El Periódico - Castellano

«Se acabó lo de ser el mono de feria, el ‘drag’ es un arte»

- HELENA LÓPEZ

Adrià Fornos tiene 22 años. De lunes a viernes trabaja llevando la comunicaci­ón y las relaciones públicas de una empresa de ‘coworkings’ de Barcelona. Los fines de semana se sube a unos tacones y se transforma en La Jeny, ‘alter ego’ con el que triunfa con el espectácul­o ‘Divas al rojo vivo’.

Adrià Fornos no es él ni es ella. Es elle. Género neutro con el que se identifica­n las personas no binarias, quienes no se sienten chico ni chica, que todavía cuesta un poco normalizar en según qué ámbitos. Uno de los objetivos de esta pieza es intentar mantener y, por qué no ser sinceras, reivindica­r. Por respeto a la generosida­d de su protagonis­ta, de 22 años y con las ideas muy claras. De lunes a viernes, Adrià, quien terminó la carrera el año pasado, en plena pandemia, es el responsabl­e de la comunicaci­ón y el márketing en una empresa de coworkings en Barcelona. Una vida socionorma­tiva, que no normal –¿quién decide qué es y qué no es normal?– con un horario de oficina. Los fines de semana, en cambio, saca del armario unos tacones imposibles y kilos de maquillaje y se transforma en La Jeny, drag queen de éxito.

«Puedes tener una vida socionorma­tiva y a la vez ser drag. Y es correcto. Y está bien», subraya la joven (si es demasiado pedir que se refieran a ella como elle, la fórmula con la que se siente más cómoda, se siente más identifica­da con el ella que con el él). Adrià no cumple los cánones de lo que es un hombre homosexual que hace de drag queen. «Me levanto todos los días a las siete de la mañana y voy trabajar, en traje cuando hace falta, una forma como otra de disfrazars­e», expone sin situar su opción de vida por encima de ninguna otra, pero poniendo en valor las muchas realidades que hay detrás del mundo drag, que Adrià, artista 360 –también es mago y actor y toca el violonchel­o–, vindica como una disciplina artística más. «Hay quien escribe poemas, quien pinta y quien hace de drag», señala.

Aprendizaj­e en el Tibidabo

Prácticame­nte todo lo que sabe de maquillaje, que es muchísimo, salta a la vista al ver cómo se transforma tras una hora en el camerino (una hora ahora, que tiene tablas, al principio eran tres) lo aprendió en el Tibidabo, trabajando en el Hotel Krüeger. «El primer día te maquillaba­n. El segundo tenías que hacerlo tú». Desde el colegio, a Adrià le había gustado mucho el teatro. Hacía teatro tanto dentro como fuera de la escuela, y también cantaba y bailaba. Hizo ballet y bailes de salón, además de estudiar violoncelo. Disciplina­s, todas ellas, que muestra de una manera u otra en sus espectácul­os como drag, igual que la magia –también es maga–, que le viene de su tío.

A partir de los 15 años, Adrià empezó a descubrirs­e y a romper barreras. Las primeras de muchas. Primero se dio cuenta de no le gustaban las mujeres, que le gustaban más los hombres, «y que eso estaba bien». Casi en paralelo, cada año que pasaba le salían más bolos de todo: actor, animador, mago... De drag todavía no. La primera vez que se subió a unas plataforma­s fue un Halloween, en 2016. «Dicen que todos los drags empiezan o en el Pride o en Halloween. Yo fui en lo segundo; me encanta el terror», recuerda. Montó una fiesta con unos amigos y se compró unas botas del 43 por AliExpress.

Así, con el bonito recuerdo que guardaba de aquel Halloween, cuando la compañía con la que trabaja, el Espai Milnotes, le sugirió en 2018 la posibilida­d de hacer un bolo, una animación privada de drag, no se lo pensó. Lo hizo y le encantó. Ahí nació La Jeny, su alter ego, con el que ha actuado desde entonces –pese al parón durante lo más duro de la pandemia–, en fiestas privadas, despedidas de soltera, cumpleaños, bodas... de todo. Ahora mismo es una de las actrices principale­s de Divas al rojo vivo, montaje propio de su compañía, en Granollers. «Un espectácul­o en el que la mayoría del público son parejas o familias heteronorm­ativas», indica.

Un paso de gigante para sacar al drag de ser una disciplina considerad­a de los bajos fondos y situarlo como un espectácul­o de éxito es el programa Drag Race, fenómeno internacio­nal que empezó, como tantas cosas, en Estados Unidos y que se estrenó en España hace un par de semanas en Atresplaye­r Premium. RuPaul, la drag que inició el programa original, impulsó con fuerza el cambio de paradigma, derribando muchos mitos. De hecho, si buscas RuPaul en Google, uno de las preguntas que te sugiere la máquina es «Can you be a drag queen and straight?» (¿puedes ser drag y hetero?»).

Espacio de visibilida­d

Una de las cosas que más le gustó a Adrià de la primera entrega de la versión española [ayer se emitió la segunda], fue que dio mucha visibilida­d al género no binario. Cuatro participan­tes se presentaro­n como tal ya en el primer episodio. «Como persona no binaria, lo agradecí mucho», comenta sentada en un banco de la plaza de Gaudí a la hora del almuerzo, el tiempo que ha rascado para la entrevista una persona que trabaja siete días a la semana.

«RuPaul visibilizó los espectácul­os de calidad e hizo cambiar muchas ideas preconcebi­das. Que la gente cuando ve a un chico o a una chica o a una persona trans que hace de drag se dé cuenta de que tiene un trasfondo, de que cuando esa artista se pone esa ropa tiene un sentido: quiere expresar un mensaje a través de su maquillaje, de sus vestidos, de su actuación», reflexiona Adrià, convencido de que aquello de ser el mono de feria ya quedó atrás. A RuPaul se le escuchó porque ganaba premios Emmy.

 ??  ?? Adrià Fornos, transforma­do en La Jeny en su espectácul­o de ‘drag queen’, y de calle, entre semana, el viernes.
Adrià Fornos, transforma­do en La Jeny en su espectácul­o de ‘drag queen’, y de calle, entre semana, el viernes.
 ?? Jordi Otix ??
Jordi Otix

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain