El ultraconservador Ebrahim Raisí , nuevo presidente de Irán.
El clérigo, jefe de la justicia y elegido por el líder supremo, será el nuevo presidente de la República Islámica tras vencer en unos comicios apáticos con la participación ciudadana más baja de la historia
No se esperaba que saltase ninguna sorpresa y exactamente así ha sido, sin sobresaltos: Ebrahim Raisí, ultraconservador, jefe de la justicia, confidente del líder supremo, Alí Jameneí, y máximo favorito fue elegido nuevo presidente de Irán en las elecciones presidenciales del viernes y será el nuevo jefe de gobierno, según anunció ayer la agencia Fars.
Los comicios fueron diseñados expresamente para que Raisí fuese el vencedor —posibles rivales tan o más populares que el ganador y que presentaron sus candidaturas fueron vetados por el Consejo de Guardianes— y el plan ha seguido su curso: Raisí ha ganado por goleada, con más del 65% de los votos. El nuevo presidente ha cosechado 17,8 millones de votos, mientras que el segundo clasificado en las elecciones ha recibido tan solo 3,3 millones.
Sin embargo, la victoria no le sabrá muy dulce a Raisí. Estas presidenciales pasarán a la historia por haber sido las menos concurridas de la historia de la República Islámica: tan solo el 47% de los iranís con derecho a voto acudieron a las urnas. En la capital, Teherán, la participación fue del 25%. La desesperación del gobierno para que esto no pasase fue tal que los centros electorales, que tenían que cerrar a las siete de la tarde, acabaron clausurando pasadas las doce de la noche.
Los motivos por la baja participación son varios, pero sobre todo se explican por la grave situación económica en la que vive Irán -en gran parte por culpa de las sanciones impuestas por los EEUU- y por la percepción, de muchos iranís, de que estas elecciones estaban marcadas y decididas mucho antes de que ocurriesen.
Baja participación
Raisí también se presentó en las últimas presidenciales de Irán. Entonces el nuevo presidente cosechó 15,8 millones de votos; tan solo dos millones de votos menos que el viernes. Pero esas elecciones las perdió por goleada ante Hasán Rohaní, que ganó con ocho millones de votos más. Este 2021, los cerca de 18 millones de votos le han servido a Raisí para ganar. Esta enorme diferencia con hace cuatro años la explica la brutal abstención actual.
«Entre los factores que habrían podido reducir la participación en las elecciones, hemos visto escenas muy placenteras de mucha gente en los centros electorales de todo el país, lo que es una muestra clara de la voluntad de hierro de nuestra gente», dijo el ayatolá Jameneí ayer, tras conocerse los resultados oficiales. «El gran ganador de estas elecciones ha sido la nación iraní, que se ha enfrentado una vez más a la campaña de propaganda realizada por los medios de comunicación mercenarios del enemigo y la tentación de los que nos quieren el mal», añadió el líder supremo iraní.
Mandato complicado
Una vez se hizo oficial la victoria de Raisí, el nuevo presidente se reunió con el anterior jefe del Ejecutivo, Rohaní, en un encuentro que ha querido escenificar el traspaso de poderes entre el saliente, moderado y reformista, y el entrante, ultraconservador de línea dura.
Por delante, Raisí tiene cuatro años de mandato nada fáciles. Primero, su Ejecutivo deberá finalizar las negociaciones con los Estados Unidos, que están teniendo lugar en Viena, para revivir el acuerdo nuclear de 2015, que Donald Trump rompió en 2018. Con la reanimación de este acuerdo, Irán espera que la Casa Blanca de Joe Biden levante también las sanciones imputas por Trump y poder reactivar así una economía que, tras la presión añadida de la pandemia, parece tocada de muerte.
Los comicios fueron diseñados para su victoria, pues se vetó a rivales más populares que Raisí