Con Olivia, 40 menores asesinados desde 2013
El caso Bretón afloró la atrocidad de la violencia vicaria, que persigue dañar a la madre Dos reformas legales buscan cancelar el régimen de visitas en contextos de malos tratos
Como temían muchos especialistas, la desaparición de las niñas Anna y Olivia en Canarias ha terminado de la peor manera posibles. Su padre, Tomás Gimeno, las ha matado presuntamente para infligir el máximo daño a Beatriz, la madre, a la que había advertido poco antes de la desaparición que no las «iba a volver a ver».
De nuevo, un padre ha usado a sus propios hijos para herir de por vida a su pareja, porque deja a las víctimas muertas en vida, según las afectadas. Este tipo de agresión machista se llama violencia vicaria y el asesinato de los niños es el grado más extremo. Si bien, antes de que se llegue a este fatal desenlace, se suele producir una gradación de episodios, porque como lleva años denunciando el movimiento feminista, «un maltratador no es un buen padre» y no se puede disociar las agresiones que sufren las madres de la situación de los hijos.
Bastante desconocido
La violencia vicaria es un fenómeno en el que, hasta hace poco, las instituciones no habían puesto el foco y aún es bastante desconocido. De hecho, apenas hay estadísticas, salvo en los casos más graves, los que acaban con la muerte de los niños. El Gobierno los contabiliza desde 2013, dos años después de que José Bretón asesinara a sus hijos, Ruth y José, el germen que hizo tomar conciencia de este tipo de violencia machista. Pero después ha habido otros crímenes que han captado la atención mediática y, recientemente, el relato de Rocío Carrasco ha mostrado otro tipo de violencia, la de los padres que manipulan a los hijos contra la madre.
Según el Gobierno, han sido 39 las víctimas mortales menores de la violencia machista desde 2013. Contando a Olivia, la mayor de las hermanas desaparecidas en Tenerife, serían 40. Las fuerzas de seguridad aún están pendientes de que aparezca Anna, tras 40 días de desesperante búsqueda. Su madre no ha dejado de difundir tiernos vídeos de las niñas, con el fin de ayudar en la investigación.
El inhumano crimen ha despertado reacciones de solidaridad de todos los estamentos, empezando por Pedro Sánchez, quien señaló en las redes sociales que no se puede «imaginar el dolor de la madre», a la que ha trasladó todo su «cariño». La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, indicó que el Gobierno está «respetando el duelo» de la familia, sin «irrumpir» en un proceso «tan duro».
Rosell advirtió que «son ya muchos» los menores asesinados y «todos con el mismo patrón» porque Gimeno «no es un loco o un asesino en serie, es la cara del machismo, de ese hombre que no tolera la libertad de la mujer». Rosell pidió a las víctimas y a la sociedad que reaccionen, «antes» de que se llegue al asesinato, ante cualquier atisbo de maltrato.
Repunte de víctimas
El hallazgo de Olivia coincide con un repunte de mujeres asesinadas que ha hecho saltar las alarmas y que podría continuar en el futuro porque, según Rosell, «después de un periodo de restricciones, es como si se quitara el tapón al machismo». Los especialistas creen que en 2020 hubo menos fallecidas (48, la cifra más baja de la serie histórica) porque los maltratadores podían ejercer mayor control sobre sus víctimas.
Si bien, desde mayo, cuando decayó el estado de alarma y las restricciones, han fallecido 9 mujeres y 17 en lo que va de año. Frente a ello, el Gobierno ha activado al pacto de Estado contra la violencia de género, a cuyos integrantes les ha solicitado que hagan un diagnóstico de las herramientas que pueden estar «fallando». La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha admitido que «es evidente que España cuenta con mecanismos que están salvando vidas», pero también que no se llega «a tiempo en todos los casos». «Toda la maquinaria está volcada en detectar esos casos», afirmó.
De las 17 víctimas de este año, cuatro habían interpuesto denuncia. Aún así, las instituciones no supieron protegerlas. Preocupa también que más del 70% no confió en la justicia, porcentaje similar al que se da otros años, y los ojos están puestos en detectar ese maltrato oculto. Desde que hay estadísticas (a partir del 2003), han fallecido 1.095 mujeres y al menos 525 hijos han quedado huérfanos.
Además, teniendo en cuenta solo los asesinatos de menores, en el 66% de los casos los niños fueron las únicas víctimas, «por lo que el asesino buscó aumentar el sufrimiento de las madres acabando
Las instituciones no han puesto hasta hace poco el foco en el fenómeno, que se desató con el crimen de José Bretón
El inhumano crimen de Tenerife ha despertado muestras de solidaridad en todos los estamentos
con la vida de los hijos», según explicó la presidenta del Observatorio del Poder Judicial, Ángeles Carmona, a El PERIÓDICO.
Para mejorar la protección de los menores, hace dos años se modificaron los protocolos policiales para prestar más atención al riesgo que corren los niños. Y recientemente se aprobaron dos leyes que buscan la suspensión del régimen de visitas o la guardia y custodia cuando el padre ha sido denunciado por violencia machista. Se trata de la ley de protección a la infancia, la llamada ley
Rhodes, y la ley de apoyo a las personas con discapacidad.
Con ellas, los jueces «pueden acordar» que los niños no continúen la relación con el padre «en el proceso civil y penal», porque «ambas se complementan», según explica Lucía Avilés, magistrada y experta en este problema estructural. La ley contra la violencia de género ya facultó a los jueces a suspender el régimen de visitas, pero apenas se acuerda en el 3% de los casos, según Avilés, porque «sigue muy vigente el mito de que un maltratador puede ser un buen padre». Pero la situación puede cambiar en un futuro con el doble paquete legal, aunque algunos especialistas recelan.
La protección puede mejorar con la aprobación de la ‘ley Rhodes’ y la de apoyo a discapacitados