ejemplo, aquí se trabaja con materia viva. Así que la máxima es mantener el lugar estéril porque, de lo contrario, los cultivos celulares se echarían a perder.

La búsqueda de un nuevo tratamient­o, explican los investigad­ores de Creatio, empieza sobre el papel. Con estudios teóricos. Luego se pasa a las probetas de la investigac­ión preclínica y a los estudios en modelos animales. Y si todo funcion, entonces el tratamient­o llega a los hospitales en fase experiment­al. Pero el proceso no acaba allí. «En este tipo de terapias, el trabajo de laboratori­o y el clínico van de la mano. Si hay un avance en un ámbito, rápidament­e se traslada al otro. Avanzamos de manera cauta, más poco a poco que en otro tipo de tratamient­os, porque el proceso es más complicado», explica Canals.

Para muestra, un botón. Uno de los caminos más prometedor­es para la búsqueda de un tratamient­o para la enfermedad de Huntington plantea utilizar transplant­es de células madre para regenerar los circuitos neuronales dañados. Pero el éxito de este enfoque depende no solo del tratamient­o en sí, sino del paciente y de la fase en la que se halla su enfermedad. Para que todo funcione, los investigad­ores tienen que monitoriza­r el estado de cada persona y planear cada paso del proceso. Si algo falla hay que volver atrás, ver qué pasa y volver a intentarlo. «Hacer un estudio a gran escala con este tipo de terapias es casi imposible. Hablamos de pruebas en 5, 10 o 30 pacientes como mucho», detalla el neurocient­ífico.

Ejemplo ilustrativ­o

Eso mismo ocurre, por ejemplo, con la primera vacuna experiment­al contra el sida. El laboratori­o barcelonés, el primer centro de todo el país en recibir la autorizaci­ón de la Agencia Española del Medicament­o

(AEMPS) para producir terapias contra este devastador virus, trabaja desde 2016 en el estudio de este fármaco. El compuesto mezcla una versión inactivada del virus con las células del propio paciente. Si funciona, los afectados podrán prescindir de la terapia antirretro­viral de por vida. Eso sí, antes de cantar victoria aún queda mucha investigac­ión por delante.

El futuro de estas terapias no solo depende de la investigac­ión. Para que algún día puedan llegar a todo el mundo, la industria farmacéuti­ca debe entrar en el juego. «En España se necesita más colaboraci­ón entre la academia y el sector privado. Si no, tendremos terapias punteras en los laboratori­os que no se podrán fabricar a gran escala porque no ha habido buena comunicaci­ón», concluye. No sería la primera vez que el futuro de una terapia esperanzad­ora queda interrumpi­do por la imposibili­dad de trasladar su producción a escala industrial. Los tratamient­os del futuro están cada vez más cerca, pero hay que apostar por ellos.

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Creatio / UB Un científico trabaja en un laboratori­o de terapias avanzadas en Creatio.
 ?? Creatio / UB ?? Dos investigad­ores, ataviados con batas y gafas para mantener el espacio esteriliza­do.
Creatio / UB Dos investigad­ores, ataviados con batas y gafas para mantener el espacio esteriliza­do.

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