«Los intentos de suicidio de menores se han doblado en los últimos tres meses»
JEFA DEL ÁREA DE SALUD MENTAL DE SANT JOAN DE DÉU
«Con un estrés sostenido en el tiempo, la cabeza se cansa y comienza a fallar» «Los niños que intentan quitarse la vida tienen entre 14 y 18 años de edad» «Este estrés ha hecho aparecer una sintomatología que costará mejorar»
El 1 de mayo, la jefa del Área de Salud Mental del Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues de Llobregat), Montse Dolz (Barcelona, 1971), alertaba en EL PERIÓDICO de que, en niños y adolescentes, los intentos de suicidio habían aumentado un 27% y las urgencias psiquiátricas, un 36%. Son los efectos de la pandemia de covid-19 en la salud mental en uno de los colectivos más vulnerables de la población. Y, durante este último mes, estas cifras han seguido creciendo alarmantemente. —¿Cuánto han aumentado las tentativas de suicidio de niños y adolescentes?
— Si comparamos las cifras de dos o tres meses atrás con respecto a los dos o tres meses previos a la pandemia, vemos que las tentativas de suicidio se han doblado. Si antes veíamos unas 30 al mes, ahora vemos unas 80.
— O sea, se han más que doblado.
— Un poco más que doblado, sí. En enero de 2020 vimos 31 intentos de suicidio en menores. En enero de este año, 83. En febrero de 2020 vimos 45; en febrero de este año, 70. El número es aproximado, es más importante la tendencia. Y la tendencia es que, con respecto a antes de la pandemia, las tentativas de suicidio se han doblado e incluso un poco más.
— ¿Cuándo empezó a agravarse la situación?
— Cuando comenzó la pandemia, había muy pocas urgencias no relacionadas con el covid-19. En verano tampoco hubo muchísimas… La cosa empezó a dispararse con el inicio del curso escolar, en septiembre u octubre, y, sobre todo, a partir de este 2021. Llevamos algunos meses, dos o tres, en que las tentativas se han disparado. Sobre todo las últimas semanas. Y, además, tampoco hemos llegado ya a una situación de estabilidad o de bajada. Aún estamos subiendo.
—Es impactante que se hayan doblado las tentativas de suicidio.
— Es impactante la cifra, sí. También es importante saber que el número total de tentativas tampoco es tan alto, pese a que sí es preocupante porque se ha doblado. Estos niños que intentan quitarse la vida, y que a Sant Joan de Déu llegan a través de las urgencias psiquiátricas, son de todas las clases sociales y procedencia. Vienen porque o bien han manifestado de forma muy clara que piensan en eso [en quitarse la vida] o bien han actuado en esta línea.
— ¿Qué ha pasado en las últimas semanas?
— Al inicio, el confinamiento domiciliario funcionó bien. Las personas pudieron aguantarlo porque el estrés era agudo, pero el problema es cuando se vuelve crónico, cuando no acabas de saber cuándo acabará y cuando las estrategias de contención van fracasando. Con un estrés sostenido en el tiempo, la cabeza se cansa y comienza a fallar. Además, al estresor inicial –el confinamiento domiciliario– se han añadido otros, como la incertidumbre económica o las muertes. Al inicio había un motivo de estrés agudo. Desde hace unos meses, son diferentes motivos los que hacen sufrir o estresan a la población. Y, además, duran mucho en el tiempo. Este es el porqué.
— Y a los menores les ha afectado más todo esto.
— Los niños más pequeños retornaron completamente a la escuela, pero determinadas franjas de edad, como los de bachillerato, hicieron mucha clase telemática, con mucha menos normalidad. La socialización, la vida ordinaria, los referentes de la escuela, de la actividad deportiva… son importantísimos. Es una franja de nuestra vida en que nos construimos con los referentes que tenemos. Estas tentativas de suicidio nos hablan de que hay un grueso de la población que tiene mucha ansiedad, mucho malestar.
— ¿Cuál es la media de edad de estos niños que intentan quitarse la vida?
