El Periódico - Castellano

Ruido y nueces con el impuesto global

Que los países más ricos acuerden impulsar un impuesto mínimo global para las multinacio­nales ha generado euforia. Pero ahora vendrán los detalles y un largo camino hasta su concreción.

- AGUSTÍ SALA

En el siglo XVI, William Shakespear­e escribió la comedia romántica Much ado about nothing, traducida en España como Mucho ruido y pocas nueces. Algunos expertos en fiscalidad recurren a ese título, que además es un dicho popular, para hablar del impuesto mínimo global a las multinacio­nales acordado por los ministros de Economía de los países más ricos, el G-7. «Es un primer paso de carácter político», que ya es mucho, afirma José María Duran-Cabré, director del Institut d’Economia de Barcelona (IEB). Pero está por ver cómo se concreta a nivel técnico el pacto, que muchas economías, empezando por EEUU, necesitan para aumentar la recaudació­n para paliar los efectos de la crisis del covid, advierte.

En todo caso el objetivo sería captar una parte del 40% de los beneficios de las multinacio­nales en el exterior que recalan en paraísos fiscales. Eso, según la OCDE, se traduce en más de 200.000 millones de euros anuales, una pequeña porción del PIB mundial, pero mucho dinero que los países no pueden destinar a hospitales, escuelas o carreteras.

Aligerar la factura fiscal

Inmediatam­ente se tachó al pacto de «histórico». En cierta medida lo es, porque además supone el regreso de los EEUU de Joe Biden a la multilater­alidad abandonada por Donald Trump y que a su vez está necesitado de recursos para su billonario plan de infraestru­cturas. Y lo mismo pasa con otras grandes economías. En el contexto actual como elemento favorecedo­r destaca el hecho de que «la presión es muy alta, no solo por parte de los gobiernos y administra­ciones sino por parte de las empresas que pagan más impuestos», apunta Duran-Cabré.

Pero también hay perdedores que se resistirán, además de las grandes tecnológic­as y los paraísos fiscales tradiciona­les. Holanda, Irlanda y otros países que han propiciado los acuerdos fiscales a medida (tax rulings) y que les han permitido atraer inversión a base de gravar muy ligerament­e a Apple, Google o Amazon.

Jordi Andreu, profesor de OBS Business School, no tiene claro que se pueda diseñar una arquitectu­ra que evite que estas compañías puedan eludir el pago de impuestos a través de territorio­s con baja o nula tributació­n. «Es un acuerdo muy vago. Sabemos que se habla de un tipo mínimo del 15%, pero no sabemos cómo se calculará o cómo se aplicará en las legislacio­nes nacionales», afirma. Y los departamen­tos tributario­s de estas firmas ya hallarán la manera de aligerar la factura fiscal.

Y después del G-7 vendrá el G20 y la OCDE y el total de 140 estados que forman parte del proyecto

BEPS (por su siglas en inglés, que significa Erosión de la base imponible y traslado de beneficios), creado en 2013 para combatir las prácticas de elusión fiscal internacio­nal. El camino para gravar más a estas compañías será largo.

Ya hay países que preparan estrategia­s para paliar los efectos de este futuro gravamen. Varios cantones suizos estudian incentivos para seguir siendo competitiv­os para atraer capital, porque 18 de los 26 existentes cuentan con impuestos sobre los beneficios inferiores al 15%, según el Financial Times. Y es que será preciso un gran esfuerzo para que no suceda como con la refundació­n del capitalism­o que auguró el que era presidente francés, Nicolas Sarkozy, en plena crisis financiera de 2008. Una vez que empezó a amainar el temporal la idea se fue olvidando... hasta hoy.

nVarios cantones suizos preparan estrategia­s para seguir atrayendo capitales

 ?? Hollie Adams / Efe ?? Reunión de los ministros de Economía del G-7 el pasado 5 de junio.
Hollie Adams / Efe Reunión de los ministros de Economía del G-7 el pasado 5 de junio.

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