Un libro y una obra de teatro
que aún se mantiene activo.
Tanto en Francia como en el Reino Unido, las trabajadoras sexuales reclamaban la despenalización de la prostitución, que se acabara con la estigmatización de la profesión y que, ya que habían tenido que pagar tantas multas, que tuvieran derecho a servicios básicos tales como el acceso a la sanidad pública.
A pesar de la creciente atención mediática –la noticia llegó al New York Times, por ejemplo– el Gobierno no quería saber nada. La secretaria de Estado para la condición femenina, Françoise Giraud, rechazó reunirse con ellas argumentando que no tenía competencias en la materia, y el ministro del Interior, Michel Poniatowski, fue más allá y denunció que las prostitutas habían sido manipuladas por sus proxenetas, que querían desembarazarse de la presión policial que les estaba hundiendo el negocio.
Finalmente, el 10 de junio, el Gobierno ordenó el desalojo de la iglesia, a pesar de que en ningún momento el rector había presentado denuncia contra las mujeres, que fueron expulsadas de Saint-Nizier por la misma policía que las acosaba cada día en las calles de la ciudad.
Después de aquel episodio, durante el otoño de 1975 se llevaron a cabo otras iniciativas para continuar la lucha pero, poco a poco, la protesta se fue apagando y la situación de aquellas mujeres no mejoró. A pesar de todo, sin embargo, el 2 de junio se convirtió en el día señalado para reivindicar la lucha iniciada en 1975 y que tantos años después sigue generando controversia, tal y como hemos podido comprobar estos días con el caso de Otras.
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