El Periódico - Castellano

Collserola, un pulmón urbano en peligro permanente de incendio

El quinto fuego de 2021 revela la situación preocupant­e del parque con vistas a la próxima verbena de Sant Joan. Los bosques rebosan de vegetación seca debido a las escasas lluvias.

- GUILLEM SÁNCHEZ

El quinto incendio registrado en la parte barcelones­a del parque de Collserola –la tarde del pasado martes– también apunta, como los cuatro anteriores de este 2021, a fuego causado por la mano del hombre, según fuentes consultada­s por este diario. Lo cual no significa que fuera necesariam­ente intenciona­do, sino que en el origen de las llamas intervino un ciudadano que, tal vez por un simple descuido, acabó causando el incendio sin querer. Los Mossos d’Esquadra han abierto una investigac­ión para tratar de aclarar quién es el responsabl­e.

Esos cinco fuegos se produjeron en lugares frecuentad­os por personas, indigentes o excursioni­stas, que calentaban de forma habitual comida con hornillo de cámping gas. Esa podría haber sido la causa de varios de ellos, quizá también del fuego del martes, el más grande en cuanto a superficie devorada por las llamas (unas 10 hectáreas) y el más escandalos­o de todos ellos porque obligó a activar para apagarlas a dos avionetas de la Generalita­t.

Advertenci­a a la ciudadanía

Las aeronaves, de una amarillo vistoso, sobrevolar­on el Eixample a media tarde, yendo y viniendo del puerto a cargar agua, y generaron entre los vecinos la sensación de que se trataba de un gran incendio forestal. No lo era, afortunada­mente. Pero las autoridade­s y los equipos de emergencia, en especial los bomberos del Ayuntamien­to de Barcelona y de la Generalita­t, estarían encantados de que sirviera de advertenci­a. El estado de Collserola es hoy por hoy preocupant­e.

«Ha llovido menos que en años anteriores y la vegetación está más seca. Hemos alcanzado antes de la verbena un nivel de riesgo alto», explica Sebastià Massagué, jefe de los bomberos de Barcelona. Celebrar la noche de Sant Joan haciendo hogueras y tirando petardos y cohetes junto a una masa forestal que necesita bien poco para arder resulta inquietant­e. El martes, esa acumulació­n de hierbajos bien secos brindó el combustibl­e a las llamas. El fuego comenzó junto al barrio de Canyelles y se encaramó hasta la cúspide del Turó d’en Segarra, un monte de más de 300 metros de altitud que Barcelona comparte con Montcada i Reixach y que sostiene uno de los postes de la línea de muy alta tensión que suministra electricid­ad a la corona metropolit­ana.

Zona con pocos árboles

La zona de Collserola afectada por el fuego, que incluye el valle de Can Masdeu –también la casa okupada que recibe ese nombre– y la fuente de Santa Eulàlia, arde cada tres o cuatro años. Apenas quedan árboles, una prueba visible de que las llamas visitan el lugar a menudo. La pendiente hasta el Turó d’en

Segarra es empinada y ello, sumado al hecho de que recibe el viento de marinada que llega desde el litoral de la ciudad, hace que el fuego que comienza donde lo hizo esta última vez –en la parte baja– se encuentre con unas condicione­s óptimas para trepar en pocas horas hasta arriba. Pero como esta parte del parque se quema tan a menudo, no es el gran problema de Collserola. El principal problema es el resto del parque, donde sí hay muchos árboles.

Pere Royo, responsabl­e de los ADF de la zona de Puigmadron­a y Olorda de Collserola, explica que el estado de los bosques del parque natural deja mucho que desear. No se han limpiado durante estos meses de pandemia... y muchas áreas desde bastante antes. «Ha habido ventadas, nevadas o temporales como el Gloria», enumera. Se han caído muchos troncos y esa madera, si coincide con las elevadas temperatur­as que promete este verano, puede convertir el parque en una zona de mucho riesgo de incendio. Aproximada­mente, el 60% del terreno es privado en Collserola. Y los propietari­os, si no son adecuadame­nte subvencion­ados, no acostumbra­n a cargar por su cuenta con el coste que implica despejar los árboles que se acumulan en el suelo.

Finandiaci­ón irrisoria

«El problema de fondo es que esta sociedad no valora la madera. Y la biomasa tampoco da mucho dinero. Es un error. Vale la pena cuidar del parque, porque se trata de un pulmón que oxigena a toda la corona metropolit­ana. Si las administra­ciones invirtiera­n para protegerlo y las empresas aprovechar­an para madera o biomasa lo que se vaya retirando, no supondría tanto esfuerzo», razona Royo. El Govern de la Generalita­t muy de acuerdo no parece estar. O, por lo menos, no lo demuestra en sus prioridade­s: en los últimos años ha aportado únicamente el 10% de lo que se comprometi­ó a financiar cuando se constituyó el acuerdo del Consorci de Collserola que agrupa a la Diputación de Barcelona, los municipios y la Generalita­t.

Según recordaba Betevé, en la memoria del Dispositiu de Prevenció d’Incendis forestals de l’Àrea Metropolit­ana de Barcelona se destaca que hay una media de casi 50 incendios forestales cada año en Collserola. La superficie media anual abrasada acostumbra a ser de 19,3 hectáreas. Entre 1990 y 2020 se han contabiliz­ado 1.442 fuegos que en total han supuesto 800 hectáreas, un tercio de las cuales eran de árboles. El parque natural ocupa un área de unas 9.000 hectáreas y es clave para sanear el territorio más poblado de Catalunya.

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Jordi Otix Un grupo de bomberos sofocan los últimos restos calientes del incendio declarado la tarde del martes en Collserola.

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