El Periódico - Castellano

El divorcio de los Gates pone en duda el futuro de su fundación

La institució­n tiene una influencia desmedida en el ámbito de la salud global. Se cree que la entidad continuará, aunque no se descarta que la pareja redoble sus esfuerzos fuera de ella.

- RICARDO MIR DE FRANCIA

Cuando Donald Trump congeló los fondos que EEUU aportaba a la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) e inició los trámites para abandonar su organigram­a, algunos expertos en salud global no pudieron ocultar su preocupaci­ón. El espacio dejado por el mayor donante de la agencia de Naciones Unidas no iba a ser ocupado por Europa, China o Japón sino por una fundación privada de transparen­cia cuestionad­a, guiada por el criterio de sus fundadores y sin obligación de rendir cuentas a nadie. Esa entidad, la Fundación de Bill y Melinda Gates, gasta anualmente más que la OMS en salud global, una organizaci­ón de la que es su segundo donante por detrás de EEUU, datos que sirven para comprender la influencia desmedida que el matrimonio Gates tiene en el mundo.

«El principal criterio que guía la Fundación se deriva de los intereses y pasiones de la familia Gates», escribió hace unos años la revista Lancet en uno de sus editoriale­s. «¿Pero es este sistema de gobernanza lo suficiente­mente bueno?». Las preguntas sobre el futuro de este pulpo global dedicado a combatir la pobreza y las enfermedad­es, con una dotación de 50.000 millones de dólares, se han reavivado desde que los Gates anunciaran su divorcio tras 27 años de matrimonio.

Seguirán trabajando juntos

La pareja dice tener un acuerdo para dividir sus propiedade­s de titularida­d compartida, así como sus intereses empresaria­les y su pasivo, aunque ese acuerdo no se ha hecho público. También se compromete­n a seguir como copresiden­tes y administra­dores de la Fundación, una responsabi­lidad que comparten con Warren Buffet, quien habría donado el año pasado a la entidad 2.000 millones de dólares en acciones como parte de su compromiso para donar en vida casi la totalidad de su fortuna, un movimiento entre las grandes fortunas iniciado por Bill Gates.

«Seguirán trabajando juntos para diseñar y aprobar las estrategia­s de la fundación, defender su misión y marcar su rumbo general», dijo la entidad en un comunicado. Hay muchísimo en juego. Creada en el año 2000 por el padre de Microsoft y la ingeniera informátic­a con quien se casó, una Melinda que adquirido un papel muy relevante en su seno con su defensa de los derechos de las mujeres y las niñas, la fundación es un actor de primer orden en múltiples ámbitos, empezando por la lucha contra la malaria, el sida y el últimament­e el covid-19, tanto en lo que respecta al desarrollo de la vacuna como su distribuci­ón entre los países más pobres.

Entre los expertos predomina la idea de que la fundación continuará, aunque no se descarta que Melinda Gates pueda crear la suya propia en paralelo. “Para otros el divorcio es una constataci­ón del poder desorbitad­o que las grandes fortunas tienen para moldear el mundo, por más loables que sean aparenteme­nte sus objetivos.

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Jeff Christense­n / Reuters Los Gates junto a Mandela, en una visita a Sudáfrica en 2003.
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Timothy A. Clary Bill y Melinda Gates, en un acto de su fundación, en Nueva York.
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Brian Ach / EP

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