Y después del retorno del cuerpo, ¿qué?
El retorno del cuerpo de Napoleón fue un éxito para la monarquía pero insuficiente para garantizar su supervivencia. La corrupción política, la crisis económica y la presión del movimiento republicano desembocaron en una nueva revolución en 1848. Luis Felipe tuvo que abdicar y las idas y venidas de la historia de la Francia del siglo XIX continuaron. dedicarle plazas y calles. Napoleón, sin embargo, continuaba enterrado en Santa Helena.
Entre los ministros de Luis Felipe estaba el historiador Adolphe Thiers, autor de una exitosa Historia de la Revolución Francesa y bonapartista declarado. Fue él quien convenció el rey de negociar con los británicos la vuelta de los restos mortales y convertirlo en una gran acción de propaganda política para legitimar su régimen.
Todo fue preparado con detalle, empezando por el lugar donde enterrarlo. Se descartó el Arco de Triunfo porque habría sido darle demasiado relieve. También se valoró darle sepultura bajo la columna de la plaza Vendôme, pero finalmente se decidió trasladarlo al hospital militar de los Inválidos (Invalides) para reducir su estatus a jefe del Ejército.
Ahora bien, fue una operación de Estado y se notó desde el primer momento. El encargado de dirigir la expedición a Santa Helena fue el príncipe heredero y cuando el 15 de diciembre de 1840 el féretro llegó a París, fue recibido por una multitud que llenaba los Campos Elíseos decorados para la ocasión y el Arco de Triunfo –ya acabado– se coronó con una enorme escultura de yeso de Napoleón.
El cuerpo fue conducido a su destino por una carroza fúnebre tirada por 16 caballos emplumados con oro y el ataúd era sostenido por un conjunto de cariátides doradas. Los restos de Napoleón se depositaron bajo la cúpula de aquel majestuoso edificio junto al río, cumpliendo por fin su deseo testamentario.
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