La CNMC abre el debate sobre la reforma fiscal de la factura de la luz
► La presidenta del superregulador, Cani Fernández, se muestra partidaria de abordar con «prioridad y ambición» la parte impositiva del recibo, que supone más del 20% de la factura
Con el precio de la electricidad en el mercado mayorista disparado y la polémica sobre las nuevas tarifas copando todas las conversaciones desde hace una semana, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) abre el debate sobre la necesidad de reformular el tercer componente del recibo de la luz: los impuestos. «Además de los costes regulados y del coste de la energía hay una tercera parte, la parte impositiva, que se deberá abordar con prioridad y ambición», aseguró ayer su presidenta, Cani Fernández, durante su intervención en el II Foro Económico Internacional, organizado por Expansión.
Lo que un consumidor doméstico paga a final de mes corresponde, aproximadamente porque el peso de cada componente suele variar, en un 33% al precio de la electricidad en el mercado mayorista, en un 47% a los costes regulados y en un 20% a los impuestos. El Gobierno se plantea reducir la parte regulada a través de un mecanismo para reducir los dividendos de CO2 de los que se benefician las centrales nucleares y las hidráulicas (supondría una rebaja del 4,8% del recibo doméstico, según el Ejecutivo) y la eliminación por completo de las primas a las renovables en un plazo de cinco años, aunque no serán unos cambios inmediatos porque conllevan una tramitación lenta.
La otra parte del recibo que depende de su competencia y que podría tocar en pos de conseguir una factura más liviana serían los impuestos.
Por una parte, España aplica un IVA a la electricidad del 21%, el más alto de las cinco grandes economías de la Unión Europea, por delante del Reino Unido (5%), Italia (10 %), Alemania (19%) y Francia (5,5% al término fijo y 20% sobre el variable), y al mismo nivel de países como Bélgica y Holanda, que tienen un PIB per cápita mucho mayor.
Por otra parte, la luz se grava con un impuesto específico, el Impuesto Especial sobre la Electricidad del 5,11% que, además de aplicarse sobre el término de potencia contratada y energía consumida, forma parte de la base imponible del IVA, es decir, tiene una doble imposición. Este gravamen especial solo lo sufren nueve productos en España, además de la electricidad, entre los que se hallan bebidas alcohólicas, carburantes y vehículos.
En este sentido, hace tan solo unos días (el 19 de mayo) la Comisión Europea se pronunciaba sobre estos impuestos tras una pregunta del eurodiputado Toni Comín (Junts) en la que planteaba si estaba «en contra de una reducción del impuesto sobre el consumo de electricidad de los hogares» y que surgió después de que los precios de la luz se disparasen en España por la tormenta Filomena. En su respuesta, la comisaria de Energía, Kadri Simson, reconoce que el impuesto especial español sobre el consumo de electricidad de los hogares «está muy por encima del mínimo de la UE establecido por la directiva sobre fiscalidad de la energía», aunque añadía que «los estados miembros son libres de determinar los tipos de impuestos especiales por encima de estos mínimos, en función de sus necesidades nacionales». Sobre el IVA, Simson aclara que España «puede aplicar un tipo impositivo reducido a la electricidad suministrada a los hogares», si así lo desea.
‘Empoderar’ al consumidor
La CNMC fue, junto al Gobierno, la encargada de diseñar la nueva estructura tarifaria que establece distintos precios según la hora a la que se consume con diferencias del 95% entre las horas denominadas
«El consumidor mejor formado es el que puede ahorrar más», afirma Fernández
punta y las horas valle. Sobre estas nuevas tarifas, Fernández pide «tiempo» tras recordar que la nueva fórmula «solo lleva una semana» en funcionamiento. «Se necesita tiempo para llegar a conclusiones y ello implica series temporales para interpretar la fotografía completa», asegura la presidenta del superregulador.
No obstante, Fernández reconoció que este cambio, unido también al alza de los precios en el mercado mayorista, puede llevar a «ciertos niveles de pérdida de confort por parte de los consumidores a veces inasumible». Según Fernández, el consumidor ahora tiene más peso a la hora de pagar más o menos. «El consumidor más involucrado y mejor formado es el que puede tener más ahorro en la factura», añadió.