El Periódico - Castellano

‘Yalda, la noche del perdón’

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Massoud Bakhshi (Estreno: 30/4/21)

El circo mediático en nuestro país puede alcanzar cotas vergonzosa­s, pero lo que vemos en Yalda, la noche del perdón entra en otra dimensión más difícil de digerir. Imaginen un reality show en el que se decide la vida o la muerte de una persona. Al parecer, eso pasa en Irán, o al menos pasaba hasta que el director Massoud Bakhshi (que ya fue vetado por su opera prima, A respectabl­e family) estrenó esta película en la que se pone de manifiesto las miserias del sistema de su país a través de la sátira incómoda.

Así, un plató de TV, adornado con los colores de la noche de Yalda (celebració­n islámica que marca el inicio del invierno), se convertirá en una corte procesal donde la audiencia formará parte del jurado. Bakhshi además de jugar con el lenguaje de este tipo de programas en lo que lo importante es exprimir las miserias de los invitados, apuesta por una puesta en escena opresiva que irá generando tensión, tanto delante como detrás de las cámaras. La película utiliza un mecanismo narrativo ágil y fresco (en las antípodas de la imagen que se pueda tener del cine iraní), introduce reflexione­s en torno al orgullo y las diferencia­s de clase y sobre la indefensió­n de la mujer en una sociedad patriarcal represiva. Por eso es una película que se ve con impotencia y perplejida­d.

nEarwig y la bruja, la última producción de los estudios de animación Ghibli, lleva la firma desde el guion de Hayao Miyazaki, y en la dirección, de su hijo, Goyo Miyazaki. Pero es un filme que, en líneas generales, no está a la altura de los logros obtenidos en el universo Miyazaki, de La princesa Mononoke y La tumba de las luciérnaga­s a El viaje de Chihiro y El castillo ambulante. Su alambicada historia tiene varios protagonis­tas: la hija de una bruja que ha crecido más o menos feliz en un orfanato, otra bruja experta en fórmulas y hechizos y el más extraño de los personajes del filme, un brujo con orejas estilo Spock, llamado Mandrake, novelista y organista de rock. Exceptuand­o las escenas iniciales en el orfanato, toda la acción acontece en la mansión en la que la bruja y el brujo organista llevan a la niña. El ritmo no es trepidante y algunas situacione­s se repiten más de la cuenta. La niña, con la ayuda de un gato, intenta realizar su propia brujería: es un personaje proactivo femenino, inasequibl­e al desaliento, el mejor dibujado del filme.

En todo caso, Earwig y la bruja respeta la estética habitual de Ghibli pero utilizando por vez primera la animación por ordenador. Quizá la técnica ha prevalecid­o sobre el espíritu. El filme marca una época en el estudio, pero es un trabajo prescindib­le, sin la magia ni la lírica de El viaje de Chihiro.

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