Balón de oxígeno a Sánchez antes de encarar los indultos
El presidente gana el envite de las derechas en la plaza madrileña, menos concurrida que en 2019 • Sumado a la victoria sobre su eterna rival Susana Díaz, ya puede enfilar hacia los indultos
Pedro Sánchez ya puede enfilar directo hacia los indultos. Con dos activos ya en su mochila: un deslucido Colón 2, que evidenció la división de las derechas y su cuestionable capacidad de movilización un caluroso domingo de junio en Madrid, y la victoria -ya la definitivasobre su eterna rival, Susana Díaz. La expresidenta de la Junta fue literalmente arrasada en las primarias del PSOE analuz por el candidato aupado por Ferraz, Juan Espadas, alcalde de Sevilla. Un 38,76% frente a un abrumador 55,05%, al 99,8% escrutado. Un castigo aún mayor al que le infligió el propio Sánchez en 2017. No hará falta ni una segunda vuelta.
El escrutinio concedió desde el principio la ventaja a Espadas, pero durante el día su triunfo no se veía tan claro porque los de Díaz habían jugado a inflar las expectativas. Finalmente, el regidor hispalense se impuso en todas las provincias, menos Córdoba, Málaga -con un resultado muy apretadoy Almería, en las que ella venció. La derrota de la secretaria general del PSOE-A no tiene paliativos y ya está fuera de circulación: no dimitió este 13-J pero sí anunció que no se presentará al siguiente congreso regional, previsto para finales de año. Ahora Ferraz deberá decidir si la mantiene entretanto al frente de la federación o bien designa una gestora.
Sánchez se anotaba así una jornada que había arrancado con la fallida foto de Colón. En la Moncloa ya advertían de que no les preocupaba «nada» la concentración de la derecha contra los indultos, que quien se examinaba en realidad era la derecha. Y a su juicio, PP, Cs y Vox patinaron. Porque se visualizó su desunión y porque, objetivamente, perdieron fuelle respecto a la primera convocatoria, la del 10 de febrero de 2019. 25.000 personas este 13-J, según la Delegación del Gobierno en Madrid, por los 45.000 que computó la misma fuente dos años atrás. La Policía Municipal de la capital elevó la cifra hasta los 126.000 asistentes, en todo caso por debajo de los 200.000 que contaron los organizadores en 2019.
En esta ocasión, no hubo foto de los líderes de PP, Cs y Vox. Ni tuvieron oportunidad de cruzarse porque cada delegación citó a los medios en tres puntos separados y se mantuvieron en sus zonas. La ultraderecha no objetaba a esa imagen conjunta, pero sí Pablo Casado e Inés Arrimadas, temerosos de que los de Santiago Abascal capitalizasen la protesta.
La apelación de Ayuso al Rey
Vox copaba los puestos más visibles, se plantó en el centro de la plaza y llevó allí a su plana mayor, mientras que Casado, rezagado en Génova, no pudo contar más que con un presidente autonómico de su partido: Isabel Díaz Ayuso. De nuevo, eclipsó a su jefe de filas. La dirigente madrileña, aclamada por los asistentes -Casado fue increpado, igual que Arrimadas-, se atrevió a dar un paso más allá que Génova, al situar a Felipe VI en el centro del debate: «¿Qué va a hacer el Rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Le van a hacer cómplice de esto?». Hasta
Cs reprochó a la presidenta en funciones que buscara «señalar» al jefe del Estado.
En los discursos, liderados por Rosa Díez, fundadora de Unión 78, la plataforma convocante de la concentración, los must de todas las protestas de la derecha contra Sánchez: que el Gobierno «cede» ante los independentistas por un «puñado de votos», que tras esta manifestación vendrán más, que se vende España, que el Ejecutivo trata «premiar a los enemigos declarados de la nación». Todo ello revestido de gritos pidiendo la dimisión del presidente.
«Foto de la impotencia»
Colón es la «foto de la impotencia de no haber aceptado el PP la llegada del PSOE al poder», señaló la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, quien confirmó que los indultos «llegarán pronto» al Consejo de Ministros. «Necesitamos menos gritos y más lealtad, menos rencor y más solidaridad», abundó el diputado Rafael Simancas. El número dos de los socialistas en el Congreso reclamó al PP un «ejercicio de patriotismo» -ya lo había dicho Sánchez desde Costa Rica- para que piense más en el país y menos en sacar tajada electoral.
«No pueden arrastrar a un país a las mentiras y al enfrentamiento indicaban desde el entorno de Sánchez en la Moncloa-. Claro que hay más gente sensata que la que ellos creen. Han fracasado claramente y Ayuso es ya de récord de ignorancia». «Mitad de concurrencia, vergonzante presencia de Casado, apelación irresponsable de Ayuso al Rey... la vida sigue igual», resumía un ministro de peso.
Díaz llega al final del camino: no se retira, pero anuncia que no se presentará al siguiente congreso
Según la Delegación del Gobierno, la plaza reunió a 25.000 concentrados, frente a los 45.000 de 2019
«Pasamos página», señala su equipo al cierre de una jornada redonda, sin olvidar las tareas pendientes
El análisis que se escuchaba en el Ejecutivo y en el PSOE era uniforme: «Pinchazo de las derechas y encima para mayor gloria de Vox, Casado abucheado y Ayuso en un buen lío». En definitiva, Colón era más un examen, sobre todo, al PP, según la Moncloa, y lo suspendió, al ser «incapaz» de aprovechar el
momentum de Casado y al verse arrastrado por Vox. Los socialistas se relamían al comprobar que la acusación de «trifachito» o la concepción del «trío de Colón» había penetrado en la derecha.
El reemplazo de Iglesias
El reemplazo de Pablo Iglesias por Ione Belarra -elegida secretaria general con el 88,7% de los votosno supondrá mayores sobresaltos para Sánchez. Los dirigentes que conformaron la cúpula del partido durante la etapa del exvicepresidente seguirán en la dirección de la formación después de que la lista de Belarra copara todos los puestos del consejo ciudadano estatal, el máximo órgano del partido, informa Miguel Ángel Rodríguez.
En su primer discurso, la nueva líder morada aprovechó para agradecer a Iglesias su trabajo y lanzó un aviso a los socialistas: se «dejará la piel» para adelantar al PSOE en las próximas generales. Hasta entonces, Belarra defendió que seguirán «haciendo maravillas con 35 diputados y cinco ministros». No obstante, Belarra no será quien tenga la interlocución directa con Sánchez. Recaerá en la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, como referente de Unidas Podemos. Así, ambas dirigentes deberán intentar buscar un encaje para sus distintos estilos.
Batida Díaz, desfondado Colón, el presidente ya puede pulsar el botón de los indultos y encarrilar el «reencuentro con Catalunya», aunque aún tiene pendiente encauzar la crisis con Marruecos, sin visos de pronta resolución. Ferraz y la Moncloa cerraron un domingo en el que pintaban nubarrones. Pero el cielo se despejó para el presidente. Cara a la derecha, dentro de su Gobierno y frente a su histórica enemiga interna. Lo resumían así en su equipo: «Pasamos de pantalla».