Líderes contra la pandemia
Los responsables de los países más ricos se comprometen a donar mil millones de vacunas para frenar el coronavirus
Los países del G-7 se conjuraron ayer para acabar con la pandemia y prometieron donar mil millones de vacunas a los países más pobres. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió 500 millones de dosis y el primer ministro británico, Boris Johnson, 100 millones, una cantidad que muchos consideran que es muy poco ambiciosa. El objetivo no es otro que conseguir inocular a toda la población del planeta antes de que termine 2022.
Johnson quiso aprovechar su discurso de inauguración de la cumbre ayer para lanzar una reflexión sobre el covid y lo que se ha vivido en el último año y medio. Se congratuló por poder encontrarse cara a cara con sus colegas mundiales, una cita que marca la diferencia con la reunión virtual del año pasado. Pero en el reencuentro de ayer de los presidentes de Gobierno y jefes de estado, a medida que iban llegando y se disponían para la foto oficial, se podía apreciar el nuevo mundo en el que nos hemos deslizado. Hubo mascarillas, miradas y distancia social en vez de abrazos, apretones de manos y besos.
Johnson dijo que debían aprender de los errores del pasado para no repetirlos. Y se refirió a dos momentos. El primero fue la crisis económica de 2008 que exageró todavía más las diferencias sociales. El segundo fueron los primeros meses de la pandemia en los que no se actuó correctamente. Y aseguró que ahora tienen la oportunidad de construir un futuro mejor, «una sociedad más justa, más ecológica».
Mantener los estímulos fiscales
Las siete naciones ricas del mundo consensuaron la necesidad de continuar apoyando sus economías con estímulos fiscales, según informó a Reuters una fuente próxima a las discusiones. Los países del G-7 creen que debería de haber políticas a largo plazo para garantizar la salud de las finanzas públicas en el futuro, mientras que consideran que el reciente incremento de la inflación tras el confinamiento es temporal.
En la línea de la imagen de unidad y de amistad que ofrecieron el jueves Johnson y Biden en su paseo por la playa de Carbis Bay, ayer también se quiso ofrecer esta misma imagen entre todos los miembros, una imagen de unión para derrotar a la pandemia y para hacer frente al cambio climático. Sin embargo, hay un asunto que puede dilapidar estas buenas sensaciones: Irlanda del Norte. La cumbre corre el peligro de verse dominada por una disputa con los líderes europeos sobre el proceso de paz de Irlanda del Norte. Se espera que Johnson se enfrente a ellos en la reunión de hoy cuando se trate la política internacional y emerja de nuevo la llamada guerra de las salchichas, como se conoce a las dificultades para que los ciudadanos norirlandeses puedan consumir los productos procedentes de la isla de Gran Bretaña y en especial las salchichas.
Divisiones
Downing Street se ha negado a descartar la posibilidad de que el Reino Unido adopte medidas unilaterales para garantizar que las salchichas británicas puedan seguir llegando a Irlanda del Norte. El mercado interior británico quedó alterado por el Brexit cuando se trasladó el uno de enero la frontera al mar, aislando a Irlanda del Norte. Johnson quiere que se revise el Protocolo, que es el anexo del acuerdo de salida de la Unión Europea (UE) que garantiza que no haya frontera en Irlanda. El primer ministro considera «excesivos» los requisitos de la UE de controles de mercancías que van de Gran Bretaña a Irlanda del Norte y quiere discutirlo con sus colegas europeos este fin de semana.
Pero el presidente francés, Emmanuel Macron, dejó claro ayer que no discutirían ahora rápido algo que estuvieron cuatro años negociando y con lo que Johnson estuvo de acuerdo y firmó. Antes de que comenzara la cumbre, Macron, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la cancillera alemana, Angela Merkel, el primer ministro italiano, Mario Draghi, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fueron fotografiados juntos.
Las divisiones quedaron apartadas ayer por la tarde cuando los líderes del G-7 se encontraron con la reina, con su hijo, el príncipe Carlos, y su nieto, Guillermo, y Kate Middleton en el Eden Project, un centro ambiental y educativo a 45 kilómetros de Carbis Bay. Y tras la recepción cenaron con sus respectivas esposas y maridos con la compañía de Isabel II.
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