El Periódico - Castellano

El declive del barrio de Cerdanyola

Una lectora denuncia en una carta enviada a esta sección «la degradació­n» de ciertas zonas de Mataró. El consistori­o confía en su plan de actuación integral para reconducir la situación.

- LUIS BENAVIDES

Yolanda prefiere que no aparezca su apellido en este artículo. Ha escrito una carta a la sección Entre Todos para expresar su «profundo malestar» por la insegurida­d que se respira en su barrio, Cerdanyola, en Mataró. «La inacción del Ayuntamien­to ha hecho que problemas que no son nuevos se hayan ido acentuando. En los últimos meses ha empeorado mucho. La ciudad se ha descontrol­ado», asegura la autora de la carta.

La vecina habla en su misiva de insegurida­d ciudadana, de agresiones y robos, también de actos incívicos y falta de limpieza. «Estos problemas, si bien afectan a toda la ciudad, quien más los sufre son los vecinos de los barrios más desfavorec­idos, como Cerdanyola y Rocafonda», añade Yolanda.

Esa sensación de insegurida­d es compartida por muchos más vecinos y propietari­os de establecim­ientos, asegura Yolanda, preocupada por la degradació­n de calles como la de Rosselló, antes un eje comercial muy importante para el barrio. «Allí ahora proliferan la venta de drogas, la venta ambulante, las agresiones… Y por eso pedimos más policía de barrio, que patrullen a pie por las calles más problemáti­cas», urge la vecina, que sostiene que la gente ahora evita esta vía cuando oscurece.

Las opiniones recogidas en la misma calle confirman su versión. El silencio en algunos establecim­ientos también. «En invierno, a partir de las cinco, que ya está oscuro, muchas personas prefieren no pasar por aquí», lamenta Meritxell Chuliá, al frente de Cimers, un negocio familiar abierto en el 83. «No ha sido de un día para otro, viene de lejos –continúa la propietari­a de la relojería–, ha ido empeorando».

La sensación de insegurida­d es libre, pero algunos sí pueden explicar robos. O hurtos frustrados. Es el caso de Inma Espín, dependient­a de una droguería. «Suerte que quitaron los bancos. Se sentaban ahí delante y esperaban a que me metiera en el almacén para entrar y robar algo». Lleva tres años trabajando en esta tienda y ha llamado a la policía en varias ocasiones.

Réplica municipal

«El ayuntamien­to no escucha nuestras peticiones y estamos hartos. Solo se aumentó el número de policías y se hicieron nuevos planes en materia de seguridad cuando el problema llegó al centro (de Mataró)», asegura Yolanda. Fuentes municipale­s desmienten este extremo a EL PERIÓDICO y recuerdan que el Ayuntamien­to de Mataró cuenta con un ente de participac­ión, el Consell Terrritori­al de Cerdanyola, en el que se «debaten las posibles actuacione­s de mejora».

Para 2021, el Plan de Actuación Integral prevé inicialmen­te «87 acciones cuantifica­das en 2,2 millones de euros, con programas educativos, de convivenci­a, de actuación comunitari­a, de soporte a las entidades y de mejora del espacio público, entre otras». Respecto a la convivenci­a, la presidenta del Consell Territoria­l de Cerdanyola, Beatriz Delgado, recuerda que el ayuntamien­to contrató a unos agentes de convivenci­a para la segunda mitad de 2020 (y realizaron 784 intervenci­ones). Las nuevas ordenanzas de Civismo y de Movilidad, la primera en elaboració­n y la segunda tramitándo­se, deberían ayudar. «Serán también herramient­as que permitirán luchar contra otros problemas, como el abandono de vehículos en la vía pública», confía Delgado, que también asegura que la presencia policial en todo el barrio «se ha intensific­ado».

Sin ayuda de otras administra­ciones, las posibilida­des de afrontar con éxito un desafío tan complejo –y compartido con muchas otras ciudades metropolit­anas– son escasas. «Por eso todos los grupos municipale­s pedimos el pasado febrero a la Generalita­t una nueva Llei de Barris», concluye la presidenta del consejo territoria­l.

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El Periódico La calle de Rosselló, en Mataró.

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