El Periódico - Castellano

Una desescalad­a de consenso

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Desde el decaimient­o del estado de alarma y, en consecuenc­ia, con la llegada de una nueva gestión autonómica de la desescalad­a, se han reproducid­o las desavenenc­ias en el seno del Consejo Interterri­torial de Sanidad, con un rifirrafe habitual entre el Gobierno central y el de las comunidade­s. El último ejemplo es el de hace una semana, en la penúltima reunión conjunta en la que el Ejecutivo decidió imponer determinad­as restriccio­nes, a nivel global, en los horarios del ocio nocturno y de la reapertura de bares musicales y discotecas. El Gobierno insistió en que eran de obligado cumplimien­to, algo que territorio­s como Madrid y el País Vasco rechazaron de pleno. Ante las críticas a la uniformiza­ción de las normas en toda España, basadas en que la pretensión del Gobierno se inmiscuía en decisiones de competenci­a autonómica y que no tenía en cuenta las diferencia­s entre comunidade­s autónomas y su mayor o menor dependenci­a del turismo y la restauraci­ón, el Ministerio de Sanidad ha decidido rectificar y reconducir la situación. En el Consejo Interterri­torial de ayer se pasó del criterio unificador a una solución acordada, teniendo presentes las asimetrías y las caracterís­ticas de cada comunidad. La hoja de ruta aprobada por consenso (aunque Euskadi no participó en la discusión ni en la votación) convierte las limitacion­es a la apertura de las discotecas y la celebració­n de actos masivos en meras recomendac­iones. Las restriccio­nes, por supuesto, están supeditada­s a una revisión y flexibiliz­ación acorde con la evolución de los parámetros sanitarios, pero, en cualquier caso, lo que esta resolución intenta evitar es una judicializ­ación de las normas en función de criterios dispersos de los tribunales.

La combinació­n de una cierta homogeneid­ad nacional en el diseño de la nueva normalidad y de la asunción de responsabi­lidades autonómica­s para dar respuesta a cada caso concreto, adaptado a la realidad de un país diverso, es complicada, pero necesaria e imprescind­ible. Para que el sistema de gobernanza sea satisfacto­rio, cabe, por un lado, exigir lealtad institucio­nal, y por el otro, tener en cuenta la configurac­ión del Estado y las competenci­as de cada administra­ción, así como respetar la pluralidad. Ni imponer desde el centralism­o ni afrontar el problema con prejuicios políticos que pueden dinamitar una salida pactada.

Quedan en el tintero muchos otros asuntos, más allá del ocio nocturno. La posibilida­d de vacunar en comunidade­s distintas a la de origen en el periodo estival, por ejemplo, y el diseño de las campañas de vacunación entre los más jóvenes. Situacione­s que requieren espacios de encuentro que, al fin, representa­rán beneficios para toda la ciudadanía.

Sanidad da marcha atrás en las imposicion­es sobre el ocio nocturno y persigue el acuerdo con las comunidade­s autónomas, una vía más justa y eficaz

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