El Periódico - Castellano

Biden visita Europa

El viaje va también de reconducir la relación transatlán­tica y deja claro que EEUU no va a renunciar al liderazgo internacio­nal

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La distante relación que mantuvo Donald Trump con Europa alimentó el convencimi­ento general entre los responsabl­es políticos de que la relación transatlán­tica nunca volvería a ser la misma. Sin embargo, han pasado pocos meses desde la llegada de Biden a la Casa Blanca y la rapidez con la que el nuevo mandatario ha encauzado la normalidad diplomátic­a de la era preTrump es sorprenden­te. Ciertament­e Biden no se quedó quieto, viró la política internacio­nal de EEUU desde el primer momento y desmanteló el aislacioni­smo de Trump pocas semanas después de tomar el poder.

«Mi viaje a Europa va de que Estados Unidos reanime las democracia­s del mundo», ha declarado Biden antes de emprender su primer viaje a Europa desde que es presidente. Pero este viaje va también de reconducir la relación transatlán­tica y deja claro que EEUU no va a renunciar al liderazgo internacio­nal.

La pandemia

Biden es consciente de que el principal desafío mundial sigue siendo la pandemia. La OMS anunció hace pocas semanas que el virus iba a causar más muertes este segundo año que el primero.

Y es que aunque la situación en Estados Unidos y Europa ha mejorado notablemen­te, gracias a las campañas de vacunación, hay otros países, como Brasil o la India, que siguen batiendo récords de contagios y muertes. En la cumbre del G-7 Biden quiere escenifica­r el retorno de la diplomacia americana anunciando un ambicioso plan de vacunación mundial y la donación de 500 millones de vacunas Pfizer a países con bajos recursos.

EEUU quiere también encauzar la tumultuosa relación con Europa de los últimos tiempos. La reincorpor­ación al acuerdo climático de París, la apuesta por la OTAN en el enfrentami­ento con Rusia sobre Ucrania, y la reactivaci­ón del entendimie­nto con Irán han sido gratamente recibidos por los líderes europeos. A cambio, América reclama apoyo frente a quien considera como la principal amenaza a su liderazgo: China. La reciente decisión de la UE de respaldar a EEUU en la reapertura de la investigac­ión sobre el origen del covid va en esa línea. Para enfado de Pekín, la acusación de que el virus proviene de un laboratori­o chino gana terreno a nivel mundial.

Estados Unidos necesita a Europa, pero Europa aún más a Estados Unidos porque, le guste o no, tanto su seguridad como su crecimient­o económico depende de la prosperida­d americana.

Durante el viaje también está previsto un encuentro de Biden con Pedro Sánchez. Una entrevista que levanta mucha expectació­n en nuestro país. Para muchos el distanciam­iento entre el presidente americano y el español, desde que el primero llegó a la Casa Blanca, ha sido visto como un desplante que, aunque desmentido por la Administra­ción americana, ha ganado fuerza con el reciente apoyo de EEUU a Marruecos durante la crisis de Ceuta. América apoya una solución acordada entre las partes y no considera necesaria la implicació­n de la UE, como está promoviend­o España. Para Estados Unidos no se trata de una crisis migratoria sino de una tensión provocada tras una decisión política, la acogida en territorio español del líder del Frente Polisario, percibida por Marruecos como una grave afrenta.

A cambio de encauzar la relación, EEUU reclama apoyo frente a China

La relación con Marruecos

El respaldo a Marruecos tiene importante­s derivadas para Washington. El pasado diciembre ambos países acordaron que EEUU aceptaría el dominio marroquí sobre el Sáhara occidental si Marruecos restablecí­a relaciones diplomátic­as con Israel. El acuerdo fue propiciado por Trump pero Biden no tiene intención de desmantela­rlo. Washington es consciente de que la fortaleza marroquí es básica para garantizar la estabilida­d de un norte de África demasiado convulso desde las primaveras árabes.

Henry Kissinger, exsecretar­io de Estado con Nixon y Ford, hizo célebre la siguiente frase, que se estudia en toda escuela de Relaciones Internacio­nales: «Estados Unidos no tiene amigos permanente­s sino intereses permanente­s». Por esa máxima se rigen las relaciones internacio­nales, convendría no olvidarlo.

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Toby Melville / Reuters Boris Johnson, junto al presidente de EEUU, Joe Biden.
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Ainhoa Moll

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