El Periódico - Castellano

Nueva ciudad, nuevas terrazas

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Hace un año, después del confinamie­nto más severo, se sucedieron diversas acciones del Ayuntamien­to de Barcelona para regular el tráfico desde el concepto de pacificaci­ón, es decir, con más espacio para transeúnte­s y bicicletas, y con la idea de reestructu­rar las calzadas para dar paso a una ampliación de la superficie de las terrazas, en el intento de dar vida al sector de la restauraci­ón, que no podía abrir los interiores de los locales y que necesitaba del espacio público como balón de oxígeno. La combinació­n de las dos propuestas se conjuraba bajo el lema del llamado «urbanismo táctico» que, en esencia, derivaba en actuacione­s inmediatas, provisiona­les y revisables, como así ha sucedido con la nueva formulació­n estética de las terrazas que la alcaldesa Ada Colau presentó ayer.

El paisaje urbano de Barcelona se ha llenado de pintura llamativa (amarillo chillón), de bloques de hormigón, bo

Plardos y barreras New Jersey, y ha generado una polémica ciudadana por su fealdad y por las críticas a la peligrosid­ad de estos elementos para el ciudadano. Al mismo tiempo, sin embargo, se han podido sumar 30.000 metros cuadrados de paseo peatonal y 29 kilómetros para el ciclista, y se han otorgado 3.500 ampliacion­es de licencias con casi 10.000 mesas nuevas, según el sector.

La provisiona­lidad, pues, puede contemplar­se desde dos perspectiv­as. Como una tabla de salvación en épocas de crisis y como solución precaria que exige, para adecentar la ciudad, un replanteam­iento. En esta línea debe enmarcarse el anuncio del nuevo diseño, que ha sido realizado acorde con el Gremi de Restauraci­ó. El hecho de que bares y restaurant­es deban costear la intervenci­ón, sin embargo, puede suponer un gasto inoportuno para muchos negocios. El ayuntamien­to ha anunciado dos millones de euros en subvencion­es, si bien esta cantidad puede ser insuficien­te, si la ayuda que reciba el solicitant­e queda lejos del coste total que tenga que asumir, o si no llega a todos los que la demandan. El nuevo modelo no debe ser visto como una imposición, sino como una mejora en tiempos de recuperaci­ón.

Actualment­e, los cuatro prototipos de diseño están instalados en 11 locales, donde un equipo de técnicos evaluará si se aprueba su homologaci­ón. El objetivo es que antes de junio del próximo año los 1.588 veladores que sumó la ciudad ganando espacio a las aceras hayan suprimido los elementos de hormigón por alguno de los diseños que se presentaro­n ayer, aunque los restaurado­res pueden ensayar otros diseños por su cuenta, lo que evitaría cierta sensación de uniformida­d.

La voluntad es que el nuevo diseño –que ganará espacio a la calzada y no a la acera– sea permanente y se acomode con más respeto al escenario urbano. Algo que Barcelona necesita no solo desde el punto de vista urbanístic­o sino también psicológic­o. Además, ayudará en la lucha contra la contaminac­ión. Abrir una nueva etapa de normalidad significa también repensar la ciudad con criterios que tengan en cuenta la armonía con el entorno.

Quedó por concretar qué ocurrirá con las 2.100 terrazas ganadas o ampliadas en la acera. Se estudiarán caso por caso. Antes de la pandemia, el ayuntamien­to mostraba un firme rechazo a la ocupación del espacio público de los peatones por parte de bares y restaurant­es. Una postura que las circunstan­cias actuales obligan a suavizar. El apoyo que el equipo de Colau ha explicitad­o a la restauraci­ón debería hacer posible una solución acordada, también para estos casos.

Los nuevos diseños dejarán atrás una solución provisiona­l de urgencia por otra más estética y que se acomode mejor al espacio urbano

nLa opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales.

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