— Son menores entre los 14 y los 18 años. Tenemos más consultas de personas adolescentes que de niños pequeños.
—¿Y son niños que antes de la pandemia ya tenían problemas o no necesariamente?
— Deberíamos hacer un análisis con mayor profundidad para responderte a esto, pues de momento tenemos datos incipientes. Pero entre quienes vienen a urgencias hay un poco de todo. Está el paciente ya conocido, con un historial de salud mental y que con la pandemia ha empeorado, pero también el paciente nuevo que consulta por primera vez y que no ha llegado a ir al pediatra, al médico de cabecera o al psicólogo y que viene a urgencias por una tentativa de suicidio.
— ¿Han aumentado también las urgencias psiquiátricas en menores?
— Sí. Un 47% ya con respecto al período prepandémico. La última cifra que teníamos [del 1 de mayo] era de un 36%.
— ¿Por qué acuden?
— Los pacientes vienen a las urgencias sobre todo por síntomas relacionados con la ansiedad. A veces son somatizaciones. También vemos niños que no han podido volver a la escuela porque no se ven capaces, por ejemplo. Y otro motivo es el trastorno de la conducta alimentaria: niños que dejan de comer o comen muy poco. También tentativas o ideaciones de suicidio, de quererse hacer daño.
— ¿Qué síntomas describen estos menores que acuden a las urgencias del hospital?
—Depende. Los que tienen ansiedad explican crisis de angustia, palpitaciones, incapacidad para respirar... Los que se quedan en casa también tienen ansiedad y dicen que no pueden ir a la escuela, que no pueden caminar, que les da mucho miedo. Dolores de cabeza, vómitos... Ansiedad en todas sus manifestaciones. Los que están deprimidos se muestran apáticos, semi-irritables, no tienen ganas de nada, están muy tristes, lloran. Dicen que no quieren vivir. Los que tienen un trastorno de la conducta alimentaria piensan que están muy gordos cuando en realidad no es así; tienen miedo de comer. Los padres los traen porque han perdido cinco kilos en un mes.
— ¿Mejorará la caída del estado de alarma esta situación de nuestros jóvenes?
— Hombre, yo creo que la cosa irá a mejor. La vuelta a la normalidad debería ayudar a todo este colectivo, pese a que la situación es desestabilizante. Eso sí, este estrés ha hecho aparecer una sintomatología que costará mejorar, especialmente en aquellos que se han quedado encerrados en sus casas. Tendremos trabajo para hacer que mejoren los que ya se han puesto mal, pero la progresiva normalización de la vida cotidiana sí hará que haya menos incidencia de casos nuevos.
— ¿Qué consecuencias tendrá todo esto a largo plazo?
— Yo no tengo una bola de cristal. Pero es evidente que invertir en la salud mental, en la resiliencia de los niños y jóvenes, es lo más eficiente para el sistema sanitario. Acaba reportándole un ahorro. Si tenemos un grupo que está mostrando síntomas preocupantes y no hacemos nada, ello tendrá un impacto global. Pero repito que creo que las cosas irán a mejor. En Sant Joan de Déu hemos puesto en marcha todo un plan de choque en urgencias y ahora pondremos otro de proximidad para los trastornos alimenticios. También sabemos que la Conselleria de Salut está preocupada y haciendo acciones, y todo eso tendrá sus frutos. Hay consultas que vemos en urgencias que no pueden esperar.
— ¿Hay medios para atender a toda esta población enferma o el sistema está colapsado?
— Nuestro sistema de salud mental es bastante robusto, tenemos una red de centros de salud mental infanto-juvenil (CSMIJ) amplia. Si la comparamos con otros territorios del Estado, es infinitamente más grande. Pero, cuando hay un aumento muy importante de casos, como en este caso, el sistema sufre. En estos momentos, vamos justos y el sistema está un pelo desbordado, pero creo que acabará dando respuesta.
«Los que tienen ansiedad explican crisis de angustia, palpitaciones y otros problemas»
«Nuestro sistema de salud mental es bastante robusto, tenemos una red amplia»